Zubin Mehta: “No podemos vivir ni un solo día sin música”

“No podemos vivir ni un solo día sin música” Entrevista a Zubin Mehta

Zubin Mehta es uno de los directores más reconocidos del mundo, con más de 50 años de experiencia frente a la Filarmónica de Israel, visitó nuestro país en el marco de su última gira como su director (2019).

Contemporáneo y amigo de Daniel Barenboim, reflexiona en esta nota sobre el compromiso social de los músicos, sus influencias musicales que van desde su padre músico hasta la Segunda Escuela de Viena y cómo la experiencia enriquece el abordaje de las obras.

Un retrato íntimo de un gran artista que renueva sus energías para encarar una nueva etapa.

 

Por Maxi Luna.

¿De qué persona aprendió más en la vida y en la música?

Primero que nada de mi padre, que era un muy buen músico. Tocaba el violín en grupos de cámara y también dirigía una orquesta en Bombay, así que aprendí mucho de él. Luego de mi profesor Hans Swarowsky, quien fue discípulo de Richard Strauss y Arnold Schoenberg. Schoenberg se fue a vivir a Estados Unidos, pero Strauss se quedó hasta los últimos días. Para Strauss la educación musical era muy importante.

Por eso es que usted comprende tan bien la música de estos compositores. Tuvo un contacto casi directo…

Sí, de la Escuela de Viena y sobre todo de la Segunda Escuela de Viena. En esa ciudad aprendí la música de Schoenberg, Berg y Webern, de quien Swarovski era muy cercano también.

¿El tiempo que pasó en Viena fue uno de los más importantes de su vida?

Fue el más importante porque a mediados de los años 50 todo el mundo estaba ahí. Karajan, Bohr, e incluso los antiguos maestros como Kleiber estaban ahí a veces. Yo me sentaba y veía a toda esta gente, aprendí mucho. Iba a la ópera y a conciertos todas las noches. Fue una educación completamente inolvidable, además de las enseñanzas que recibí de mi profesor Hans Swarowsky.

Ahí también conoció a algunos de sus colegas como Daniel Barenboim o Claudio Abbado…

A Daniel Barenboim lo conocí en Siena y a Claudio Abbado también, pero luego vino a Viena y estudiamos juntos. Fueron tiempos maravillosos y muy intensos, con mucho estudio y mucho trabajo. Yo en esa época tocaba el contrabajo.

Beethoven, Mozart, Bruckner, Verdi y Wagner. Tengo tanta relación con estos caballeros que siento que los conozco personalmente, pero es mi arrogancia la que dice eso (risas).

 

¿Extraña tocar el contrabajo?

A veces lo extraño un poco pero en realidad no tocaba tanto, lo hacía en orquestas locales y en las iglesias para las misas de los domingos. Luego mi carrera empezó de manera bastante rápida.

¿Cuáles son sus recuerdos de su primera visita a la Argentina?

Hice muchos conciertos, el quinto concierto, que era en la Facultad de Derecho, fue cancelado porque hubo una revolución (nota: se refiere al golpe de estado cívico-militar realizado el 29 de marzo de 1962 que destituyó al presidente Arturo Frondizi). Llegué a la facultad, la orquesta estaba esperando en las escalinatas de la entrada y me dijeron que no podíamos hacer el concierto. Había bombas y disturbios ¿sabes? Así que ese concierto nunca se realizó, pero otros habían sido en la radio así que al día siguiente tuve que ir para cobrar. Como extranjero me permitieron entrar, ya que en realidad estaba cerrado al público porque que la habían ocupado. Pero pude retirar mi dinero.

¿Tiene el mismo entusiasmo ahora que cuando empezó?

Sí, por supuesto. Esta tarde tenemos un concierto (nota: 28/07/19) y lo espero con gran entusiasmo. Ayer tuve el gran placer de acompañar a Martha Argerich, a quien conozco desde que estaba en Viena, creo que tenia 11 o 13 años, y venía a observar nuestras clases. Luego perdí el contacto con ella hasta más adelante que compartimos un concierto.

Usted sabe que el concierto fue transmitido por streaming para todo el mundo…

¿En serio? No lo sabía. El público fue maravilloso y me hizo sentir su amor muy fuertemente.

¿Ha cambiado o evolucionado su manera de dirigir y de sentir la música?

Sí, por supuesto. Tú sabes, dirigir es experiencia y al principio la falta de experiencia hace que uno cometa errores y de esos errores uno aprende. Siempre fui muy bien tratado por las orquestas nunca sufrí ningún prejuicio por ser indio o ser joven, siempre fue todo muy amigable desde que comencé mi carrera en Europa y luego en los Estados Unidos.

Solo sentí un poco de prejuicio en Liverpool cuando estuve de asistente por una temporada. No me sentí muy bienvenido ahí, pero quizás yo no era muy convincente tampoco. Mi jefe me dio un ensayo para pasar un programa muy difícil, que incluso hoy me daría miedo hacer. Fue la “Forza del destino” de Verdi, el Concierto para violín de Glazunov, el Adagietto de la 5ta sinfonía de Mahler. Por supuesto hice lo que pude pero no tenía la experiencia suficiente para ensayar rápido, así que no salió muy bien.

La primera vez que dirigí la 9na sinfonía de Beethoven pensé que conocía bien la partitura, y la sabía, pero transmitir eso a la orquesta es otra cosa.

 

Mirando atrás en su carrera ¿hay algo que le hubiera gustado hacer de manera diferente?

Interpretativamente sí, porque al principio, como decía, la experiencia te dice mucho. La primera vez que dirigí la 9na sinfonía de Beethoven pensé que conocía bien la partitura, y la sabía, pero transmitir eso a la orquesta es otra cosa, y no salió muy bien. Esto fue en Praga junto a la Filarmónica Checa, una muy buena orquesta, y, por supuesto, me mostraron que no estaban felices (risas). Pero aprendí de eso. Así que la siguiente vez que la hice ya tenía más experiencia.

¿Y algún arrepentimiento en su vida?

Sí. En mi vida, como todo el mundo, he cometido errores. Quizás en mi primer matrimonio no era tan cercano con mis hijos, lo que es una gran lástima, ahora sí lo soy, pero en los primeros años no estaba en casa ya que viajaba todo el tiempo, así que los veía de manera ocasional y ellos también sufrieron mucho.

¿Ve diferencias en la manera de dirigir de las nuevas generaciones?

Sé que hay jóvenes directores muy talentosos pero no los veo, así que no los puedo juzgar. Escucho a los músicos de la orquesta, de la Filarmónica de Israel por ejemplo, y les pregunto si los directores invitados deberían volver o no, y a veces me dicen que sí y otras que no. Yo llamé a Gustavo Dudamel para que dirija en el principio de su carrera y les gustó así que lo llamamos de nuevo. Pero incluso en su caso yo no lo había visto dirigir demasiado, solo un poco, pero sé que es muy talentoso.

¿Cree que internet y la tecnología en general influyen? Ahora tenemos más acceso a grabaciones y videos, por ejemplo.

Sí, por supuesto, se puede aprender mucho. En mi época no había internet pero yo aprendía mucho yendo a los ensayos de los grandes maestros, porque todo el mundo estaba ahí, Rafael Kubelik, Dimitri Mitropoulos, los que nombré anteriormente también, y dirigían un gran repertorio. Así que escuchar a Metropoulos dirigir “Electra” de Richard Strauss y dos noches después “Ballo in maschera” de Verdi fue un gran aprendizaje. Era gente que tenía un repertorio tremendo, lo que me llevó a mí a saber desde el principio  que debía tener un repertorio vasto. Así que ahora tanto en la ópera como en los conciertos, me alegra decir que tengo un repertorio amplio.

También está muy interesado en la nueva música y los compositores contemporáneos.

Siempre. En Los Ángeles y en New York hice mucha música nueva. En Israel hice un poco menos ya que el público no la acepta tanto. Pero aún así lo hago, ya que hay algunos buenos compositores israelíes a los que tenemos que alentar.

Ahora después de 50 años me retiro ¿sabes? en octubre será el final. Estas son mis últimas giras, después de esta gira iré con la Filarmónica de Israel a Europa en septiembre y será la última. Luego en octubre tendré un pequeño festival para decir “Adiós” (en castellano original), ya no seré más el director musical, así que en este festival vendrán todos mis grandes amigos solistas a tocar conmigo. Serán muchos conciertos durante 15 días.

¿Fue duro para usted tomar esta decisión?

No, la tomé yo solo luego de 50 años. No creo que ningún director haya estado 50 años al frente de una misma orquesta. Empecé de hecho en 1961 como invitado, pero estoy desde el 69 como director musical. Realicé más de 4 mil conciertos, ni siquiera sé cuántos exactamente.

¿Qué piensa hacer después?

Mi vida está completamente ocupada, voy a ir a la Scala de Milán para hacer una nueva producción de “Ballo in Maschera” de Verdi, a la casa de ópera de Daniel Barenboim en Berlín, en marzo haré una nueva producción del “Caballero de la Rosa” de Strauss, luego me iré a Japón. Así que estaré muy ocupado.

No creo que ningún director haya estado 50 años al frente de una misma orquesta. Empecé en 1961 como invitado y desde el 69 como director musical. Realicé más de 4 mil conciertos…

 

¿Hay algo que le entusiasme tanto como la música?

Me involucro mucho en la política y lo que pasa en los países que visito y con la situación general del mundo. Aunque no estoy siempre demasiado contento con lo que está pasando, en especial en Israel y en Estados Unidos, no sé mucho sobre la situación argentina, pero no estoy contento con la política de Israel y tampoco con la política del señor Trump (Donald). Pero me temo que va a ser votado de nuevo porque no hay una buena oposición, los demócratas no están muy organizados. Espero que haya una personalidad que surja, pero no la veo ahora.

En estos días están Daniel Barenboim y usted en Buenos Aires…

Esta es la primera vez que coincidimos con Daniel así que vamos a almorzar juntos, hoy voy a su concierto y él quizás venga a mi ensayo mañana. Así que estoy muy feliz.

Ustedes son dos músicos reconocidos, comprometidos con los derechos humanos y la paz ¿cree que el tipo de proyectos que tienen alrededor de la música puede ayudar a traer un mensaje para formar una sociedad mejor?

El trabajo que realiza Daniel Barenboim alrededor del mundo con la WEDO es un gran ejemplo de cómo la gente de distintas culturas puede juntarse y hacer música, porque hay judíos y musulmanes en la orquesta y eso es algo maravilloso.

Yo tengo también, en el norte de Israel, una fundación para enseñar música clásica a los árabes israelíes y tengo otra fundación en Bombay para enseñar música occidental a jóvenes indios, y las dos van muy bien.

¿Cree que es importante que los músicos reconocidos se involucren en este tipo de proyectos?

Sí, no podemos solamente dirigir conciertos pagos. Esa es nuestra forma de vida pero debemos hacer algo por fuera de eso también.

Si tuviera que elegir una sola pieza para llevar un mensaje de paz y hermandad ¿cuál sería?

Con mi repertorio es difícil de decir, pero la “Heroica” de Beethoven creo que es una obra que podría dirigir cada día de mi vida. Cada vez que la dirijo hay un nuevo descubrimiento y espero que a las audiencias les llegue tanto como a mí.

La “Heroica” de Beethoven creo que es una obra que podría dirigir cada día de mi vida.

 

¿Qué compositor nunca deja de sorprenderlo?

Beethoven, Mozart, Bruckner, Verdi y Wagner. Tengo tanta relación con estos caballeros que siento que los conozco personalmente, pero es mi arrogancia la que dice eso (risas). Cuando lees las cartas de Mozart, por ejemplo, lo llegás a conocer personalmente y eso es muy importante.

¿Hace usualmente ese tipo de trabajo de investigación con los compositores?

Sí, lo hago mucho por supuesto. No puedes dirigir Wagner a menos que conozcas sus cartas, por lo que pasó, lo que sufrió como revolucionario en Dresde. Tienes que saber todo esto. Simbólicamente qué quiso decir con los diferentes personajes de sus óperas, porque socialmente estaba muy involucrado en su época y eso se plasma en sus trabajos también.

Usted es un hombre muy religioso ¿Influye su espiritualidad en la forma de hacer música?

Podría ser. Sí, soy una persona religiosa, pero también soy socialista en mi forma de pensar, entiendo incluso a la gente de derecha, y las dos formas de pensar pueden coexistir, ambas tienen cualidades maravillosas, pero ninguna debe exagerar. No puedo hablar con la gente de extrema derecha pero tampoco con la de extrema izquierda. Así que tiene que haber algo en el medio, y lo hay. Pero hoy en día los gobiernos son complicados, no sé lo que pasará en Inglaterra, por ejemplo, con este hombre (Boris Johnson).Tengo respeto por la señora May (Theresa) pero no pudo convencer a su país acerca del Brexit. En Italia las cosas tampoco están funcionando demasiado bien. La señora Merkel es una señora muy inteligente, ella podría aconsejarlos a todos…

Quizás deberíamos poner a todos los políticos juntos en una orquesta para que aprendan cómo se trabaja en equipo…

Tal vez deberíamos…(risas)

¿Cree que es importante la educación musical?

Sí, es muy importante, no solo para apreciar la música, sino para comprenderla y ser inspirado por ella. No podemos vivir ni un solo día sin música. Yo estuve muy enfermo hace dos años, no pude dirigir por casi por un año y medio, pero cada noche cuando me iba a dormir tenía música en mi cabeza, todos los días. La extrañaba tanto…pero nunca me abandonó, estaba siempre conmigo. No sé por qué iba de una obra a la otra pero estaba en mi cabeza cuando me iba a dormir.

Yo hablaba con todos mis amigos, Daniel (Barenboim) me vino a visitar dos veces desde Berlín hasta Los Ángeles durante mi enfermedad, y otros amigos también, así que estuve bien cuidado y hoy estoy totalmente recuperado de mi enfermedad y completamente bien, pero fue algo bastante serio.

 

Tapa Zubin Mehta Esta nota se escribió para nuestra revista impresa MusicaClasicaBA Nº10 (octubre 2019).

Leé también nuestra entrevista anterior a Zubin Mehta: «La música puede ayudar a construir la paz» 

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