Vivir sin arte es como vivir en una prisión

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Entrevista a Ludmila Pagliero, primera bailarina argentina en participar de la Ópera de París en su rol como étoile desde el 2012. Designada por el Gobierno Francés como ¨Caballero de las Artes y las Letras¨, máxima distinción en Francia,  recientemente ganó el Premio Benois, los Óscar de la danza, a la mejor bailarina.

Si bien hace 15 años que dejó el país, a sus tempranos 15, siempre anhela con regresar para reencontrarse con sus raíces y  el efusivo y único público argentino. Por suerte el próximo 28 y 29 de julio tendremos el honor de verla en Buenos Aires y Bahía Blanca.

 

¿Cómo fue tu acercamiento al Ballet?

Una simple necesidad de expresarme con mi cuerpo. A través de gestos, movimientos… Mis padres me llevaron a clases de teatro, gimnasia, hasta que descubrí la danza. La expresión corporal era aún más fuerte que las palabras.

Estoy convencida que en el desarrollo de todo ser humano la manifestación artística es indispensable. Es una forma de animar la imaginación, aflorar los sentimientos más profundos que permitirán en una edad más adulta poder lidiar con sus fantasmas, traumas y bloqueos. Es permitirse existir de una forma más completa sin condicionamientos.

 

Te fuiste de Argentina hace muchos años ¿cómo fue la decisión?

Tomar decisiones tan importantes como abandonar mi hogar a una edad tan temprana ha sido muy fuerte. Tener que cortar ese cordón que me une a la familia fue un gran desgarro sentimental. Pero me fortaleció en muchos sentidos y afloró mi vulnerabilidad en otros, de ese modo me convertí en un ser humano altamente sensible.

 

¿Cómo llegaste al rol de étoile en la Ópera de París? ¿Qué se necesita para lograrlo?

Haber realizado mis primeros pasos artísticos sola me ha permitido una fortaleza y una independencia para poder atravesar ese recorrido. En el camino pude encontrar mucha gente de confianza y generosa que me ha permitido aprender y apoyarme en los momentos de dudas. La perseverancia, el rigor y los cuestionamientos para perfeccionarme me han permitido construir una libertad hasta el día de hoy. Y así supongo que debo seguir hasta el final.

 

¿Cuál es tu papel favorito? ¿Qué personaje que aún no realizaste te gustaría interpretar?

Tatiana de Oneguin. Uno de los roles en los que pude abrirme como si nadie me estuviese viendo. Romeo y Julieta es uno de los que me queda por descubrir, pero hay muchos más.

 

Todos los años volvés para realizar algunas funciones en Argentina ¿qué sentís al poder brillar en tu propio país?

Ansiedad, intriga y nervios. Si bien es un público que aún me resulta desconocido, al mismo tiempo debería ser todo lo contrario. Pero es imposible cuando me ha tocado irme a los 15 años sin haber podido conocerlo y volver a los 30. ¿Qué pasó en esos 15 años? ¿Sigue siendo la misma imagen de mi partida? ¿Sigo siendo la misma persona que se fue tan chiquita? Todas esas preguntas me hago y obvio que la respuesta es no.

Entonces es como empezar una relación con alguien a quien crees conocer. Por eso estoy tan feliz de poder venir de forma más regular para poder reanudar esos años en los que nos dejamos de ver.

 

¿Qué nos podés contar de las funciones junto al Ballet del Sur dirigido por Ricardo Alfonso que presentarán La Sylphide en el Teatro Coliseo?

Las funciones de la Sylphide en las que vamos a estar bailando en Buenos Aires el 28 y 29 de julio, además de otras funciones en Bahía Blanca y Frutillar (Chile) van a permitirme unir dos países que han participado ampliamente en la construcción de mi carrera: de vuelta a los orígenes. (Nota del periodista: Chile fue el primer país donde estuvo al irse de Argentina, entre sus 16 y 19 años).

La Sylphide es un ballet que ya he tenido la oportunidad de bailar muchas veces. Un personaje muy ingenuo, dulce, travieso y tierno que atraviesa una historia con un final trágico sin saber que todo lo que está haciendo puede algún día terminar. Yo lo comparo generalmente con el "amigo imaginario" que uno puede tener de chico. Ese amigo que un día se desvanece pero, a su vez, queda por el resto de tu vida presente.

Volver a trabajar con Ricardo Alfonso y la compañía de Bahía Blanca es un gran placer. Voy a llegar unos días antes del estreno y, como la última vez estoy segura que todo va a estar listo, con mucho profesionalismo para recibirme. Es más que un placer trabajar con ellos.

 

¿Cómo acercar nuevo público al Ballet?

Para mí es un tema de educación y curiosidad que dura para toda la vida. Hasta el día de hoy, cuando siento algún vacío fuera de la danza busco descubrir, aprender y eso me genera una fuerza y un placer que, lamentablemente, por momentos puede decaer con el cansancio o la rutina.

Poder acercarse al público joven creo que es lo más importante. Ayudarlos a descubrir la danza, admirarla en todas sus formas para que de esa manera después ellos puedan transmitir a sus generaciones futuras la curiosidad, la belleza y el interés. Se necesitan funciones para la élite o las empresas o personas que aportan y ayudan a la vigencia de un teatro o una compañía. Pero no hay que olvidarse de también permitir a los más jóvenes acceder porque quizás el día de mañana serán ellos quienes ayuden a perdurar este arte. Y segundo: vivir sin arte es como vivir en una prisión mirando las nubes del cielo, a través de unas barras de fierro, quitándote todo sueño.

 

 

Por Gabriela Levite.
 

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