Una Tosca de otra dimensión

25 de noviembre de 2022
Críticas

Quienes hayan tenido la suerte de estar en la sala del Colón el jueves 24, por más ópera que hayan visto y sigan viendo en sus vidas, seguramente recordarán esta función como un evento significativo.

Por Pablo A. Lucioni

Fue uno de esos casos especiales en que aún una obra que el melómano pueda conocer profundamente y haber visto cantidad de veces, todo funciona tan bien y la magia escénica es tan poderosa, que toma una nueva vida y le redescubre a uno, con asombro virginal, todo lo que ya se daba por sentado.

Sin duda lo especial era ver a Anna Netrebko haciendo ópera en el Colón, y a diferencia de lo que a veces pasa, superó la mayoría de las expectativas. Claramente es una diva de categoría mundial, probablemente la más destacada de su generación, que no sólo es una gran cantante, sino una presencia trascendente y magnética en escena. Y esto es, lo que desde su irrupción en la iglesia en el primer acto y en todo el recorrido, le da una dimensión al personaje que adquiere vida y humanidad, trascendiendo a Puccini, a Illica, Giacosa y Sardou. Su voz corpórea con graves plenos y naturales, que puede escalar ágilmente al agudo, su desenvolvimiento y autoridad en el escenario, el compromiso con la situación dramática momento a momento, y aún más allá del canto, sus parlati son de un poder extraordinario. El “E avanti a lui tremava tutta Roma” uno parecía escucharlo por primera vez, porque nunca lo había escuchado así. Su “Visi d’Arte…” en vez de ser un desarrollo hacia lo expansivo, y aún yendo un poco en contra del crescendo final que marca la partitura, fue retenido, íntimo y vulnerable, como le corresponde al momento de la obra. Todo el segundo acto estuvo lleno de momentos mágicos.

Sin duda lo especial era ver a Anna Netrebko haciendo ópera en el Colón, y a diferencia de lo que a veces pasa, superó la mayoría de las expectativas.

Pablo A. Lucioni Tuit

Fabian Veloz ya es un barítono internacional, y su Scarpia junto a Netrebko merecería repetirse en otros escenarios. El odioso jefe de la policía en su versión tuvo una estatura escénica enorme, jugó de igual a igual con la actriz excepcional que es la diva rusa, lográndose todo tipo de matices, siendo mucho más rico que el malo malísimo arquetípico que dice todo a cara de perro y en el cual se empantanan muchos enfoques del personaje. A nivel canto impecable, con voz plena en el primer acto junto a las masas corales y con estilo y legato italianos de primer nivel.

Termina siendo siempre condicionada la valoración que uno puede hacer de Yusif Eyvazov. Por un lado, porque el rol que principalmente interpreta es el de partenaire de Netrebko. Sin duda es un buen tenor, que nunca se sabe del todo hasta dónde habría llegado o cuánto más le habría costado llegar, si no fuera la pareja de la soprano rusa. Pero tiene una voz poderosa, que fluye bien, con buen decir, un timbre que a veces se vuelve levemente metálico, pero es bueno idiomáticamente, se desenvuelve naturalmente en escena y que, a pesar de ser una pareja artística que repite repertorio con frecuencia, siguen siendo verosímiles ambos. Su Cavaradossi tuvo una impronta heroica que le quedaba bien al republicano idealista que se supone que es el personaje.

Más allá de la gran cantante-actriz que es Netrebko, lo mucho que rindió el conjunto en lo teatral, también tuvo méritos de la dirección escénica de Anibal Lápiz, que pareció más preparada que la del primer elenco, probablemente porque hubo más posibilidad de ensayo. Había más sutileza y elaboración, lográndose un segundo acto memorable y teniendo todo vivacidad y continuidad dramática.

Para las tres funciones de este elenco, quien empuñó la batuta fue el italiano Michelangelo Mazza, quien de hecho está siendo el director que acompaña en conciertos con orquesta a la dupla Netrebko / Eyvazof en todo el mundo. Más allá de que tuvo comparativamente poco ensayo, la orquesta ya estaba preparada, y en general funcionó todo bien todo a nivel musical. Hubo distintos acomodamientos de momentos concretos, como dilatar agudos para el lucimiento de Eyvazof en sus dos arias, y cierto carácter servicial a los cantantes, pero salvo puristas muy exigentes, dentro de lo razonable.

En definitiva, fue una noche de esas en que se confirma el poder magnífico que tiene la ópera, cuando está bien preparada y tiene intérpretes que saben servirla con excelencia.

En definitiva, fue una noche de esas en que se confirma el poder magnífico que tiene la ópera, cuando está bien preparada y tiene intérpretes que saben servirla con excelencia.

Pablo A. Lucioni Tuit