Tropismos. Un diálogo entre la música y la pintura

Nuevo disco: Tropismos. Un diálogo entre la música y la pintura

Una semilla sembrada en plena pandemia germinó en este trabajo colaborativo que combina música y pintura.

Con motivo de su reciente lanzamiento, los artistas Martín Marino y Ser Jiménez nos cuentan acerca del cruce entre las artes y de la relación fluida con la naturaleza en la experiencia creativa. Recomendamos que se acerquen al entorno virtual de la obra (https://arsser.com/es/tropismos-es/) antes y después de leer la nota.

Mburucuyá Infinita. Obra de Ser Jiménez

 

Por Julián Guzzo.

Tropismos no es un típico proyecto audiovisual, o al menos así aseguran sus creadores: el guitarrista, director y compositor argentino, Martín Marino, y el artista visual colombiano, Ser Jiménez.

La propuesta tuvo sus inicios en el contexto del aislamiento obligatorio, como un favor inocente que el pintor le había pedido al músico para que «se improvise algo, lo que sea» sobre los cuadros que pretendía difundir virtualmente.

La experiencia está constituida por un tríptico de grandes dimensiones que Ser Jiménez realizó con acrílicos sobre tela, inspirado en un muro verde que comenzó a crecer en su casa. El artista cuenta que cada cuadro representa un momento del desarrollo de la planta trepadora. Estas fases están acompañadas por la música compuesta, grabada y editada por Martín Marino, quien agrega que se pueden percibir en la obra de su colega, la vida y la muerte presente en todo proceso natural de forma integral.

La información condensada en la obra visual, y el compromiso de los artistas por generar una experiencia significativa fueron razones suficientes para que el trabajo se extendiera por todo un año, apuntando a proporcionar vívidas sensaciones al medio digital.

La adaptabilidad pandémica, la comunicación entre las disciplinas y el crecimiento orgánico y progresivo de la propuesta se asemejan al comportamiento de las plantas, seres que los dos artistas admiran y a las que hace referencia Tropismos.

Y hablando de semejanzas, Martín Marino comenta cómo produjo la música con los recursos que tenía en su casa: 

“Durante el encierro a muchos nos ha pasado que afloren deseos guardados. Uno concreto para mí era grabar en multipista en casa, como si fuera un disco de rock, cuando yo soy un músico más académico. Quería que fuera artesanal, en la música es importante poder mostrar cierta hilacha: tocar con el corazón más que con la técnica. El hecho de poder ir trabajando todo a través de la grabación y de la edición me trajo la sensación de los artistas plásticos que trabajan por capas. Me encontré jugando a todos los juegos que podía jugar, con las limitaciones que uno tiene, y haciendo uso y abuso de la creatividad. Ahí donde falta algo, aflora una idea.”


En la música de
Tropismos convergen varios estilos, instrumentos y formas de ejecutarlos. Generan una exploración de timbres que proporcionan una identidad propia a cada pieza en relación al cuadro que acompañan. Partiendo del universo de la percusión, las guitarras, y los pianos, Marino grabó desde los sonidos de canillas domésticas e instrumentos preparados (es decir con objetos incrustados en su estructura), hasta los de una marimba construida con cerámicos, y un vibráfono simulado por teclado.

El eclecticismo propio de Tropismos, generado por el diálogo entre la música y la pintura, no es extraño en la trayectoria de ambos artistas, sino que sigue una línea de continuidad que los motiva a seguir explorando este camino acortando las distancias.

Ser Jiménez realizó la especialización en Lenguajes Artísticos Combinados en nuestro país, donde residió varios años. Participó en trabajos performáticos en los cuales la música cumplía un papel esencial y, además (“como buen colombiano y latinoamericano”) incursionó en el mundo de la danza. Mientras que Martín Marino, “el hombre de los ciclos”, en su propuesta Atelliers brindó conciertos en talleres de artistas plásticos. También visitó Colombia en donde, entre otras actividades, llevó a cabo el ciclo CIMA de música en refugios de alta montaña.    

Compartimos algunas reflexiones realizadas por los artistas en torno al cruce entre las artes y la naturaleza, tan presente en la experiencia de Tropismos.

Cuando hay un cruce entre artes, ¿siempre se establecen diálogos y distintas perspectivas?

Jiménez: Tienen que estar aunadas. Las obras de arte son una comunicación total con el otro, y la percepción es lo más subjetivo y mágico del mundo.

Marino: Estamos en un mundo de posibilidades. Cada uno puede disfrutar la obra como quiera. Nuestro deseo fue plantear caminos posibles: una visión sonora de la pintura, o bien un espacio imaginario de la música. Entonces, cuando volvés a ver el cuadro días después sin música, o al revés, podés tener resonancias de cualquier tipo. Va a haber una invitación al imaginario totalmente poética y abierta, una herramienta de imaginación aplicable para otros casos.

A la hora de componer, ¿cómo se paran frente a la naturaleza?

Marino: Desde un lugar muy fluido, siendo parte. Hago música para entender el mundo, es mi espacio perceptivo para realmente conectarme con lo que pasa a mi alrededor. Después de hacer el ciclo en los refugios de montaña me explotó la cabeza de sensaciones. Entonces, si cierro los ojos al momento de tocar puedo apelar a esa vivencia. En el arte uno necesita recuperar ciertas sensaciones, hasta a un ser querido. Nos recuerda que estamos un poco más vivos de lo que creemos. La naturaleza nos sacude y el arte también.

Jiménez: El arte es un transporte para introducirnos en nuestra propia naturaleza. Hay una desconexión muy grande con lo que tenemos afuera, y por eso en las plantas encuentro a mis referentes más poderosas. Acercarnos a ellas es una intención en mi obra: ir de caminata es muy impactante, tengo la posibilidad de llevar a un cuadro estas sensaciones y compartirlas.

Y frente a las tendencias artísticas socialmente segmentadas, ¿cómo se posicionan?

Marino: Al igual que ante la naturaleza: de manera fluida. Nos cuesta mucho a los artistas la apertura, los rótulos son muy fuertes, entonces parece que si alguien hace una obra de vanguardia lo tiene que sostener, porque ya está en esa línea. Entiendo y respeto mucho las corrientes, pero me inclino a hacer la música que necesito. En este caso me dejé llevar por lo que Ser me propuso en la obra.

Jiménez: En Tropismos nosotros escuchamos bastante esta idea natural. Si lo pueden percibir, ninguna de las tres obras (tanto en música como en pintura), obedecen a un estilo en particular. Es muy fluido, cada una tiene un aire, un ritmo, y se mueve por lugares distintos.

Marino: Trabajar con otras artes y salir del sitio de pertenencia, lleva a que nos podamos encontrar con lugares de uno mismo que desconocemos o bien que descubramos otros totalmente nuevos. Y eso maravilloso, es estar vivo.

Ser Jiménez
Martín Marino

 


Ficha técnica


TROPISMOS

Sobre la obra de Ser Jiménez

I. Enredadera Barroca
II. Mburucuyá Infinita

III. Trepadora Ligularis

 

Producido por Martín Marino

Composición musical: Martín Marino

Arte y diseño: Ser Jiménez

Interpretado, grabado y editado por Martín Marino

Mezcla y Masterización Ariel Gato

 

Disponible en plataformas digitales: https://onerpm.link/236133863630

https://arsser.com/es/tropismos-es/

 


Podés escuchar más nuevos discos en:

https://musicaclasica.com.ar/categoria/nuevo-disco/

Leer anterior

5 obras imprescindibles de Felix Mendelssohn

Leer siguiente

Mario Galizzi es el nuevo Director del Ballet Estable del Teatro Colón

Más publicaciones