Todo está guardado en la memoria

Todo está guardado en la memoria: músicos y músicas clásicos desaparecidos durante la última dictadura argentina.

Todo está guardado en la memoria: músicos y músicas clásicos desaparecidos durante la última dictadura argentina.

En conmemoración a un nuevo aniversario del Golpe Militar de 1976, surge la pregunta: ¿hubo desaparecidos en la música clásica?

Por Leila M. Recchi e Iván A. Viale

 

El 24 de Marzo de 1976 se produce un golpe de Estado al gobierno de la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón. Se instala a partir de ello el llamado Proceso de Reorganización Nacional, donde las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina y Aérea) con Jorge Rafael Videla como presidente imponen una Dictadura Cívico-Militar-Eclesiástica. Entre las trágicas consecuencias de este período, se observan impactos en la economía, el entramado cultural y social (con exilios, desapariciones, torturas, apropiaciones y muertes).

Hasta 1983, cuando retorna la democracia, se cerraron diversas instituciones y se vive, además, una campaña de persecución y censura contra artistas e intelectuales (listas negras).

Se estiman en miles los exiliados y se deja abierta la cifra de desaparecidos y desaparecidas en unas 30 mil personas, entre las cuales destacan numerosos partícipes de la vida cultural y artística argentina. Sin embargo, es curioso que al día de hoy no se escuchen testimonios sobre músicos clásicos.

En particular, se dice que el Teatro Colón sirvió como una especie de isla cultural del proceso. La inexistencia de desaparecidos y de víctimas de la represión dentro del teatro (aunque, se sabe, se dieron reclamos salariales por parte de empleados), además de la continuidad en las actividades escénicas, muestran algo atípico ante las vivencias de la época. La esencia del teatro distaba de lo que el régimen militar podía considerar subversivo, a diferencia de lo que ocurría con otras manifestaciones culturales (como el folklore): el Colón fue una apuesta para las cúpulas militares que querían mantener cierto vínculo con el mundo exterior (especialmente europeo) en tiempos de la mal llamada campaña anti-argentina. Es por ello que, a pesar de la resistencia y conciencia de ciertos nombres del ambiente a participar en producciones locales, no se detuvo el movimiento en el coliseo.

Volviendo a la premisa planteada: ¿qué ocurría con los músicos clásicos? ¿Hay desaparecidos? La respuesta, como todo lo que atañe a aquellos años de oscuridad no es agradable ni literal. Por supuesto, hubo detenidos desaparecidos, pero no podemos establecer números ni un listado fiel.

Es con la intención de visibilizar a aquellas víctimas profesionales de la música y docentes, como así también a quienes su entorno considere músicos más allá de sus trabajos cotidianos, la compositora Mariela Milstein comenzó una investigación que puede consultarse en el sitio Música Clásica y DDHH (link: https://musicayddhh.musica.ar/). Y es entonces donde finalmente encontramos, con todas las letras, aquellos nombres de músicos clásicos y docentes de música que buscamos: Vázquez Nelly Noemí, Araneda Napoleón Argentino, Argento Clara Ruth, Bachini Hector Federico, Barbero Marta María, Bonoldi Adriana Irene, Castellini María Eloisa, Cohen Viviana Ester, Comas Alberto Evaristo, Corsino Beatriz Ana, De Grandis Concepción, Firmenich Jorge Oscar, Fuks José Abel, Jaramillo Luis Rodolfo, …

La lista sigue. Allí hay, también, músicos populares y vocacionales. Sin importar el género musical, e incluso podemos decir que, sin importar su profesión y vocación, estamos ante nombres de personas que fueron detenidas, (en muchos casos) torturadas y finalmente desaparecidas. Algunos de sus cuerpos fueron localizados, otros no. Y algunos de sus casos fueron juzgados, mientras que otros no.

La pregunta es: ¿cuántos más existen sin nombrar?

Los números y listados, entonces, son simbólicos y representativos, están abiertos. 

La etapa más oscura de la República Argentina aún hoy, incluso en la música clásica, guarda ciertos silencios incómodos. Sin embargo, es un anhelo la construcción de una nueva historia en conjunto, que mantenga la memoria y la música activas, donde nunca más existan historias tristes por contar (o cantar).

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