Carolina Piola, dramaturga y directora, presentará su obra Te reduje a casa en la quinta edición del Festival Nueva Ópera. Las funciones se llevarán a cabo el miércoles 9 y el jueves 10 de octubre a las 19:00 horas, con entrada gratuita. Para más información, se puede visitar atlanticx.org . Con ella, hablamos sobre la obra y los procesos que la atraviesan para abordar la memoria y la identidad.
Por Virginia Chacon Dorr
En Te reduje a casa, Carolina Piola explora la memoria como un acto de creación que articula la experiencia individual con la dimensión colectiva. La obra presenta un archivo ficcionado que incluye diversos materiales sensoriales y narrativos, activando reflexiones sobre la gestión de la muerte y el trauma. La dramaturgia y dirección general están a cargo de Piola, con composición y diseño sonoro de Amélie Lambert, composición y dirección coral de Agustina Crespo, y dirección de arte de Gonzalo Córdova.
¿Nos podrías contar un poco cuáles son las claves de lectura de Te reduje a casa?
La obra es, por un lado, un manifiesto acerca del tiempo y las formas de pensar la memoria en su dimensión individual, como herramienta de construcción de la identidad y como herramienta creativa; así como en su dimensión familiar y en su dimensión social y política. El dispositivo escénico me permite poner a disposición del público una serie de materiales (estímulos, archivo documental, sonoro, objetual/patrimonial, visual, olfativo, etc.) y posibles relaciones entre estos, así como los hilos narrativos y mecanismos creativos que exploramos como parte de esta concepción específica de memoria. Una serie de cuadros o fragmentos de memoria se disponen en una línea temporal ad hoc (podría ser otra la disposición, podrían ser infinitas las combinaciones) con el objetivo de ser activados en forma subjetiva por cada intérprete y, sobre todo, por cada espectadorx.
Intento revelar y poner a prueba de qué manera las “lagunas” que genera el mecanismo de montaje y collage de la memoria como herramienta humana son llenadas por la reinterpretación o inclusive por la lógica de la ficción, velada o conciliada por el enfoque historiográfico o documental; es decir que, en última instancia, exploro los vínculos y los límites entre hecho/realidad y ficción en los procesos historiográficos e identitarios. En otras palabras, hacemos funcionar los mecanismos de la narración, el drama, la ficción y el tiempo narrativo como parte de las herramientas en que la memoria nos asiste para construir nuestra identidad y la de otras personas, en un enfoque híbrido que combina el teatro documental, el biodrama y la autoficción, lo patrimonial y las técnicas de investigación de archivos, entre otras.
Trabajás con la memoria como un acto de creación, ¿cómo lográs articular este concepto en la obra? ¿y con lo sonoro?
Mediante el ejercicio de corrimiento del punto de vista verticalista y unívoco de autor/director (aunque sea imposible en su totalidad), esas relaciones entre materiales y la construcción de la línea dramática sobre la línea de tiempo se darán de manera casi única de espectador a espectador, es decir, como en la realidad opera la memoria acerca de la identidad y transcurrir (o estar-en-el-mundo) de otrxs.
Para lograrlo, en esta oportunidad los disparadores son la vejez, la enfermedad, la gestión del duelo y de la muerte, las prácticas de apropiación y resignificación de espacios y objetos atravesados por situaciones de crisis y pérdida (tanto individual/privada/familiar como colectiva/pública/social), etc.
Lo sonoro tiene, por un lado, la misma entidad que (y es inescindible de) todos los materiales para esa construcción y disposición en el tiempo de imágenes integrales. Por el otro, tiene un rol clave en la construcción de ciertos leitmotivs que tejen de manera sutil y leve ese corrimiento narrativo que se propone y una posible -aunque velada- línea dramática.
¿Cómo fue el proceso de creación? Desde la idea inicial hasta la construcción de este archivo ficcionado y vivo que propones, ¿qué caminos recorriste?
El proyecto inició como un laboratorio experimental con diferentes instancias de concreción durante los últimos 3 años: primera residencia de creación e investigación en París, y la residencia cruzada en GRAME, Lyon, donde trabajé a partir de la recopilación de materiales (textos, grabaciones de sonido, material de video y registro fotográfico, documentos, objetos, etc.) para conformar una suerte de “archivo de memoria” nutrido a partir de lo que vengo investigando y registrando/recolectando como resultado de diferentes procesos de trabajo que tienen como objetivo indagar en el concepto de “memoria histórica”.
«Se trata de una invitación a activar esos mecanismos de creación a los que acude la memoria para otorgarnos la percepción de una identidad» – Carolina Piola
¿Cómo se desarrolló la dramaturgia final de la obra y qué papel jugaron los materiales recopilados?
En estos procesos, busco registrar las marcas, huellas y efectos de la memoria en las ciudades y en el cuerpo humano: es decir, la memoria en su dimensión colectiva/pública y en su dimensión individual/privada, y de qué manera la esfera pública (las políticas urbanas, educativas y sociales hacia la memoria histórica) interactúa con la esfera privada (las prácticas de reconstrucción y restauración por parte del individuo como sujeto político, así como en la gestión de la pérdida, la muerte, la enfermedad).
A partir de la puesta en relación de los materiales durante las instancias de experimentación, fui construyendo una suerte de guión o partitura dinámica (un mapa o grilla-guía de materiales y sus combinaciones en una línea de tiempo, incluyendo sonido, textos, movimiento, escena, visuales, etc.) que me permitió desarrollar la dramaturgia final (no sólo textual sino escénico-sonora y conceptual). A partir de seleccionar, contrastar y activar los materiales producidos previamente, llevamos a cabo una curaduría de los mismos y produjimos materiales nuevos también como parte del proceso creativo y de composición al que se sumó Amélie con su enfoque personal y artístico particular.
La obra funcionará como una “foto” de un proceso que puede detenerse cuando se quiera, una revelación pública del estado en que se encuentra un proceso que podría no terminar nunca, y, en este caso, funciona a través de un dispositivo que escénicamente nos permitirá poner a disposición del público esos materiales y sus relaciones, así como los hilos narrativos y mecanismos creativos que exploramos como parte de esta concepción específica de memoria.
Al tratar temas como la muerte, la enfermedad y el trauma, tanto en lo individual como en lo colectivo, ¿qué esperás que el público se lleve de esta experiencia?
Más que llevarse algo, se trata de una invitación a activar esos mecanismos de creación a los que acude la memoria para otorgarnos la percepción de una identidad, a encontrarse con fenómenos universales y atravesarlos como parte de un acto de ficción renovadora, actualizadora (de volverse «acto» y a la vez mantenerse «actual»). Supongo que se tratará en cada encuentro entre unx espectadorx (o visitante) y «las cosas» (materiales, conceptos, vivencias, imágenes) de un reconocimiento pero también de un constante arrojo narrativo, donde cada unx no podrá evitar escupir historias, subjetividades, drama-en-el-tiempo.