¿Sabías que Picasso era gran amigo de uno de los grandes pioneros musicales del siglo XX?
Ambos fueron pioneros dentro de sus propios movimientos. Se hicieron amigos en Italia poco antes de la Primera Guerra Mundial en 1917, reunidos por Sergei Diaghilev, el hábil empresario de los Ballet Rusos.
Leer la nota: Serguéi Diáguilev, el fundador de los Ballets Rusos
Stravinsky y Picasso continuaron su amistad intercambiando pequeñas obras de arte por correo. Stravinsky escribió un boceto de cinco compases de música de clarinete para Picasso en un telegrama de hotel, en un claro esfuerzo por capturar la esencia del cubismo de su amigo. Usó ritmos complicados y también giró el telegrama de lado para que las líneas horizontales se volvieran verticales. Esto presentó una perspectiva nueva y sorprendente sobre el objeto familiar al mismo tiempo que cortaba físicamente su música. La pieza, aunque apenas una pieza, explora las ideas cubistas en un contexto musical.
Picasso respondió con tres dibujos de Stravinsky.
La primera colaboración real entre Picasso y Stravinsky fue ‘Ragtime’. La portada de Picasso utiliza una línea continua que se enrosca en las figuras de dos músicos, al mismo tiempo que corta a través de sus siluetas. La música de Stravinsky también está llena de movimiento, asimilando el sabor del ‘ragtime’, e interrumpe el marco tradicional de la música con complicados ritmos aditivos y un uso intensivo de notas punteadas y tripletes.
Tanto la música como el dibujo están llenos de movimiento; imagina que Picasso dibujó el boceto con un movimiento fluido. Si miras de cerca las cabezas de los dos músicos, casi puedes ver una clave de sol completa y un par de corcheas barradas, signos de que Picasso estaba integrando los símbolos de Stravinsky con los suyos.
Dos años más tarde, Diaghilev finalmente encargó su ballet, Pulcinella. Para entonces, los dos maestros ya habían estado intercambiando arte durante varios años, y fue su colaboración en Ragtime la que sentó las bases de su trabajo artístico como pareja.
Pulcinella. Para el músico, esta composición, basada en música dieciochesca, especialmente de Pergolesi, “fue mi descubrimiento del pasado, la epifanía por medio de la cual el resto de mi obra fue posible.” Pero es sabido que el pasado para Stravinsky no era sino un modelo a partir del cual llegar a resultados completamente modernos. A propósito de ello escribe en su Poética musical: “Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una fuerza viva que anima e informa el presente”.
El resultado final de Pulcinella, tres años posterior al primer encuentro entre los dos artistas, dejaría más que satisfechos a ambos, quienes en ningún caso se limitaron a copiar servilmente sus modelos (la Commedia dell’Arte el pintor y Pergolesi el músico), sino que ofrecieron salidas novedosas bajo un aparente manto de simplicidad.
El primer retrato de Stravinsky por Picasso fue realizado en Roma “en el Hôtel de la Russie, cerca de la Piazza del Popolo, donde se hospedaban muchos de los bailarines del ballet, cuando el músico después del viaje por Italia en compañía de los Ballets Rusos, regresaba a su residencia suiza. La anécdota la narra el propio compositor:
“Después volví a Suiza y jamás olvidaré la aventura que me sucedió al pasar la frontera por Chiaso: Me había llevado mi retrato, que Picasso acababa de dibujar en Roma y que me regaló. Cuando las autoridades militares registraron mis equipajes, encontraron ese retrato que por nada del mundo querían dejar pasar. Me preguntaron qué representaba y cuando dije que era mi retrato pintado por un artista eminente, no quisieron admitirlo. “Esto no es un retrato, es un plano” -me respondieron-. “Sí, un plano, el de mi rostro” -repliqué. Pero no pude convencer a esos señores. Este altercado me hizo perder el enlace ferroviario y me forzó a quedarme en Chiaso hasta el día siguiente. En cuanto a mi retrato, hube de enviarlo a la embajada británica en Roma, a nombre de lord Berners, que me lo remitió después a París por valija diplomática
Cuando Stravinsky habla de su segundo retrato, pasa por él como de puntillas: “el retrato en la butaca lo hizo en su apartamento de la Rue de la Boétie”. Nada más. Y es que poco le gustó al músico este dibujo.
El tercer retrato, del 31 de diciembre de 1920, fue concebido de común acuerdo entre retratista y retratado, según señala el último, como un regalo para la amiga y admiradora de ambos Eugenia Errázuriz. En esta ocasión Picasso es más moderado a la hora de mostrar los rasgos del músico, a quien, de perfil, con gesto reconcentrado y grandes manos, parece dotar de una especie de eterna juventud.
Fuentes:
https://www.classicfm.com/lifestyle/wellbeing/stravinsky-picasso/
https://www.mundoclasico.com/articulo/33433/Picasso-retratos-de-compositores-34-Igor-Stravinsky