“Stabat Mater. Escenas del dolor reciente», canto para un dolor atemporal

Puesta en escena stabat mater

Con la famosa obra de Pergolesi como disparador para homenajear la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el CCK presentó una puesta cuidada, sensible, y lograda.

Por Leila Mariel Recchi

Estaba la Madre, dolorosa, llorando junto a la cruz de la que pendía su Hijo. Su alma quejumbrosa, apesadumbrada y gimiente, atravesada por una espada. ¡Qué triste y afligida estaba la bendita Madre del Hijo unigénito! Se lamentaba, afligía y temblaba viendo sufrir a su divino Hijo. ¿Qué hombre no lloraría viendo a la Madre de Cristo en tan gran suplicio? ¿Quién no se entristecería al contemplar a la querida Madre sufriendo con su hijo?”. Estas primeras frases del Stabat Mater, poema litúrgico de origen medieval y autor incierto (aunque atribuido a Jacopone da Todi), encierran un dolor universal y transversal: una madre, aquí representada por María, que sufre por su hijo. No importa que su origen responda a cánones religiosos, pues la idea sirve ya para empatizar con cualquiera que viva semejante tragedia.

De las muchas versiones que se han compuesto con esta oración sacra como base, probablemente la más icónica siga siendo la de Giovanni Battista Pergolesi. Ya desde el inicio la música nos transporta a la angustia de esa madre que espera junto a la cruz de su hijo. Aquel desgarro musical se resignifica en esta puesta para visibilizar el que fuera el momento más oscuro de la historia argentina. Como bien dice el título: se trata de escenas del dolor reciente.

Pablo González Aguilar, director escénico y general del espectáculo, comenta: “Hace más de treinta años que se me hizo evidente la relación entre esa madre (la de la obra de Pergolesi) y las de la Plaza. Y pensé que la música de este Stabat Mater sabía también de sus historias, había sido compuesta también para ellas. Pero en este caso no había cuerpo para abrazar (…). No hubo ni hay resignación en esas madres, en esas abuelas. Marchaban y marchan por sus hijos. Muchas buscan a sus nietos. Todos, absolutamente todos los días. No sé si ellas creen en la resurrección. Pero sé –porque una de ellas me lo ha dicho– que esperan volver a ver los ojos de sus hijos y sus hijas en los de sus nietos vueltos a nacer”. Es entonces cuando para quienes asistimos al evento del viernes 13 de octubre el paralelismo se hace evidente.

ensamble stabat mater en el cck

Los Stabat Mater no suelen representarse, pues no se pensaron para ello. Sin embargo, aquí tenemos una pequeña puesta con determinadas acciones y elementos concretos que son un acierto: el vestuario, los colores de la iluminación, las proyecciones y, sobre todo, la cruz en escena que, a diferencia de cualquiera con Jesús de Nazareth, aquí está vacía. Y ese es el punto clave de esto: hay un hijo o hija desaparecido/a. Entonces, las madres que se encuentran ante esa cruz, cual Plaza de Mayo, comienzan su búsqueda motorizada por el dolor y la justicia.

Algo a mencionar es que la versión original de Pergolesi fue compuesta para dos solistas vocales (voces soprano y alto, en un principio pensadas para castratti), violín I y II, viola y bajo continuo (violonchelo y órgano). En este caso, se presentó una versión para soprano y mezzo solistas (Marisú Pavón y Lídice Robinson, respectivamente) pero acompañadas por un pequeño coro femenino, además del mencionado ensamble de cuerdas y órgano. En todos los casos las interpretaciones fueron muy buenas y sentidas.

El inicio, con el tan emblemático Dolorosa, fue cantando íntegramente por el coro que lucía aquellos emblemáticos pañuelos blancos, ingresando en los números siguientes las solistas. Pavón destacó enormemente, además de por su bello timbre, por una interpretación comprometida, luciéndose en los momentos más desgarradores de la obra, como el Cujus Animam Gementem. Incluso cuando hay ciertas disonancias en la armonía logra salir airosa. Robinson también se luce, en particular por aprovechar su color vocal oscuro y profundo para crecer a medida que avanza la obra y tocar las fibras más sensibles del público, como ocurrió en Fac ut portem Christi mortem. Desde las acciones escénicas todo tiene un sentido y con poco se dice mucho, como pasa por ejemplo con las solistas representando a dos madres que se encuentran y, a mediados de la obra y ya con el pañuelo blanco, se suben a las tarimas del coro (siendo éste un grupo de otras madres), para emular las famosas rondas de Plaza de Mayo.

solistas stabat mater en el cck

El ensamble y órgano también estuvieron a la altura, entendiendo su lugar a lo largo de todo el desarrollo, con una dirección musical atenta y certera de Miguel Ángel Pesce. Los matices y cortes fueron abordados correctamente, y complementaron a la perfección la idea musical. Del ya mencionado Pablo González Aguilar en la dirección general sólo restan palabras de reconocimiento, por lograr unir todas las piezas. La selección de imágenes proyectadas en pantalla son alegóricas y destacables también: vemos documentos periodísticos, genocidas, el infame Mundial ’78, Madres y Abuelas marchando y recuperando a sus nietos, el Juicio a las Juntas, y una obra artística que abre y cierra la proyección para aludir a lo cíclico y no conclusivo que representa la búsqueda. Además, entre cada número musical, se proyectan versículos y títulos bíblicos como acompañamiento, dándole un sentido a lo que vemos pero también a lo que oímos. De más está decir, que el público se vio movilizado por la propuesta, aplaudiendo incluso de pie.

Un espectáculo de esta índole constituye una experiencia estética dura pero necesaria. Los horrores de la última Dictadura Cívico-Militar-Eclesiástica y los treinta mil desaparecidos son una herida latente en la sociedad argentina. No por nada, en el presente contexto electoral, el tema se vuelve central. Sin embargo, y a pesar de todo, la lucha y búsqueda de aquellas Madres y Abuelas sigue vigente como un faro por la memoria, la verdad y la justicia.

Stabat Mater. Escenas del dolor reciente: Homenaje a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, música de cámara sacra adaptada para solistas, coro femenino y ensamble. Música: Giovanni Battista Pergolesi, basada en poema litúrgico anónimo (atribuido a Jacopone da Todi). Intérpretes: Marisú Pavón (soprano), Lídice Robinson (mezzo), coro femenino y ensamble de cuerdas y órgano. Dirección Escénica y General: Pablo González Aguilar. Dirección Musical: Miguel Ángel Pesce. Sala: Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (CCK). Función: Viernes 13 de Octubre de 2023 a las 19.

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