
Sir Georg Solti fue uno de los más brillantes directores de orquesta del siglo XX y una figura destacada en la cultura musical de Europa y Estados Unidos. Aquí su historia, una anécdota imperdible y una selección de obras.
Nacido en Budapest, Georg Solti estudió piano, composición y dirección en la Academia Liszt con maestros como Bartók, Dohnányi y Kodály. Aunque debutó como pianista, rápidamente se dedicó a la dirección, siendo asistente de Toscanini en el Festival de Salzburgo en 1937. Durante la Segunda Guerra Mundial, Solti se refugió en Suiza, donde ganó el Concurso Internacional de Ginebra en 1942.
Tras la guerra, fue nombrado Director Musical de la Ópera Estatal de Baviera en 1946, donde revitalizó la institución. Posteriormente, ocupó cargos directivos en la Ópera de Frankfurt y la Royal Opera House, Covent Garden, donde alcanzó fama internacional, destacándose por sus producciones de óperas de Strauss, Schoenberg y Wagner. Su colaboración con la Orquesta Filarmónica de Viena para la grabación completa de «El anillo del Nibelungo» es considerada una de las más importantes en la historia de la música grabada.
En 1969, asumió como Director Musical de la Orquesta Sinfónica de Chicago, cargo que ocupó durante 22 años, consolidando su reputación internacional. Solti fue un artista exclusivo de Decca durante más de cinco décadas, dejando un legado de más de 250 grabaciones, incluidas 45 óperas completas. A lo largo de su carrera, fue galardonado con numerosos premios, entre ellos 32 premios Grammy, un récord tanto en el ámbito clásico como en el popular.
Recibió honores de diversas instituciones académicas y culturales, incluidas universidades de prestigio como Oxford, Yale y Harvard, así como condecoraciones de varios países, como la Orden de Mérito de Alemania y la Légion d’Honneur de Francia. Sir Georg Solti fue nombrado caballero por la Reina Isabel II en 1972 y continuó dirigiendo hasta poco antes de su muerte en 1997. Su legado sigue vivo, tanto en sus grabaciones como en la Fundación Solti, creada para apoyar la educación musical y a jóvenes talentos.
Anécdota imperdible de Sir Georg Solti
El célebre director de orquesta, en sus inicios como pianista, recordó una experiencia particularmente desafiante durante su participación en el Concurso de Ginebra. A diferencia de directores como Karajan, quienes poseían una memoria visual prodigiosa, Solti no contaba con esta habilidad, por lo que debía aprender cada obra compás por compás y nota por nota. En esa ocasión llegó con anticipación para calentar, pero al intentar tocar la fuga de la sonata opus 110 de Beethoven, sufrió un bloqueo mental que le generó un pánico profundo. Aunque intentó retirarse, el turno llegó y tuvo que salir al escenario. A pesar de la angustia, consiguió finalizar su actuación por su memoria muscular prodigiosa, y ganar el primer premio, aunque confesó que fue una experiencia muy dura. Desde entonces, adoptó una aproximación rigurosa, estudiando cada partitura con meticulosidad y nota por nota.
3 obras imperdibles