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Del 19 al 21 de Octubre pasado tuvo lugar en Montevideo, en el Teatro Solís y la Torre ANTEL, el II Simposio Internacional de Mujeres Directoras. Esta reunión, de muy amplia concurrencia, da pábulo a reflexiones sobre el tema.
Por Pablo Bardin.
Circunscribiéndome al ámbito de la música académica, es indudable que no hay mayor prejuicio, al menos en el período en el que me tocó vivir, en cuanto a la presencia de mujeres en muchos ámbitos. Por sólo citar algunos ejemplos, nadie en su sano juicio niega que tenemos brillantes pianistas y violinistas mujeres (me refiero al mundo, pero también en Argentina), grandes organizadoras (baste mencionar en nuestro medio al Mozarteum), Decanas de Facultades Musicales y Conservatorios, docentes, un creciente número de compositoras, y desde siglos en el mundo cantantes y bailarinas. Han aumentado las coreógrafas, las directoras de coros, las ejecutantes en grupos de cámara. E incluso también en orquestas juveniles y profesionales. Hasta en Europa, donde fue notorio el machismo de grandes orquestas como las Filarmónicas de Viena y Berlín, las cosas están cambiando. Como el ingreso es por riguroso concurso, significa que se está reconociendo la calidad allí donde la hay.
Pero hay un rubro en el que abrirse camino sigue siendo difícil, aunque paulatinamente se van abriendo más posibilidades, y es la dirección de orquesta. Difícil pero no imposible: la brasileña Ligia Amadio, que varias veces nos visitó, fue nombrada recientemente Directora Principal de la Filarmónica de Montevideo, y la notable Marin Alsop está a cargo de una Orquesta en Rio de Janeiro. Simone Young ha dirigido centenares de representaciones operísticas en las Óperas de Hamburgo y Viena, incluso el Ring. Una mujer dirigió la Ópera de Boston durante décadas. Eve Queler, tras décadas de actividad en New York presentando óperas que no son de repertorio, vino al Colón a dirigir “Elisabetta, Regina d´Inghilterra” de Rossini. Y Carmen Moral, notable directora peruana, en estos días dirige “Las estaciones” de Haydn en el Colón.
Sin embargo, mantener una carrera sigue siendo arduo ya que a varias directoras de buena formación y talento sencillamente no las convocan. Me refiero a orquestas estatales profesionales. Entonces, a través de tesón y buenos contactos, pueden formar orquestas ad-hoc, como en ciertos casos han hecho Patricia Pouchulu a través de La Bella Música o Susana Frangi cuando presentó “Les mamelles de Tirésias” de Poulenc. Pero hay otro factor: la recesión económica; si incluso orquestas estatales como la Sinfónica Nacional tienen grandes problemas por la falta de apoyo de las autoridades, y si Mecenazgo corta proyectos tan válidos como Buenos Aires Lírica o Cantabile o la Académica Juvenil de Calleja, estamos francamente mal.
Como organizadora y antes de entrar en la profesión de directora de orquesta Pouchulu logró conseguir los fondos para los notables conciertos sinfónico-corales que ofreció durante varios años; una vez que habiéndose preparado tanto aquí como en Europa empezó a dirigir, presentó conciertos sinfónicos en el Avenida con amplias orquestas ad-hoc, pero el dinero empezó a escasear, los apoyos fueron menores, y para mantener alguna actividad tuvo que planificar conciertos con orquestas más reducidas, hasta llegar en los dos últimos años a conjuntos barrocos. Su aspiración es poder volver a los sinfónicos pero es improbable que ocurra salvo la aparición de un mecenas altruista y de grandes reservas (una sola persona puede cambiar las cosas si es la adecuada; hay personas imprescindibles y a veces existen). Incluso en otro rubro que ella domina, la de organizar conciertos, no ayudaron las circunstancias: ya hace dos años que el Sofitel empezó a tener graves problemas y le avisaron que el muy grato ciclo de conciertos que allí se desarrolló durante un largo período de tiempo no podría seguir en 2017; ella pasó el ciclo al Hotel Brick, del mismo complejo, pero allí fueron arbitrarios con las fechas pactadas y el ciclo tuvo que interrumpirse; entretanto, el Sofitel lamentablemente cerró (como también ocurrió con el legendario Plaza).
Hay otra cuestión de triste ética: la de “invitar si te invito”; el director principal de una orquesta invita al DP de la otra si hay reciprocidad. Esto ocurre desde hace décadas y no es precisamente una historia limpia, y son muchos los directores de nombradía que lo hicieron y lo hacen. Están también los prejuicios de los programadores. Y el temperamento machista de muchos ejecutantes, que tienen desconfianza en cuanto a los valores técnicos de una directora pero además les molesta ser mandados por una mujer e incluso les tienden trampas musicales para hacerlas trastabillar (también lo hacen con hombres si les cae mal su manera de ser: quieren directores con autoridad pero suaves, no severos).
No soy partidario de una equidad de número (el único criterio debe ser el talento) pero sí que haya “fair play”: que una buena candidata tenga los mismos derechos y oportunidades que un buen candidato. Y esto no está ocurriendo. Por eso es positivo que existan simposios al respecto porque ayudan a concientizar esta situación. Y es importante que lo haya implementado la Directora del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Mariana Percovich. El primer simposio lo había armado precisamente Ligia Amadio en Octubre 2016 en Sao Paulo. Dice ella: “más que un simposio es un movimiento que pretende generar una acción permanente”. Participaron “cerca de 60 mujeres directoras representantes de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, México y Uruguay”. Fue “un espacio de confraternización y de intercambio entre directoras de orquesta, de banda, de coro, de conjuntos de música popular, de murga y de comparsa, así como docentes de la carrera de dirección, con la más amplia gama de experiencias, incluyendo desde las estudiantes hasta profesionales con larga trayectoria” (o sea que, quizá polémicamente, fue más allá de la música académica). Y agradece “la disposición generosa de venir hasta Montevideo contando con sus propios recursos e inmensa buena voluntad”.
La invitada de honor fue Gisele Ben Dor, uruguaya, que realizó espléndidos CD de Ginastera. De los muchos temas tratados en mesas con moderadora cito algunos: “Construcción de una carrera internacional”, con Ben-Dor, Amadio y Nathalie Marin entre otras; “Proyectos especiales”, con Andrea Merenzon y Bracha Waldman; “Dirección Coral”, con Cristina García Banegas; “Actuación de las mujeres directoras en Argentina”, con Pouchulu y Marta Ruiz.
Sin duda una iniciativa valiosa; sería muy bueno que el próximo Simposio se realizara en Argentina.
Pablo Bardin