
Grandes actuaciones exhibieron la esencia teatral del clásico de Verdi.
Rigoletto, de Giuseppe Verdi y Francesco Maria Piave. Dirección musical: Facundo Sacco. Dirección escénica: Leandro Sosa. Dirección de coro: Juan Feico. Escenografía digital: Leandro Sosa, Gastón Meza. Diseño de luces: Alfonsina Stivelman. Reparto: Marcelo Iglesias Reynes, Paula Alba, Cristian Karim Taleb, Claudio Rotella, Bibiana Fischy, Emiliano Rodríguez, Sol Risé, Juan Ignacio Suares Christiansen, Nando Dip, Ignacio Bellini, Vanina de Bonis, Sofía Verna, Tomás Eckart, Roberto Occhiuzzi. Sala: Teatro IFT, sábado 21
Por Julián Guzzo.
La compañía independiente Celebrarte Música realizó la segunda y última función de Rigoletto junto a la Orquesta Jóvenes Talentos de Buenos Aires en el Teatro IFT de Once. La puesta fue funcional al desenvolvimiento actoral, necesario para actualizar el poder de convocatoria que posee este clásico de la ópera italiana.
El contexto de Mantua fue introducido por videos proyectados sobre cuatro superficies ubicadas en el escenario. Esta estrategia ya conocida y denominada mapping resultó llamativa debido al tratamiento dramático brindado por Leandro Sosa y Gastón Meza. Lejos de sugerir ambientes estáticos, el medio digital ofreció imágenes que interactuaron directamente con los personajes en escena. También, reaccionó a las dinámicas sonoras que la dirección de Facundo Sacco destacó con precisión.
La ópera en tres actos estrenada en 1851 y el drama en el que está basada (El rey se divierte de Victor Hugo), sufrieron la censura de la época. El Duque (Cristian Karim Taleb) está representado como el soberano seductor que no tiene escrúpulos. Su bufón Rigoletto (Marcelo Iglesias Reynes), jorobado y marginal, incomoda a la nobleza con sus burlas. Pero como respuesta a una de ellas, recibe la maledizione que repercute en el destino de su hija Gilda (Paula Alba), víctima de las capciosas intenciones del Duque.
En la puesta de Celebrarte, el juego abierto por los intérpretes en el espacio escénico permitió que el interés sobre la acción se mantenga, incluso cuando las proyecciones digitales sufrieron un desperfecto que persistió por algunos minutos en el segundo acto. Por su parte, la iluminación a cargo de Alfonsina Stivelman definió la atmósfera nocturna y sombría de la obra con el contraste del claroscuro.
El desempeño vocal por parte del coro y de los solistas fue muy consistente. C. K. Taleb transmitió la confianza del Duque al canto sin mayor esfuerzo, mientras que M. Iglesias Reynes adaptó su voz a los distintos estados por los que transita Rigoletto. Lo mismo realizó con buenos resultados P. Alba, si bien en el primer dúo con Iglesias la proyección fue algo dispareja, el siguiente con Taleb ofreció uno de los mejores momentos de la noche.
Por último, un reconocimiento especial merece el personaje de Maddalena que hizo su aparición en el último acto. Bibiana Fischy aportó claridad y agilidad a los conjuntos muy bien ensamblados que, en definitiva, sirvieron como resumen de la función en general: una puesta coherente en todos sus aspectos, que fue aplaudida entre escenas en reiteradas ocasiones.
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