Redescubriendo al “Mono” Villegas con Diana Lopszyc y Manuel Fraga

El próximo Pianorama, el ciclo organizado por la Fundación El Sonido y el Tiempo Internacional, será dedicado a la figura mítica de Enrique “Mono” Villegas. Las funciones se llevarán a cabo los viernes 25 de octubre y 29 de noviembre de 2024, a las 20:30 hs, en el Auditorio de la Fundación San Rafael (Ramallo 2606, Saavedra, Caba).  Entradas aquí.

MusicaClasicaBA dialogó con Diana Lopszyc y Manuel Fraga, dos de sus protagonistas.

Por David Lifschitz

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Si existe un músico argentino enigmático, sin duda es Enrique “Mono” Villegas. Y no solamente por lo poco que se sabe sobre su vida, sino también por su característica  “imparcialidad” y desenfado para interpretar con pasión piezas de raigambre clásica, jazzística y folklórica.

¿Quién se hubiera atrevido a incluir improvisaciones en sus conciertos de música académica, grabar preludios de Chopin en clave de jazz o tocar la Rapsodia en Blue en un estadio de fútbol ante una multitud? El perfil de un músico pionero contado por dos de los mejores pianistas del país.

-¿De qué se trata el “Pianorama” Argentino?

Manuel Fraga: Es uno de los proyectos de la Fundación El Sonido y el Tiempo Internacional, que preside el pianista Daniel Goldstein y también participa en este concierto dedicado al pianista clásico y de jazz Enrique “Mono” Villegas. Las actividades que propone son dos: talleres y clases magistrales sobre técnica pianística y conciertos de piano en los que usualmente se incluyen distintos estilos musicales.

Diana Lopszyc: Cabe destacar que la Fundación tiene más de 30 años de trayectoria durante la cual viene desarrollando una intensa labor con su presidente, Daniel Goldstein, a la cabeza. Gracias a su gestión, notables artistas nacionales e internacionales participan de las actividades de perfeccionamiento técnico y divulgación, incluyendo un espacio destacado para la difusión de música escrita por compositores argentinos.

«Pienso que cuanto más se profundiza en su arte, más inconmensurable y genial es. Estudiar su huella me genera una gran inspiración y aliento para continuar con mis propias búsquedas.» – Diana Lopszyc

-¿Por qué esta edición propone “encontrar” a Enrique Villegas?

MF: El concierto del viernes 25 de octubre en el auditorio San Rafael está dedicado a su dimensión musical, por eso lo llamamos “Encontrando al Mono Villegas”. En el mes de agosto se presentó “Mono – Buscando a Enrique Villegas”, un libro sobre su vida escrito por el periodista Claudio Parisi . Es una recopilación de entrevistas con músicos, familiares de Villegas, amigos, productores, periodistas, etc., en las que cada uno aporta su experiencia sobre esta gran figura de la música. En realidad, se sabe muy poco de la vida “personal” de Villegas; aunque fue un músico muy popular, era bastante reservado. En lo que a mí respecta, la lectura del libro junto con sus grabaciones con distintas formaciones, me permitieron redescubrir su personalidad musical.

DL: Coincido ampliamente con Manuel. Villegas es una figura que crece con el tiempo, evidenciando cada vez más su enorme dimensión. La magnitud abarcativa de su arte es sorprendente y nos inspira a seguir ampliando una infinita búsqueda musical.

-Podía interpretar piezas de géneros que plantean desafíos técnicos diferentes.

MF: Es cierto. Grabó temas con obras de Adolfo Ábalos a partir de lecturas a primera vista. En este momento de mi vida, siento que estoy en mejores condiciones de entender y dimensionar más cabalmente el aporte que hizo a la música en general y al jazz argentino en particular.

«Cuando se lo escucha a Villegas jamás se repite; toma células o frases de la melodía y las desarrolla. Eso es improvisar en serio.» – Manuel Fraga

-¿Cómo está organizado el concierto?

MF: La idea es abarcar la personalidad musical de Villegas. Y para poder hacerlo, se necesitan 3 pianistas. Su historia es única; creo que el único que en aquellos años podía hacer algo parecido fue Friedrich Gulda.

-¿Recuerda en qué circunstancia conoció su música?

MF: Cuando yo tenía nueve o diez años, mi tío Oscar, que tocaba el piano de oído y nunca se dedicó profesionalmente a la música, apareció en mi casa y me regaló todos sus discos de jazz. Había registros de Benny Goodman, Louis Armstrong, Dave Brubeck, Erroll Garner, John Coltrane, y de “un tal” Enrique Villegas. Era su disco “Metamorfosis”, en el que grabó con un trío los veinticuatro Preludios de Chopin en estilo de jazz. Pasaron algunos años hasta que estudié esos Preludios. Cuando volví a escuchar “Metamorfosis” me di cuenta del profundo trabajo de análisis formal, armónico y melódico que había hecho Villegas. Claro, él había sido en su juventud un gran concertista de piano; había estrenado en Argentina el Concierto en Sol Mayor de Ravel  en 1933, un año después del estreno mundial en Francia. También estrenó en nuestro país la Rapsodia en Blue en el Teatro Colón. En 1974 la tocó con la Orquesta Sinfónica Nacional en la Cancha de Vélez Sarsfield, con la dirección de Jacques Bodmer ante más de veinte mil personas.

DL: En mi caso, tuve la suerte de escucharlo en muchas ocasiones cuando era niña a través de grabaciones y TV. Me alentaba mi madre, que también era pianista. En ese momento, siendo estudiante de piano clásico, me deslumbró y conmovió la felicidad que irradiaba su estilo.

-¿Por qué es una figura resonante de la música argentina?

MF: Fue uno de los tres o cuatro músicos de jazz argentinos que llegaron a ser famosos, casi populares, como Oscar Alemán, Lalo Schiffrin o Leandro “Gato” Barbieri. En los años ’50, Villegas fue invitado por el sello Columbia a grabar con músicos de jazz estadounidenses; tocó en clubes de Nueva York. Hasta llegó a presentarse enfrente de un club en el que tocaba Thelonious Monk, quien fue a escucharlo a Villegas al menos una vez. En una oportunidad compartió el escenario con Duke Ellington. ¿Qué músico argentino de jazz puede mostrar semejantes logros en su currículum?

DL: La figura de Villegas se fue acrecentando con el tiempo, evidenciando la magnitud abarcativa de su arte. Sigue sorprendente y nos inspira a seguir ampliando una infinita búsqueda musical. Es el artista que encarna el arte sin límites, y ha demostrado de modo superlativo que la música es un gran universo, un todo.

-¿Fue un músico estilísticamente incorrecto?

MF: Fue un músico diferente, original, que no imitaba a nadie aunque conocía profundamente a los grandes clásicos, a las figuras fundamentales del jazz, y diría que de toda la música de alto nivel. Era amigo de Horacio Salgán, ambos sentían una sincera admiración por el otro. El “mono” fue uno de esos artistas que quiebran límites, abren ventanas nuevas y se animan a experimentar. Pero siempre valiéndose de una formación completísima; ahí está la gran diferencia. Fue admirado por pianistas clásicos internacionales, que muchas veces lo iban a visitar para intercambiar ideas o incluso pedirle sugerencias.

-¿Cómo se notan esas cualidades distintivas en sus interpretaciones?
MF
: Basta con escucharlo. En el disco de su concierto en Vélez Sarsfield, improvisaba los pasajes solistas que había escrito Gershwin. Al escucharlos, se nota que sabía exactamente lo que estaba escrito, pero además que había hecho un análisis total de la obra. Entonces, pueden escucharse esas secciones y reconocerlas, pero al mismo tiempo admirar las variaciones que improvisaba. Eso no lo hace cualquier músico. Muchas veces algunos pianistas clásicos, cuando se toman libertades en las cadencias, tocan sin ningún criterio.

-¿Podría decirse que le dio una nueva jerarquía a la improvisación?

MF: Improvisar no es tocar cualquier cosa, sino ­componer en el momento en forma espontánea. Para poder hacerlo hay que dominar las mismas herramientas que un compositor. Por eso Stravinsky decía que “la composición es improvisación selectiva”.
En general, los músicos de jazz cuando improvisan -al menos muchos de los que escucho acá- tocan células melódicas ya estudiadas, y las combinan espontáneamente. ¿Eso es componer en el momento? Creo que no.  En cambio cuando se lo escucha a Villegas jamás se repite; toma células o frases de la melodía y las desarrolla. Eso es improvisar en serio. Por eso el jazz suele aburrir al público; porque las improvisaciones suenan todas iguales o parecidas. No, muchachos, no es así la música. Villegas las enfoca como desarrollos con lenguaje académico de células o motivos melódicos.

-Era habitual que las incorporara en sus conciertos como piezas en sí mismas.

MF: Sí. En la década del ´40, cuando tenía alrededor de treinta años, era habitual que sus recitales de música clásica terminaran con improvisaciones. Todos los programas que tengo de sus conciertos cerraban de ese modo. Daría cualquier cosa por saber qué improvisaba.

-¿Habrá utilizado recursos del jazz?

MF: Lo dudo. Estoy convencido de que, inspirado e impactado emocionalmente por las obras que acababa de interpretar, tocaría improvisaciones espontáneas a la manera de lo que solía hacer Keith Jarrett en los años ’70, con la diferencia de que Villegas seguramente creaba en el momento algo relacionado con alguna de las obras que había tocado unos minutos antes. Estoy convencido de eso porque ha sido, hasta el día de hoy, el único pianista de jazz argentino con esa capacidad.

-¿Cómo se diseñó el programa que se ofrecerá durante el concierto?

MF: La consigna era que incluyera obras clásicas, algo argentino y por supuesto jazz o improvisaciones sobre las obras que interpretarán Daniel o Diana. El homenaje se basará en esta combinación.

-¿Villegas dejó una herencia estrictamente musical?

MF: Creo que con el legado musical basta y sobra. Hace poco, durante una entrevista, me preguntaron si Villegas había creado una escuela. Sí lo hizo, pero nadie la continuó. No conozco ningún pianista de jazz argentino que improvise con ese concepto académico que algunos compositores llaman “desarrollo Beethoveniano.”

-Quizás ése sea su legado.

MF: Yo creo que es hora de que los músicos de jazz dejemos de “pavear” tocando frases prefabricadas. Tenemos que tomar la posta, mantener encendida la mecha que prendió Villegas y empezar a tocar con otro nivel, diría tocar en serio. No estoy diciendo que yo lo haya logrado, pero sí que hace unos años estoy en esa búsqueda.  El redescubrimiento de la dimensión musical del “Mono” Villegas me orienta para encontrar mi rumbo.

DL: Pienso que cuanto más se profundiza en su arte, más inconmensurable y genial es. Estudiar su huella me genera una gran inspiración y aliento para continuar con mis propias búsquedas. Es un ejemplo para todas las generaciones.

-Entonces, podría ser un ejemplo para otros músicos.

MF: Si los músicos de jazz intentáramos seguir el concepto de Villegas, el público no escucharía improvisaciones monótonas, sino creaciones espontáneas guiadas por las normas y reglas de la música universal. Sería un lenguaje familiar porque a través suyo se transmite el gusto por la música. El ideal de una buena improvisación, es que al terminar de tocarla el público sienta lo mismo que cuando escucha por primera vez una obra ya compuesta.  No sé si lo lograré alguna vez, pero creo que vale la pena intentarlo.

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