PH: Liliana Morsia, Mozarteum Argentino
En una especie de tradición que parece haberse establecido en los últimos años incluyendo un recital de mezzo en cada temporada, y apenas dos semanas después de la presentación de Daniel Barenboim con la West-Eastern Divan, el Mozarteum Argentino tuvo una nueva fecha, en que la holandesa Christianne Stotijn cantó un programa idéntico para sus dos ciclos. Fue en un recital con piano, más allá de que algunas de las obras sean originalmente de canto orquestal.
Era la primera vez que se presentaba en nuestro país esta mezzosoprano holandesa especialista en recitales y canción de cámara. Stotijn se ha establecido bastante bien como intérprete de conciertos con varios autores alemanes y rusos, también algunos franceses. Se presentó en muchas de las salas más importantes del mundo, y tiene varias grabaciones en su haber, aunque recién este año grabó su primer disco en un gran sello internacional, el variado y atractivo If the owls calls again para Warner. Probablemente el hecho de no hacer regularmente ópera haya limitado su trascendencia, pero en Europa Central tiene sobrada actividad sin cantar para la escena.
Con ella tocó Maciej Pikulski, el buen pianista polaco que la acompañará también en el Teatro Solís de Montevideo y en Río de Janeiro, en la gira que Stotijn tiene organizada.
El concierto fue muy correcto en lo técnico y expresivo. Con total dominio de las obras que interpretó, su voz homogénea, de grato timbre y pareja, fluía con naturalidad y calidez en la sala del Colón. El programa consistió en una selección de canciones de Tchaikovsky, variadas, donde ella mostró su afinidad con el repertorio ruso, lengua que parece dominar perfectamente, y de la cual es frecuente intérprete. Muchas de estas canciones son poco oídas en nuestros escenarios, y fue una magnífica oportunidad, aunque no del gusto de cualquiera. Luego interpretó cinco lieder varios de Strauss, también con calidad.
PH: Liliana Morsia, Mozarteum Argentino
Tras el intervalo el programa siguió con una selección de los lieder “Des Knaben Wunderhorn” de Mahler, autor que también canta con frecuencia, inclusive las partes vocales de sus sinfonías. Y cerró con una selección de las Canciones de cabaret de William Bolcom, obras más relajadas que también la mostraron en un aspecto desenfadado como en Song of Black Max, con complicidad del pianista, o en Fur. Fuera de programa cantó una de las Canciones gitanas de Brahms y Kukushka de Tchaikovsky.
Fue un recital íntimo y variado, a nuestro entender de alta y pareja calidad. Parte del público, y algunos periodistas, se mostraron entre distantes hasta, en algunos casos, críticos sobre cierta frialdad de la cantante e inclusive señalando dificultades técnicas que parecen muy difíciles de compartir como observación. Sí fue un programa no orientado a conquistar a un público como el argentino, donde la presencia de algunas arias operísticas de repertorio, o al menos una variedad más amplia de autores o ciclos más conocidos, podría haber redundado en una respuesta más efusiva. Pero esto fue una buena muestra del arte de Stotijn, con muy buen acompañamiento de Pikulski, y comparaciones con las recientes presentaciones de DiDonato o Kasarova, aparte de injustas, son totalmente inconducentes. Tal vez no cubrió las expectativas de algunos, pero sí fue genuina en mostrar lo que es, y lo hizo bien, aunque puede que en los astros estuviera escrito que no se ganaría el corazón del público de Buenos Aires.
© Pablo A. Lucioni