Radio Nacional Clásica: entre lo incierto, la defensa y el abismo

Desde la asunción de la nueva gestión nacional, el ambiente cultural atraviesa una situación de suma incertidumbre. A las promesas de campaña, que auguraban privatizaciones, se suman ataques abiertos a instituciones como el Fondo Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Música y otras más. En este artículo hablaremos sobre la situación de Radio Nacional Clásica, el último bastión de la música clásica en la radiofonía argentina.

Por Virginia Chacon Dorr

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La situación de la cultura en Argentina no difiere mucho de la de otros campos. La táctica del gobierno parece efectiva, pero ciertamente no es nueva: presentar la mayor cantidad de medidas, leyes y definiciones en el menor tiempo posible. Así, parte de la sociedad y las instituciones están sometidas a un «Blitzkrieg» político. Quizás en estos términos se puedan pensar hoy las idas y vueltas del gobierno nacional en relación con la cultura, y los esfuerzos para reagruparse por parte de sus distintos agentes.

Dudas y renuncias

Radio Nacional aplica hoy una programación de emergencia en un contexto de más de 500 trabajadores, en todo el país, cuyos contratos no saben si serán renovados. Esta programación durará lo que se tarde  en designar las nuevas autoridades para definir si se convierte en realidad una promesa de campaña: la privatización de los medios públicos. Por supuesto, todo giro de signo en las gestiones públicas se caracteriza por un recambio en las autoridades de las instituciones que la orbitan; pero el cambio actual no representa una continuidad sino una promesa del fin de estos medios como los concebimos hasta hoy.

Es así que en el momento de la asunción de Javier Milei, se sucedieron las renuncias de los funcionarios que encabezaban Radio y Televisión Argentina. Primero fue la renuncia de la presidenta Rosario Lufrano junto a sus ejecutivos a cargo: Claudio Martínez, de TV Pública, y Alejandro Pont Lezica de Radio Nacional. Las fichas fueron cayendo y también renunciaron Mikki Lusardi de Nacional Rock y Mavi Diaz de Nacional Folklórica.

¿Y Radio Nacional Clásica?

Hasta la fecha (11/1), su directora Andrea Merenzon no ha presentado la renuncia, que ya habría sido exigida (según el diario Clarín) por Javier Monte, designado temporalmente a cargo de Radio y Televisión Argentina para llevar a cabo el ajuste en estas instituciones. Fuentes aseguran que la situación es de suma incertidumbre, ya que “aún no se han designado nuevas autoridades para Radio Nacional, por lo que no tenemos ninguna información respecto a lo que sucederá con la emisora”.

Al no haber ninguna idea de con qué presupuesto se contará para 2024, el mismo tono de indefinición se refleja en la programación. Las fuentes afirman que durante los meses de verano se emitirá una programación musical especial a cargo del personal de planta que no fue desplazado de su puesto.

El Estado, la cultura y un terremoto

El 1 de noviembre de 1755 un terremoto devastó Lisboa. El desastre fue tan abrumador que aquellos que lo vivieron comprendieron que su existencia nunca sería igual. Este hecho fue uno de los grandes motores para que Immanuel Kant formulara su concepto de lo sublime, relacionado con el desafío extremo a nuestra capacidad de representación y comprensión ante la total desmesura. A menos de un mes de la asunción de Javier Milei, ante un hecho asimilable al descripto anteriormente, distintos agentes culturales comienzan a ensayar respuestas y a formular defensas.

En Radio Nacional, resulta difícil creer que un proyecto de privatización salvaje sea una tarea sencilla, y se respaldan en el andamiaje legal que protege a los medios públicos de esa clase de planes. Además, agregan: “El Estado es fundamental para el desarrollo del sector cultural, sobre todo en países como el nuestro, con una amplia tradición de apoyo estatal a la cultura. Hay instituciones, organismos y actividades de este sector que no se rigen por una lógica comercial y que son fundamentales y necesarios para nuestra vida en comunidad. Sin el apoyo del Estado, no podríamos tener organismos artísticos, teatros, museos, medios de comunicación y programas de incentivo esenciales para el desarrollo artístico y para garantizar el acceso a la cultura de la población, algo imprescindible en una sociedad democrática.”

Repercusiones en las redes

Muchos de quienes fueron protagonistas de la programación en años pasados se han volcado a las redes para expresarse respecto a la situación de Radio Nacional Clásica. Uno de ellos fue el escritor y periodista Diego Fischerman, conductor del programa “La discoteca de Alejandría” en la 96.7. En sus palabras se expresa de manera concisa y precisa la indefinición a la que se han visto sometidos programas que ostentan una valiosa trayectoria, resistente incluso a los cambios de gobierno.

“Hoy, domingo, habría varios programas en Radio Nacional Clásica. OMNI, de Marcelo Delgado, La voz humana de Victor Torres, Un programa de ópera, de Marcelo Lombardero, el mío, La discoteca de Alejandría. Ignoro cuántos oyentes teníamos. Seguramente no todo le gustara de la misma manera a los mismos y habría diferencias entre uno y otro. Pero sin duda había gente que nos escuchaba y disfrutaba y sentía que se enriquecía con nuestros programas. Y todos nosotros –y seguramente muchos otros también– hacíamos programas profesionales, donde además de difundir aquello que no se difunde en ninguna otra parte (para eso, entre otras cuestiones, es una radio oficial destinada a la música artística) hablábamos de otras cosas que nuestros gustos y éramos capaces, incluso, de ponerlos en discusión. Programas que cumplían con una función indelegable del Estado en tanto a ninguna empresa privada le interesaría la difusión y la discusión del patrimonio universal –ni tendría por qué hacerlo–. Nuestros programas, después de quince años, no están más. No hubo explicación ni comunicación de autoridad alguna que, por otra parte, desconocemos. Ignoramos si la suspensión es temporaria o definitiva. Los perjudicados no somos nosotros. O no económicamente, por lo menos. Nuestros honorarios eran muy bajos e insignificantes en el marco de la administración del Estado. Los perjudicados son los oyentes y, desde ya, una concepción democrática de la cultura y del rol del Estado que fue, hasta ahora, y más allá de cambios políticos y vicisitudes incontables, parte de lo mejor que ha caracterizado a la Argentina.”

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