¿Quién fue Delia Sacerdote?

Delia Sacerdote

La fina y talentosa pianista que brilló en la escena porteña de los años 30. Discípula de Wanda Landowska en Francia y Vicente Scaramuzza en la Argentina. Presidió uno de los salones musicales de Buenos Aires recibiendo a las más encumbradas figuras de la época. 

Por Cecilia Scalisi

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Las fotos en blanco y negro como tomadas de una película de Fritz Lang en los mejores tiempos del cine mudo. El retrato de una fina mujer en las páginas amarillentas de un álbum reencontrado y los recortes de una carrera rutilante referidos a una “señorita de aptitudes notables”, dan cuenta no sólo de la época sino de la extensión de una trayectoria excepcional. De 1931 data el inicio de esa trayectoria, año del debut de Delia Sacerdote con un recital en la desaparecida Sociedad Cultural Diapasón, una intérprete sobresaliente que dejó su huella en la historia del piano en la Argentina.

Tras las huellas de esa figura tuvo lugar en Buenos Aires un encuentro con su hija, la también pianista y destacada profesora del Conservatorio Nacional, Graciela Beretervide, en el primer piso del señorial edificio francés de la avenida Pueyrredón, en el Barrio Norte porteño donde, por casi cincuenta años, presidió sus reuniones musicales. ¿Quién fue Delia Sacerdote? es la pregunta que abre la siguiente conversación.

“Fue una pianista famosa —recuerda la hija recorriendo con admiración y afecto las páginas del álbum que descubrió tras la muerte de Delia en 2008, a los 96 años—. Fue famosa y respetada, sobre todo como una gran especialista de los clásicos. Por supuesto que sabíamos de su carrera —advierte—, pero recién al revisar sus carpetas de recuerdos, donde están todas las críticas, las fotos y los programas de sus conciertos con una cantidad increíble de obras dificilísimas, pude tomar verdadera dimensión no solo de lo que ella fue como pianista sino de lo que dejó por nosotros. Porque evidentemente su vida de conciertos cambió cuando se casó.”

“De entre sus recuerdos se han rescatado recientemente las únicas dos grabaciones que hay de ella, ambas en el Teatro Colón: el Concierto en re menor para dos pianos y orquesta de Francis Poulenc en el año 1956 junto a la talentosa pianista uruguaya Nybia Mariño, con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección del renombrado maestro polaco Paul Klecki; y el Concierto nº 21 de Mozart K 467 en el año 1965 dirigido por el maestro rumano Constantin Silvestri con la Filarmónica. ¡Se consiguió la hazaña de recuperar ambas grabaciones de los originales en disco de pasta! Una maravilla de la técnica que nos permite apreciar su distinguido toque.”

Delia Sacerdote

La formación

¿Cómo descubrió la música y decidió dedicarse al piano como profesión en una época en que era poco habitual?

No sé en verdad cómo fue su descubrimiento ni su decisión con la música. Sólo sé que ella tocó el piano toda la vida y a la edad de dieciocho se fue a Francia a estudiar con la gran Wanda Landowska, durante casi dos años. La llevó mi abuela Matilde Haupt. Era tan linda de joven que siempre contaban que la Landowska le decía a mi abuela: ¡Mejor no me la deje aquí! Solían recordar el tipo de belleza de su juventud como el de una diosa griega…También contaban que a Wanda se le podía ocurrir algo en cualquier momento, como grabar alguna pieza a las 4 de la mañana y había que ir a su casa a esa hora, o que organizaba fiestas de disfraces o que era capaz de detener un concierto en el medio de su ejecución porque un hombre sentado en la primera fila se abanicaba fuera del compás y el movimiento la exasperaba. Fue una figura fantástica y mi madre se convirtió en la única pianista de toda Latinoamérica en ser “discípula de la gran Wanda Landowska”.

¿Qué siguió después de Francia?

Scaramuzza en Buenos Aires. ¡Toda su vida con el maestro Scaramuzza! Tomó clases con Robert Casadesus y con algunos otros grandes pianistas de los que recibió consejos, entre ellos el querido y admirado Claudio Arrau que la impulsó a estudiar a fondo la obra completa de Johannes Brahms. Pero a Landowska siempre la siguió nombrando con ponderación y respeto, como música, como maestra y como persona. En un viaje que hicimos a París, me llevó a visitar la casa donde había vivido en esos años de estudiante cuando iba a la École de Musique Ancienne en Saint Leu-La-Forȇt.

La pianista

Rigor, perfeccionismo y expresión

¿Qué virtudes sobresalían en su toque y cuáles fueron sus hitos como intérprete?

Ella tenía el don de enunciar cada frase con el gesto adecuado; el ser rigurosa, pero a la vez expresiva; tocar con una digitación muy clara. Los críticos resaltaban su técnica y su sonido, en especial para Bach y los clavecinistas para los que se revelaba particularmente dotada “por temperamento y por formación —decían—, habiendo asimilado las enseñanzas de Wanda Landowska”. Mamá sabía muchísimo, comprendía los estilos y las obras profundamente y tenía un repertorio extenso. Era una mujer perfeccionista y muy exigente, con los demás, pero primero consigo misma. Entre los hitos que marcaron su carrera e incluso están citados en los libros de historia de la música en la Argentina, Alberto Ginastera solía recordar cómo había tocado la obra de Stravinsky, la Suite del ballet Petrushka para piano. Del propio Ginastera estrenó la Suite de Danzas criollas y por supuesto, un mérito de su trayectoria fue el estreno argentino de los Doce Estudios de Claude Debussy.

“Hace tiempo que Delia Sacerdote ocupa un lugar de primera fila entre los pianistas argentinos —escribió La Razón de Buenos Aires en ocasión de un recital suyo—. Lo ha conquistado con sus traducciones tan escrupulosas y emotivas, solo posibles cuando la técnica segura y la sensibilidad depurada corren parejas.” Opinión a la cual el diario El Mundo agregó: “Temperamento musical elegante y comunicativo en sus versiones de gran nobleza y puro estilo.”

 

De discípulos y maestros

¿Tuvo inclinación hacia la enseñanza?

Le gustaba, pero nunca enseñó. Sí participaba de muchos jurados y su opinión era sumamente respetada. No regalaba elogios. A nadie. Mucho menos a mí, que era su hija porque era muy justa. Tocara quien tocara, ella daba su opinión sincera. Fueran amigos o desconocidos, y aún dispuesta a encontrar el lado positivo, ella siempre decía la verdad. Sabía reconocer el toque de los grandes músicos desde los primeros compases. Por eso su autoridad era tan valorada en el medio musical.

Más allá del vínculo de madre e hija, las unía también la formación del temido maestro Vicente Scaramuzza, un portento de la enseñanza que forjó a los más descollantes pianistas argentinos

Yo tenía ocho años cuando empecé a estudiar con el maestro. Mi madre, que había sido discípula suya y desde mucho antes de que yo naciera, no sé si se hacía escuchar por él cuando daba sus conciertos. Sí sé que le exigió como condición, antes de tomarme como alumna, que ella estuviera presente en todas mis clases. Le hacía escribir, escribir, escribir…. Tomar nota de todas sus indicaciones que me daba. Era un maestro descomunal, pero no era adecuado para enseñarle a chicos de esa edad. Sus imágenes ahora me parecen fantásticas, pero en ese momento, a los ocho o nueve años, con la madurez y la capacidad de razonamiento de un niño, sus ideas resultaban incomprensibles. Cuando decía: “que el caballo no vaya solo”, yo me quedaba pensando ¿qué quiere decir eso? Quería decir “que no toque sin peso, que el caballo no corra sin el jinete.” Para un chico esas asociaciones suyas no eran nada fáciles de entender. No era fácil interpretar lo que pedía a partir de esas metáforas complejas. Otra idea abstracta que repetía a menudo era la del samurái con la espada. Él decía que el samurái tiene la espada y quiere matar a su contrincante. Pero el contrincante también tiene la suya y lo quiere matar a él. ¡Es una imagen fantástica! aunque bastante rebuscada. El concepto era: “tener el sable bien agarrado, pero con el brazo libre”.  Y mi madre me lo repetía cuando íbamos al Colón a escuchar a un pianista. “¿Ves cómo está agarrado al piano?” me decía. Y yo para mis adentros pensaba: ¡¿Cómo no va a estar agarrado al piano, si está tocando un concierto?! Era la imagen del samurái: agarrado al sable con firmeza, pero con el brazo suelto para tener libertad. El maestro era bravo, era un calabrés de carácter muy fuerte. Yo entraba aterrorizada a esa mítica casa de la calle Lavalle (casi Ayacucho). Era terrible. Les gritaba a las chicas que se fueran a lavar los platos. Y hasta el día de hoy a Scaramuzza lo recuerdo por el terror que sentía en sus clases.

De los conciertos a la familia

Recién a partir de este álbum tan rico en recuerdos e información, pudiste tomar conciencia de la pianista que fue Delia de soltera

Así es. De chicos escuchábamos historias, pero no sabía de esta existencia. Yo no conocía este álbum que fue como una revelación, la confirmación de que ella dejó todo por nosotros y al ser una mujer tan ordenada y perfeccionista, una vez que se casó fue dejando los conciertos y solo daba algunos pocos de forma aislada, pero ya nunca más esa carrera que había tenido antes tocando unas obras tan difíciles de Schumann, Beethoven, Chopin… ¡Y eso que no fue nada fácil convencer a mi padre de que se casara! Él era un verdadero solterón que le llevaba veinte años a mamá. Vivía con su madre y sus hermanos en una casa de la calle Lavalle, al frente de la Iglesia del Salvador [NR: una propiedad vecina a la casa-conservatorio de Vicente Scaramuzza sobre la misma vereda de la calle Lavalle en el Barrio de Balvanera]. Él no estaba convencido de casarse, tenía su carrera y estaba dedicado al trabajo y la profesión. Finalmente, mamá se casó con él. Mi padre era un médico importante que atendía en esta misma casa. Aquí él atendía su consultorio de 14 a 21 horas, con lo cual, para mi madre, con su eterno afán por el orden y la perfección, los hijos (mis hermanos) y los pacientes que se recibían en esta casa y luego mi padre que salía a visitar enfermos, esto para ella era un loquero. Creo que por todo eso y por todos nosotros, ella fue dejando la vida de los conciertos.

Delia Sacerdote, Claudio Arrau y Graciela Beretervide
Delia Sacerdote, Claudio Arrau y Graciela Beretervide

Los amigos y el salón de la música

Y a esa superposición de la vida familiar y profesional se sumaba una intensa vida social en torno a la música y las visitas descollantes que llegaban a la Argentina ¿Qué recuerdos podrías compartir de ese aspecto de Delia Sacerdote en la escena pública?

Por casi cincuenta años, en esta casa se recibió a muchos artistas que venían a Buenos Aires, grandes pianistas y cantantes. María Tipo, Nikita Magaloff, Claudio Arrau, Ralph Votapek, Alexis Golovin, ¡Marthita, por supuesto! Martha Argerich, que de chica venía a practicar en este piano acompañada por su madre, Juanita. En la foto de este libro [NR: señala un volumen de “En la Edad de las Promesas. La infancia de los tres prodigios”, autoría de esta cronista (Cecilia Scalisi, Editorial Sudamericana)] se la ve a Marthita sentada al lado de este hogar. Otro que venía mucho era Witold Malcuzynski. 

Incluso papá fue testigo de su ciudadanía argentina. Él no era un pianista a lo Backhaus, de los más grandes, pero sí el mejor intérprete de las Mazurcas de Chopin ¡Además, super buenmozo! Era extraordinario. Tenía un arrastre fenomenal con el público, algo que ni los más grandes pianistas conseguían ¡y aquí todo el mundo se enloquecía con él! Nikita Magaloff fue otro gran amigo de mamá. Él contó, aquí sentado en la cabecera de esta mesa que, siendo amigo íntimo de Vladimir Horowitz, ambos rusos, fue quien tuvo que darle la brutal noticia de que su hija se había suicidado en Milán. ¡Qué noticia tan tremenda! Decían que el pobre Horowitz había ido vendiendo los cuadros de su famosa colección para pagar las internaciones psiquiátricas de su hija, e incluso que volvió a los escenarios para cubrir las deudas que tenía con ese instituto. Y se suicidó… Su única hija, enterrada en Milán junto a su famoso abuelo, Arturo Toscanini. Alicia de Larrocha fue muy cercana a mi madre y después íntima amiga mía por los años que compartimos en New York cuando fui a estudiar con Claudio Arrau. Yo estaba siempre al lado de ella. ¡Viajaba muchísimo! Su empresario realmente la explotó de un modo brutal, porque ni a un pianista de veinticinco años se lo puede hacer tocar de esa manera. Ella tenía unos cuatro años por delante con la agenda completamente cubierta ¡ni una fecha libre! María Tipo fue otra de las grandes amistades que frecuentaron esta casa. Cuando todavía éramos chicas de colegio y María Tipo vino a quedarse en casa, era una jovencita divina, una chica preciosa, rubia de ojos celestes, que todavía extrañaba a su mamá. Cuando María salía al escenario, era como una aparición y Marthita dijo “Yo quiero ser como ella”. Tal era el éxito impresionante que tenía en la Argentina. María era una dama, una pianista refinada, formada con su propia madre, heredera de esa gran escuela pianística italiana de la que también provenía Scaramuzza. Marthita decía: “Yo quiero ser como ella” y con eso lo digo todo. Esta era la casa de los músicos, algo lindísimo de aquella época, de un tiempo maravilloso que extraño tanto, como a mi madre, esa pianista querida y admirada con la que compartimos toda una vida de música, las óperas y los conciertos que amábamos tanto.

C.S.

11/12/2024


BECA DELIA SACERDOTE DE BERETERVIDE / 2025

Beca Delia Sacerdote
Creada por el Centro de Estudios Pianísticos – CEP en homenaje a la gran intérprete Delia Sacerdote de Beretervide, cuenta con la aprobación de su hija, la pianista Graciela Beretervide.

La Sra. Sacerdote de Beretervide desarrolló una intensa e importante carrera y estuvo vinculada por varias décadas al CEP. Fue vicepresidente y asesora artística de nuestra institución, además de presidir muchísimos jurados de concursos. Mantuvo una larga amistad con la Sra. María Rosa Oubiña de Castro “Cucucha”.

La beca incluirá la participación de las personas seleccionadas en actividades presenciales en Argentina:

-Clase magistral Eduardo Delgado
-Curso Bach Hugo Schuler
-Clases en línea con los maestros Ludovica Mosca y Kirill Monorosi.
-Además, esta será una beca de MOVILIDAD, es decir que favorecerá -por medio del pago de pasajes aéreos y terrestres- el desplazamiento de jóvenes dentro del país, para ofrecer conciertos.

Más información: Centro de Estudios Pianísticos

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