Annie Dutoit Argerich es licenciada en literatura comparada por la Universidad de Princeton (EEUU). Obtuvo una maestría en periodismo en la Universidad de Nueva York y es también Doctora en filología francesa y románica por la Universidad de Columbia .
Su interés se centra en transitar distintos caminos del arte. Alejándose del mundo musical que representan sus padres (el director Charles Dutoit y la pianista Martha Argerich) se trasladó a Nueva York donde realizó una exitosa carrera académica. Vivió en la India, luego en Arizona y ahora se encuentra en Buenos Aires, realizando la obra ¿Quién es Clara Wieck? en el Teatro San Martín.
Hablamos con ella en un vivo de Instagram, aquí compartimos parte de nuestra charla.
Por Maxi Luna.
Hola Annie ¿Cómo estás? Ya llevás varias funciones de ¿Quién es Clara Wieck?, obra que narra algunos eventos de la gran pianista y compositora alemana, más conocida como Clara Schumann. ¿Por qué no le contás un poco a la gente que aún no la vió, de qué se trata la obra?
Se trata de saber, cómo lo dice el título de la obra, quién fue Clara Wieck. Tal como decías, es conocida por el mundo musical como Clara Schumann, como la mujer de Robert (Schumann). Y también por una amistad muy importante, quizás más que una amistad, con Johannes Brahms.
La vida de Clara fue muy movida y muy trágica por muchas razones que contamos en la obra, que es una bio-ficción muy fiel a los hechos reales y a los desafíos que tuvo Clara. Una mujer que fue una niña prodigio, pianista muy reconocida, compositora y madre de ocho hijos. Tuvo una vida muy complicada por ser excepcional y también por los desafíos de ser mujer en el siglo XIX.
La obra también habla de la complejidad de su relación con su esposo, Robert Schuman, quien luego de un intento de suicidio terminó en un asilo. A partir de ese hecho ella se quedó sola con sus hijos para cuidar, y ahí empezó la segunda parte de su vida.
Contame cuáles son tus sensaciones y las reacciones del público luego de estas primeras funciones.
La belleza del teatro, para mí, es que cada vez es diferente. El público reacciona de manera diferente, a veces participa muy activamente en la obra y otras no. Yo paso la cuarta pared en el teatro, es decir, hablo con el público. A veces el público es más tímido y otras veces reacciona mucho a lo que estoy diciendo, pero de todos modos me parece que la gente se emociona. Tienen una reacción muy positiva a la obra. Para mí es difícil hablar, pero la gente se pierde mucho en ese mundo: durante una hora y media se siente como sí fuera otra época, otro universo. Además -con mi acento alemán, la música en vivo y la escenografía- el escenario se transforma en una especie de burbuja donde el público se siente muy atrapado emocionalmente.
La obra nos lleva a romper prejuicios y preconceptos que tenemos alrededor de la figura de Clara.
Hay mucha controversia en el mundo musical alrededor de la vida de ella, principalmente por lo que pasó con Schumann (N. de la E.: se refiere a sus dos últimos años en el asilo sin que ella lo visitara); también porque tuvo una relación especial con Brahms, que todavía está discutida si fue así o no. Me parece que estamos viviendo en una época que refleja ese problema de creer todo lo que se dice de una persona y juzgar muy rápidamente. En este caso la persona no puede defenderse.
La idea de la obra es que ella viene para explicar quién es. No es una apología de la persona, porque es un personaje muy complejo y contradictorio… eso me parece interesante. Acá no se trata de hacer una defensa de Clara, sino de mostrar la humanidad de una persona que vivió una vida muy difícil.
¿Cómo llegás a esta obra?
La obra me llega a mí la verdad. Yo tuve una coach de teatro en los Estados Unidos, una mujer fantástica, que siempre decía: “vos no elegís el papel, el papel te elige a vos”, y de hecho fue un poco así. Yo estaba participando en el BAFICI, había hecho un corto del director Mariano Nante en el cual participaba también Eduardo Delgado, el pianista que toca en ¿Quién es Clara Wieck?, quien conoce muy bien a Betty Gambartes, la directora de la obra. Ella en ese momento le cuenta que estaba preparando esta obra con Diego Vila y que estaban buscando a una Clara. Fue Eduardo quien le propuso encontrarse conmigo, y debo decir que a Betty le gustó mi “look” porque yo parezco alemana, tengo un poco esta cosa nórdica, ¿no? Pero también siendo yo hija de músicos conozco muy bien todo ese mundo musical. Es una obra sumamente musical, así que un actor tiene que poder sentir la música.
Hay muchos momentos donde yo hablo con la música, pero la verdad que esas palabras no están escritas en un momento específico de la partitura. Yo tengo que escuchar la música y ver cómo interactúo con ella, no es música incidental realmente, es como ser parte de ella.
También, si bien crecí en Suiza, tenía todo el lado cultural alemán, de hecho yo en la obra hablo alemán, lo que me pareció un buen aporte a la obra. Sentí que, para realmente entender a todo ese mundo romántico y entender a Clara, tenía que hablar alemán.
Realmente uno siente que está frente a Clara. Y la conjunción entre la escenografía, la música y el texto está muy bien lograda, también se le suman algunas proyecciones. ¿Cuáles fueron tus fuentes de búsqueda, de investigación?
Hay varias biografías escritas sobre Clara que leí, obviamente. También las cartas. Así que como fuentes directas podría decir que la correspondencia y los diarios íntimos que dejó, de hecho hay diarios que estaba escribiendo junto a Robert. También sabemos que hay una parte que es muy especulativa, que es toda la correspondencia entre Brahms y ella. Luego parte de esa correspondencia fue destruida. Uno puede imaginarse lo que uno quiere.
Además a mí me fascina el romanticismo alemán desde siempre, y releí muchas cosas de aquella época para entender un poco todo este mundo, como Goethe y Heine. Muchos de los lieder de Schumann, por ejemplo, son textos de Heine.
También hablé con mi madre (N. de la E.: Martha Argerich), con mi padre (Charles Dutoit) y con músicos en general acerca de lo que saben de la vida de ella, de Brahms y de Schumann.
¿Descubriste algo sobre Clara que no sabías o que te llamó particularmente la atención?
Para decirte la verdad, todo. Sabía de ella, obviamente, pero no había hecho una investigación real de su vida antes de hacer el papel, así que descubrí muchas cosas. Era una mujer muy particular, de una gran fortaleza, una resiliencia increíble y con un gran sentido del deber y de la responsabilidad. Hay que imaginarla haciendo giras en esa época, que no era como ahora, con toda la incomodidad, viajando en carruaje, tardando meses en regresar. Además tenía que hacer los recitales embarazada, ocuparse de Robert que ya empezaba a tener problemas de insomnio y psicológicos. Ella siempre cumpliendo con lo que tenía que hacer y teniendo que renunciar a ciertas cosas.
Lo que me pareció increíble también es su complejo personal con la composición, porque el discurso de la época era que una mujer no debía componer, pero creció con su padre que la educó como artista y que le dio todas las herramientas para ser una gran música en el sentido total de la palabra. No pensaba en ella como mujer sino como artista. Una gran artista.
Me acuerdo cuando hablé con mi madre acerca de Schumann y de Clara que me dijo: “En esa época ser músico significaba componer, ahora somos todos impostores porque somos intérpretes, pero no podemos componer”.
Clara tuvo que luchar mucho contra los prejuicios, y además estando entre Brahms y Schumann, dos gigantes, tuvo muchos complejos con la composición a la cual finalmente renunció. Eso debe haber sido muy doloroso porque le encantaba componer. Fue como sacar una parte de su vida.
Hay dos momentos de la obra en las que lee algunas críticas de la época con respecto a sus composiciones, en las que se pregunta si habrían sido iguales si hubiese sido hombre.
Sí, son críticas reales, realmente escribieron eso. Hay algunos comentarios del mismo Robert diciéndole que la composición no era cosa de mujeres. Evidentemente en esa época era muy complejo ser mujer, artista y madre.
¿Cómo interpela a la sociedad actual, en el contexto de las luchas de las mujeres, una mujer cómo Clara Wieck?
Ella tenía un conflicto, que para mí es un conflicto que todavía sigue con las mujeres que tienen aspiraciones profesionales y que tienen hijos. El conflicto entre ser madre y una mujer independiente. Hay un discurso de culpa que todavía existe, para mí eso es muy actual.
El discurso feminista general sobre la lucha de la posición de la mujer en la sociedad, de la igualdad de poder y de ser considerada de manera igual a un hombre en todo los aspectos profesionales -que sabemos que todavía no es el caso en muchos lugares- es muy actual todavía. La estructura de la sociedad debe adaptarse a la mujer de ahora, a la mujer que trabaja y que tiene hijos.
Después me parece muy interesante también desde el punto de vista de la relación de las mujeres con los hombres. En esta obra está primero el padre, que le dio toda su formación musical y profesional, aunque al final tuvo muchos conflictos con él. Pero Clara reconoce que fue sumamente esencial, porque le dio las herramientas para ser quién fue. La consideró como una artista y no como una niña, no como una mujer. Eso fue bastante revolucionario.
Después está su relación con Schumann. Y su relación con Brahms, que para mí es la relación más linda de todas. Una relación muy armónica, ya sea un amigo o no, ya que no sabemos si hubo algo más, pero fue muy importante porque él fue un apoyo en su vida y también un intercambio entre pares. Ella leía lo que él escribía y él tenía mucho respeto por su opinión.
Fue una relación de mucho respeto y admiración. También un sostén muy importante en su vida, me imagino aún más en esos años en los que Robert Schumann no estuvo.
Absolutamente. Johannes Brahms fue un gran amigo, se ocupó mucho de los hijos cuando ella tenía que ir a tocar a distintos países. Se ofreció para ayudarla con las finanzas, pero ella no quiso. Con la plata nunca acepto nada porque era muy independiente. Pero además de eso había una relación de músicos, de admiración entre los dos. Lo que es increíble es que Brahms tenía 14 años menos: cuando Clara muere, él muere seis meses después. Realmente había una conexión muy fuerte entre los dos.
Hace unos años realizaste una obra con Karin Lechner en la que te tocó hacer de hija de pianista, ahora interpretas a una madre y pianista. ¿Cuánto se pone de tu vida personal en estas obras y cuánto entendés a tus padres después de haber transitado por estos papeles, en particular a tu mamá?
Con respecto a cuánto hay de mi vida personal, mucho. Como dije antes, siento que este papel me eligió a mí. Hay algo muy especial que me está pasando con la obra: la posibilidad de entender un personaje que era una niña prodigio y, a la vez, yo tener una madre que también tuvo una vida de niña prodigio. Poder entender la soledad que eso implica, no tuvieron realmente una infancia porque tuvieron que -muy rápidamente- salir a tocar en público y no pudieron ir al colegio, por ejemplo.
Igualmente ellas son muy diferentes. Clara Wieck no tuvo un conflicto con el hecho de ser pianista, le encantaba el escenario, era como una rockstar. Sentía además que tenía una misión realmente, la de difundir la nueva música.
Mi madre siempre tuvo muchos conflictos con el hecho de ser pianista y los sigue teniendo. Ella siente que no tuvo la posibilidad de elegir su vida. Le encanta la música, le encanta tocar pero no la vida de ser pianista y la soledad que eso implica.
Yo, de hecho, para prepararme para el personaje de Clara también pasé mucho tiempo sola, no queriendo ver a nadie, estando en una ciudad que no es la mía, lejos de mi familia, de mis hijos. Me puse en el lugar de la artista que tiene que estar sola y lejos de su familia para cumplir con los contratos y giras. Esa soledad la entendí.
Otro punto es que mis padres siempre buscaron (y buscan) la excelencia. No podés hacer algo de excelencia si no ponés todo lo que tenés. Así son mis padres, los dos. Entonces, entendí muchas cosas en ese sentido. Esta obra es una experiencia espiritual para mí, una conexión más allá de todo.
Sos la hija de dos grandes músicos, nada menos que la gran pianista Martha Argerich y el Director Charles Dutoit, ¿por qué te inclinaste por la actuación y no la música?
No fue un recorrido fácil (risas). Me llevó muchos años llegar a eso y vamos a ver dónde voy después. Pero primero tuve que huir del mundo del escenario para realizarme personalmente. Me fui a los Estados Unidos donde hice mis estudios, luego un doctorado, después fui profesora. Pero enseguida, cuando empecé a dar clases, me di cuenta que me encantaba estar ahí parada. Era como estar en el escenario, había algo de performático, de captar la atención del auditorio y de transmitir algo. Siempre digo que para ser un buen profesor hay que tener algo de actor también.
Igualmente continué con mi carrera académica y en un momento tuve una gran crisis. Fueron años de negarme a hacer lo que realmente me era esencial, años de luchar contra muchas cosas, de tener que cambiar toda mi vida. No fue fácil. Pero tuve suerte porque la primera obra que hice me pareció muy interesante, no solamente desde el punto de vista de la obra en sí, sino desde la parte musical: “Historia de un soldado” de Stravinsky. Esta obra tiene para mí una parte emocional muy particular, porque es la que mi padre estudiaba cuando conoció a mi mamá. Él tenía 21 años y mi madre 17, así se conocieron. La primera grabación de mi padre es “Historia de un soldado”, y él además conoció a Stravinsky. Entonces empecé con esta obra con dos amigos, un actor y un director de orquesta, hicimos algunas presentaciones en los Estados Unidos y luego fui a Suiza y a Lugano, donde mi madre tenía un festival en esa época y pudimos hacerlo allá.
Pero lo particular fue que por primera vez en mi vida, yo estaba en el escenario y mis padres estaban en el público y yo pensando: “Wow, si puedo hacer esto enfrente de mis padres y no es un fracaso total significa que lo puedo hacer enfrente de cualquier persona”.
Uno de mis grandes sueños era poder hacer esa obra con mi papá y eso surgió hace dos años, justo antes de la pandemia. Lo hicimos en Hamburgo y fue espectacular porque de pronto estaba en el escenario y mi padre me estaba dando las entradas. Eso me hizo pensar: “Bueno, ahora ya puedo entrar en este mundo”. Fue como tener la bendición.
Ahora me toca este papel, el de Clara Wieck, vamos a ver a dónde me lleva porque para mí es una realización artística muy importante.
¿Cómo fueron tus padres como público y como críticos? Con el nivel de exigencia que ellos manejan…
Mi papá es más duro, en cambio mi mamá en general todo es: “¡Wow!” o “¡Qué bien!”. Papá, cuando no le gusta algo me lo va a decir, pero de manera constructiva. No me va a decir algo negativo por decirlo simplemente, y eso me gusta porque puedo aprender. Pero él no vio esta obra y mi mamá tampoco, me parece que se van a sorprender. Realmente siento que llego a otro nivel artístico.
Ojalá puedan venir a verte y, de paso, nosotros tener la oportunidad de ver ese concierto frustrado que quedó pendiente por la pandemia. Contaste que realizaste algo con tu papá, sabemos que también realizaste algo con tu mamá, ¿llegaron a hacer algo los tres juntos o todavía no se dio esa oportunidad?
Hicimos algo en China y eso fue muy emocionante para mí. Todos los sueños de niña -que parecían absolutamente imposibles- realmente se cumplieron. Fue en China, hace tres años que hicimos El Carnaval de los Animales, de Camille Saint-Saens, donde yo era la narradora con un texto moderno muy divertido en francés. Así fue que estuve en el escenario con mis dos padres y eso fue increíble. Pero no es tan fácil encontrar una obra para piano, orquesta y nadador.
Bueno, ahí tenemos un incentivo para los compositores y compositoras (risas).
Brahms, Argerich, Freire y familia:
Mi madre es la gran intérprete de Schumann, pero Brahms no es su mundo para nada. Así que fue en gran descubrimiento para mí Brahms. Por supuesto que lo conocía, a través de la obra yo me enamoré de Brahms, me encanta su música.
Quien fue un gran intérprete de Brahms fue Nelson Freire. Nelson era como un tío para mí, y el mejor amigo de mi mamá, un hermano casi. Una persona muy importante para nuestra familia, nos dejó de manera inesperada (N. de la E.: falleció el 1/11/2021), y yo siento que de cierta forma con Brahms estoy haciéndole un pequeño tributo. Así que son muchas cosas raras que me están pasando en esta obra.
La obra está protagonizada por Annie Dutoit Argerich como Clara acompañada por Eduardo Delgado en el piano y con Víctor Torres o Hernán Iturralde como barítonos.
Diseño de sonido y video: Miguel Álvarez, Gabriel Busso. Asesor musical: Diego Vila. Diseño de iluminación: David Seldes. Diseño de vestuario: Graciela Galán. Diseño de escenografía: Gastón Joubert. Dirección general: Betty Gambartes
Funciones: miércoles a domingos, 19 horas
Platea $ 1.000 miércoles $ 500
Más información: https://complejoteatral.gob.ar/ver/qui%c3%a9n-es-clara-wieck
Esta entrevista fue nota de tapa de la revista Música Clásica 3.0 #32 – Marzo 2022