Ph. Liliana Morsia
El Mozarteum Argentino cerró su temporada número 70 con una velada histórica en la que el gran violonchelista Pieter Wispelwey interpretó las seis suites de Johann Sebastian Bach. Antes de su presentación hablamos con el intérprete holandés que reflexionó, entre otros temas, sobre el papel de estas obras en el repertorio para el violonchelo.
Por Virginia Chacon Dorr
Pieter Wispelwey sale al escenario del Teatro Colón con su violonchelo, un Guadagnini de 1760. Se sienta, toma una respiración profunda y arranca con lo que es un discurso musical único y profundamente propio sobre lo que tienen para decir las suites de Johann Sebastian Bach. La cantidad de decisiones estéticas e interpretativas tomadas por Wispelwey hacen que el flujo de información sea constante, excitante… hasta asombroso. El resultado musical es un discurso rico y profundamente multidimensional.
En este punto es necesario sacarse el sombrero frente a la decisión del Mozarteum Argentino: aunque es un repertorio maravilloso, esta apuesta no es para todos. Barroco e instrumento solista… ¿Qué tanta variedad de información podría recibir el público? Wispelwey responde a esta pregunta con su calidad interpretativa, que convirtió la velada en un encuentro avasallante del mejor arte musical.
-Cuando vino al Teatro Colón en 1997 (25 años ya) también interpretó el repertorio de Bach. Con el tiempo, ¿cambió su conexión con estas obras?
-Los conceptos básicos siguen siendo los mismos, el tempo, los colores y las caracterizaciones varían con el tiempo. A veces añades más energía o profundidad, grandeza, ingenio o nobleza a los movimientos. Uno aspira a seguir siendo espontáneo y creativo en la interpretación.
-Es interesante notar que, a diferencia de las suites de Bach para otros instrumentos, las suites para violonchelo en realidad están escritas para tres instrumentos diferentes (o tres tipos dentro de la familia del violonchelo).
-Si te refieres a tres instrumentos diferentes, el violonchelo regularmente afinado, el violonchelo scordatura para la suite número 5 y el violonchelo piccolo para la número 6, te entiendo.
Supongo (y uno solo puede suponer) que Bach tenía un viaje en mente al escribir las primeras tres suites simples «normales» en claves que suenan naturalmente bien en el violonchelo. Entre la primera y tercera suite, pasa por las tonalidades de Sol mayor, comenzando con la cuerda sol al aire; pasa a Re menor, con la cuerda re al aire, mientras que la cuerda la funciona como dominante; y Do mayor, introduciendo la cuerda do al aire en el segundo compás después de una cascada de notas (N del E: en la práctica establecida, las cuerdas del violonchelo están afinadas en do-sol-re-la).
Luego, la cuarta suite en la clave antinatural para violonchelo de Mi bemol mayor, hace que al menos el Preludio y la Sarabanda sean bastante intrigantes y enigmáticas, antes de pasar a la clave oscura de Do menor de la número 5 con la cuerda superior afinada a un tono completo, lo que da como resultado una música llena de fiereza y la Sarabanda más triste de todas. La número 6 es entonces el camino hacia la luz, una pieza luminosa llena de fiesta y celebración.
-Si tuvieras que explicar por qué las suites de Bach son uno de los pilares más importantes del repertorio para violonchelo, ¿qué dirías?
-Bueno, aquí tenemos a uno de los más grandes compositores -si no el más grande-, que creó con estas seis suites más de lo que cualquier otro gran compositor escribió para violonchelo. Incluso, si para él era una música sencilla de componer, sigue siendo producida por un cerebro musical muy profundo: es simple, rico y totalmente hipnotizante.
-A menudo se estudia a Bach como un compositor conservador, en comparación con otros barrocos (como Handel, por ejemplo). Dijiste que en las suites para violonchelo Bach es poco convencional, casi experimental. ¿En qué partes de la composición notás con más claridad las intenciones experimentales de Bach?
-Ya en ese concepto del viaje que va de lo humilde a lo misterioso, de un De Profundis a la luz divina. Tanto significado con medios tan simples.
-En un documental de 2012 (sobre una de tus grabaciones de suites de Bach), dijiste que cuando empezaste a profundizar en el estilo barroco, te propusiste crear tu propio sentimiento para el arco, para la cuerda de tripa. ¿Cómo conseguiste crear tu propio sentimiento por el arco y las cuerdas?
-Eso fue cuestión de unas pocas miles de horas de sentir, probar e intentar.
-¿Es un proceso que ya das por cerrado, o este sentimiento está mutando con la experiencia?
-Ciertamente es interminable.
-En tus entrevistas remarcás la importancia de tus profesores y profesoras. A la hora de enseñar, ¿qué creés que es central transmitir a tus alumnos?
Lo que les enseño a mis alumnos es el amor por el sonido, los colores y la expresión. Que siempre sean muy sensibles al fraseo, la articulación y el contraste.
Sobre Pieter Wispelwey
Nacido en Haarlem, Países Bajos, Wispelwey estudió con Dicky Boeke y Anner Bylsma en Amsterdam; luego con Paul Katz en los Estados Unidos y William Pleeth en el Reino Unido.
Se siente igualmente cómodo con el instrumento moderno o de época: toca un violonchelo Giovanni Battista Guadagnini de 1760 y un violonchelo barroco Rombouts de 1710. Su aguda conciencia estilística, combinada con una interpretación verdaderamente original y un dominio técnico fenomenal, ha ganado los corazones de la crítica y el público por igual en un repertorio que va desde J. S. Bach hasta Schnittke, Elliott Carter y obras compuestas especialmente para él.
Su más reciente lanzamiento ha sido ¨Schubert-Brahms – The complete Duos¨, una gran labor realizada junto al pianista Paolo Giacometti, plasmada en cinco registros discográficos que ponen en diálogo las creaciones de ambos compositores.
En 2012, Wispelwey celebró su cumpleaños 50 al embarcarse en un proyecto en torno a las suites para violonchelo de Bach, que grabó por tercera vez, editadas en el sello ‘Evil Penguin Classics’. Un aspecto importante de sus recitales es la interpretación de las suites completas durante el transcurso de una noche, un logro que ha atraído grandes elogios de la crítica. Esta es la maravillosa proeza con la que cerró la programación número 70 del Mozarteum Argentino, institución que lo trajo en otras cuatro oportunidades al escenario del Teatro Colón: fue protagonista de las temporadas 1991, 1997, 2000 y 2003.
Sobre las suites para violonchelo de J. S. Bach – BWV 1007-1012
Las suites para violonchelo de Johann Sebastian Bach sobreviven hasta nuestra época a través de una serie de versiones de distintos copistas. Entre ellas se encuentra la de Anna Magdalena Bach, soprano y segunda esposa de Johann Sebastian. Ella titula el corpus de obra: “Suites para violonchelo sin acompañamiento de bajo”. El hecho de que no haya ninguna versión firmada por el mismo compositor hace que el intérprete deba realizar un ejercicio extra a la hora de tocar: poner en perspectiva lo escrito y sumar su conocimiento y sensibilidad en todo aquello que los pentagramas no transmiten.
Aunque no se sabe exactamente el año en el que se compusieron las suites, es seguro que fue en el llamado «período de Cöthen», alrededor de 1720, cuando Bach ejercía como Hofkapellmeister (maestro de capilla en la corte) del príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen. Aunque no era una ciudad muy pujante, más bien un pequeño reducto poblacional, la visión del príncipe, sumado al papel de la música en la religión calvinista, dieron lugar a la maravillosa inventiva de Bach en el campo de la música secular. Con 32 años el compositor tuvo a su disposición grandes intérpretes, que podían tocar obras como los Conciertos de Brandenburgo, las Sonatas y Partitas para violín solo, las seis Suites para violonchelo y, por supuesto, El clave bien temperado.
Para organizar la composición de las suites, Bach tomó el estilo francés como modelo. Los caracteres de la sucesión de las piezas eran los siguientes: Preludio, Allemande, Courante, Sarabande, un intermedio con danzas opcionales y finalmente una Gigue.
El violonchelo fue creado en el renacimiento y, hasta avanzado el barroco, fue un instrumento predominantemente acompañante. Obras de Vivaldi y, sin duda, las de Bach le dieron un nuevo y maravilloso lugar en la música.
Esta entrevista fue tapa de la Revista Música Clásica 3.0 #40 – Noviembre 2022.
Para leer la edición completa hacer click acá.