Última página de la Misa de Réquiem en Re menor K.626
La Misa de Réquiem es un género que ha sido cultivado por compositores de distintas épocas. Sin embargo, el Réquiem en Re menor de Wolfgang Amadeus Mozart es uno de los más reconocidos y emblemáticos del género, no sólo por su inigualable belleza, sino también por la sombría historia detrás de su composición.
En julio de 1791, un misterioso desconocido se presentó en la puerta del compositor. Sin mayores explicaciones y con un adelanto de por medio, le encargó la composición de un réquiem, acordando que volvería dentro de un mes a buscar la obra terminada. Al poco tiempo, Mozart fue llamado desde Praga para escribir la ópera "La clemencia de Tito" como parte de la celebración de la coronación de Leopoldo II. Mientras subía al carruaje que lo llevaría hacia aquella ciudad, el desconocido se presentó nuevamente, solicitando su encargo.
El compositor se vio terriblemente sobrecogido ante la lúgubre presencia del enviado. Según la leyenda, obsesionado con la idea de la muerte, debilitado por la fatiga y la enfermedad y muy sensible a lo sobrenatural por su supuesta vinculación con la francmasonería, terminó por creer que este era un mensajero del destino y que el réquiem en cuestión sería para su propio funeral.
Antes de poder terminar la composición de la obra, Mozart fue derrotado por su enfermedad y murió sin concluirla.
Tiempo después se se supo que aquel sombrío personaje, al parecer llamado Franz Anton Leitgeb, era un enviado del conde Franz von Walsegg, músico aficionado cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la Misa de Réquiem para los funerales de su mujer, haciéndole creer al resto que la obra era de su propia autoría.
Por expreso pedido de Mozart, su mujer se encargó de buscar a un compositor para que finalice la obra. El elegido fue uno de sus discípulos, Franz Xaver Süssmayr, quien concluyó la obra bajo instrucciones de su maestro.