
Conversamos con Luis Caparra, quien ha dedicado su carrera a la interpretación y enseñanza de uno de los instrumentos más singulares de la historia de la música: el órgano. En la entrevista, Caparra nos habla sobre su extenso repertorio, que incluye la obra integral de grandes compositores como Bach y Franck, además de iniciativas clave como “Órgano desde las Universidades” y el ciclo “Órgano al Mediodía”, que buscan mantener vivo el legado de este instrumento. A través de su trabajo, Caparra ha contribuido a la preservación del patrimonio organístico en Argentina y a la formación de nuevas generaciones de intérpretes.
Por Virginia Chacon Dorr
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Luis Caparra, egresado del Conservatorio Nacional y licenciado en Artes Musicales por la UNA, es uno de los máximos exponentes del órgano en Argentina. Con formación en Alemania, España y Holanda, su carrera incluye premios como el Primer Premio del Concurso Nacional de Órgano (1986) y la Beca Excelencia Cultural Presidencia de la Nación (1998). Además de su destacada actividad como solista en importantes escenarios nacionales e internacionales, Caparra es profesor titular de órgano en la UNA y un referente en la difusión del repertorio organístico. En esta entrevista, nos comparte su visión sobre el valor patrimonial de los órganos históricos en Argentina, su carrera y su compromiso con la enseñanza y promoción del instrumento a través de sus ciclos de conciertos.
¿Qué lo inspiró a dedicarse al estudio del órgano en sus comienzos como músico?
Mis estudios comenzaron en la niñez con el piano, hasta ingresar al Conservatorio Nacional y allí completar la carrera hasta terminar el ciclo superior. Paralelamente, en la adolescencia, al ver a mi padre tocar el órgano en algunas iglesias de Buenos Aires, sentí una curiosa atracción por el instrumento. Al principio, en forma intuitiva, y luego, con el estudio estructurado, me dejé cautivar por el repertorio del órgano, que es inagotable, y, finalmente, entre el piano y el órgano, tuve que decidir por uno de ambos.
¿Cómo surge la iniciativa ‘Órgano desde las Universidades’ y qué puede adelantarnos sobre los próximos conciertos programados para esta segunda edición?
La iniciativa surge desde G.O.T.B.A. (Galería de Órganos Tubulares de Buenos Aires), con su creador, Alejandro Masseilot, para visualizar al público el trabajo formativo que, en varias Facultades de Música del país, en sus cátedras de órgano, se impulsa no solo al estudio del instrumento, sino también a la investigación estilística, histórica y repertorística en un marco global, para la formación de futuras generaciones, dando visualización a esta actividad. En ediciones anteriores lo hacíamos a través de conciertos en iglesias de cada ciudad donde están instaladas estas instituciones de estudio. Este año será concretado desde el mismo sitio de las Facultades, como, por ejemplo, en mi cátedra titular de la Universidad Nacional de las Artes. En simultáneo, participan otras cátedras universitarias en Rosario y Mendoza.
«El objetivo es recrear y actualizar a músicos que a veces podrían quedar en un vago recuerdo, y así, de esta forma, los seguimos manteniendo presentes.» – Luis Caparra
¿Podría contarnos sobre el origen del ciclo «Órgano al Mediodía» y cómo estructuran la programación de cada concierto?
A partir de la puesta en valor del histórico órgano Walcker de 1897 en la Basílica de Ntra. Sra. de la Merced, en Buenos Aires, con el aval del cura párroco y de G.O.T.B.A., presenté el proyecto de hacer conciertos en la zona del microcentro porteño, a horas del mediodía, replicando los «Lunch-Time Concerts» de Londres (en algunos de los cuales fui invitado a tocar en oportunidades), Washington, Nueva York, Passau, París y otras ciudades importantes de Europa, en las cuales se promueve esta actividad con conciertos de una duración más breve, de 30 a 40 minutos, con entrada libre para quienes están con un tiempo disponible y quieran tener una pausa en sus trabajos, obligaciones o trámites administrativos en la «city», disfrutando de un momento de música a través de este instrumento, como el «órgano de La Merced», uno de los mejores de la ciudad.
Cada año dedicamos un homenaje a un compositor que recordamos a partir de algún aniversario. Por ejemplo, el año pasado (2023) fue Max Reger (150.º aniversario del nacimiento); este año, al centenario del fallecimiento de Théodore Dubois y Gabriel Fauré. En cada programa se incluye al menos una partitura de estos, entre otras obras de diferentes autores. El objetivo es recrear y actualizar a músicos que a veces podrían quedar en un vago recuerdo, y así, de esta forma, los seguimos manteniendo presentes.
En este ciclo participan alumnos y exalumnos míos, que lo hacen con toda dedicación, y para ellos es importante el desafío de presentarse en un instrumento histórico que tiene características propias e irrepetibles comparadas con otros de su tipo más recientes.
Próximo Concierto del Ciclo Órgano al Mediodía en La Merced
Toda la información aquí.
¿Cuál es su valoración del patrimonio organístico de Argentina, y Buenos Aires en particular?
En nuestra ciudad tenemos valiosos instrumentos en funcionamiento desde el último cuarto del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Varios de ellos han sido importantes donaciones de iniciativas privadas, más de 100 instrumentos, de los cuales aproximadamente la mitad están en digno estado de conservación y merecen su consideración. En el interior del país, hay muy buenos instrumentos que también han aportado las congregaciones religiosas. Algunos de estos órganos esperan un arreglo o restauración, que, por el paso del tiempo o por falta de uso, perjudicaron su funcionamiento.
Ha interpretado las obras integrales de grandes compositores como Zípoli, Bach y Franck. ¿Cuál ha sido el mayor reto interpretativo en su carrera?
En el año 2000, con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires y la Comisión de Cultura del Arzobispado porteño, pude concretar, por primera vez en nuestra capital, la obra integral para órgano de J. S. Bach (no se había hecho antes), en distintos templos. Ese fue un desafío importante: cada 10 o 15 días, entre mayo y noviembre, un programa diferente. Para ello, me había formado en Alemania durante un tiempo considerable, y quise que en mi país se llevara a cabo lo mismo que se hace en otras importantes plazas organísticas del mundo.
Ese fue un gran desafío que devolvió satisfacción por el logro obtenido: 15 conciertos con toda la obra de Bach, con los recintos colmados de público. Otro reto importante fue, en los aniversarios de Liszt, Franck y Mozart, con un formato parecido, mostrar todo el repertorio que han dejado para este instrumento y que no está presente en las programaciones de orquestas u otros organismos. El objetivo es siempre mostrar al órgano como un foco de atracción para los compositores que son conocidos por otros medios artísticos.
A lo largo de su carrera ha ofrecido conciertos tanto en Argentina como en el exterior. ¿Podría compartir alguna presentación que considere especialmente memorable?
En nuestro país, las oportunidades de tocar obras de Messiaen en un órgano Cavaillé-Coll, similar al que tocaba su autor, y que aquí luce en la Basílica del Santísimo Sacramento, es como sentirse en París. Su sonoridad es única y le aporta más belleza a la música. En el Auditorio Nacional, en el más reciente órgano instalado en nuestro país, recitales a sala llena con repertorios variados y en diálogo con el público, una experiencia muy enriquecedora, teniendo en cuenta que, por su ubicación en la mayoría de los templos, la ejecución del órgano no está a la vista, y en ese escenario da la posibilidad de ver y escuchar, una motivación que dinamiza el momento.
En el exterior, recuerdo uno de los más valiosos instrumentos que toqué en Copenhague, un notable e impecable órgano de la firma Marcussen, otro muy diferente en Viena, en la «Iglesia de Schubert», llamada así porque allí fue bautizado. Un instrumento muy dulce y delicado, inolvidable el color de sus voces y la emoción de tocar en el mismo lugar donde tocaba de joven el gran Franz Schubert.
También fue una gran responsabilidad tocar en el órgano Ch. Müller de la St. Bavo de Haarlem, en Holanda, uno de los instrumentos referentes en el mundo por su calidad, historia e importancia.
«Deseo que mi experiencia, recibida de buenos maestros, pueda ser heredada y acrecentada.» – Luis Caparra
Como profesor de órgano, ¿qué cree que es fundamental transmitir a las nuevas generaciones de organistas en cuanto al repertorio y la importancia de mantener vivo el legado de este instrumento?
Me planteo y trato de transmitir el mayor compromiso frente a la estilística de los compositores, el significado intrínseco que tienen algunos repertorios vinculados a temas religiosos o profanos, la investigación sobre técnicas históricas y modernas. Todo aporte suma a una experiencia global sin dogmatismos, pero con respeto por la tradición y transmisión de legados, y estar atentos a los nuevos desafíos que plantea la composición actual, universal y local. Es un instrumento que, por sus características, no es accesible fácilmente, pero la fascinación que despierta su buen uso y sonoridades a descubrir suple las dificultades de acceso. Deseo que mi experiencia, recibida de buenos maestros, pueda ser heredada y acrecentada.