“Tenemos que asumir la responsabilidad de la emoción”
Luchi De Gyldenfeldt es titular de la primera cátedra de canto lírico LGBTTTIQ+ del mundo. La Cátedra de Canto Disidente forma parte del plan de estudios de la Licenciatura en Canto Lírico, en la Universidad Nacional de las Artes.
Con su hermana, Ferni, llevan adelante un espectáculo lírico disidente con mucha actividad en la escena argentina: Ópera Queer. Con Luchi hablamos sobre ópera, la cátedra, libertad y artivismo (arte reivindicativo y de resistencia).
Por Virginia Chacon Dorr. PH. Noelia Persic.
Luchi gracias por aceptar la entrevista, contame cómo te encuentra esta charla.
Bien, estoy pensando en mil cosas. En lo inmediato con restricciones para nuestro rubro, entonces cuesta planear. Ahora tenemos la intervención con Ópera Queer y Mu en el congreso, para mi viene un ensayo de Dido y Eneas… parece que volvemos al teatro en agosto finalmente. Estoy con mucho trabajo con la Cátedra de Canto Disidente de la UNA. En este tiempo pude encontrar la manera de encauzar mi energía artística. Para mí la necesidad de hacer y de decir es cotidiana, tuve bajones por supuesto… creo que todes hemos pasado por un momento de decir “¿y ahora qué?”.
¿Te pasó de encontrar algo bueno en todo esto?
Sí, tuve oportunidad de encontrarme virtualmente con personas que, en otro contexto, hubiese sido imposible. Por ejemplo participé en un Zoom federal con compañeras y compañeros de toda la república y toda latinoamérica. También pude participar de un congreso internacional de la Diplomatura en Músicas en Territorio, de artivismo, o tomar una masterclass de canto con un profesor que está en Europa. De repente mi actividad docente y mi rol de artivista se intensificó, la Cátedra de Canto Disidente se visibilizó y estoy dando muchas entrevistas, teniendo muchas charlas interesantes.
Y de todo esto, ¿qué nos va a quedar en términos de comunicación?
Yo entiendo a la conexión virtual como parte de lo social ya. Cada vez lo tomamos con mayor naturalidad, pero la calidad de lo presencial es imprescindible. Susy Shock y Javiera nos invitaron a formar parte del primer Cancionero Travesti y Trans en el CCK, y el primer Zoom fue hermoso, muy federal. La idea era que todes pudieran viajar para el estreno en el CCK, pero se canceló. Fue una decisión política, porque es mucho trabajo… no se puede estrenar el primer Cancionero Travesti, Trans, no-binarie de latinoamérica en condiciones que no son las mejores y con presencialidad de público nula o acotada.
«La ópera viene de una herida que implicó una doble castración»
Contame un poco cómo nace la Cátedra de Canto Disidente en la UNA.
Yo me gradué en la UNA en 2017 y siempre, de distintas maneras, estuve en contacto con mi casa de estudios. En 2019 tuvimos una charla con Victoria Gandini, que es la encargada de Vinculación, y nos convocó a Ópera Queer para participar del Programa de música y género. Fue una experiencia increíble, muy fuerte: recuerdo cuando fuimos a hacer el espectáculo a una escuela dentro de una fábrica recuperada en La Boca. Y por supuesto con Ópera Queer (N. del E.:de ahora en más ÓQ) seguimos con nuestra militancia en función de visibilizar cuestiones de género, impulsar debates y charlas con adolescentes. Es una de las cosas prepandémicas más lindas para mí, de las cosas que más extraño… extraño estar en un aula. Después nos llamaron de otros lugares también para participar de jornadas relacionadas a temáticas de la ESI (N. del E.Educación Sexual Integral). Hasta ese momento ÓQ había sido un espectáculo al que la gente se acercaba, esto ahora significaba que ÓQ vaya al encuentro de otres.
Para el 2020 teníamos programado con ÓQ un año musical muy interesante, pero fue imposible concretarlo. Entonces Victoria nos propuso, a los distintos referentes de los programas (Música en cárceles, Música en hospitales, etc…), hacer un zoom mensual para seguir avanzando, seguir hablando de artivismo. Yo le propongo a Ferni que sigamos juntas, pero ella tenía la agenda explotada con clases. Entonces yo lo hice con muchísimas ganas y con mucho empeño, sabiendo que era importante que hubiese alguien que representara al Programa de música y género, sabiendo que faltaba un montón por hacer. La decana Cristina Vázquez, en septiembre de ese año, formó la primera Comisión de música y generó, y ahí ya se empezó a hablar de otra profundidad. Desde el programa participamos en congresos con otras universidades de latinoamérica, de repente me encontré que tenía que poner en palabras y fundamentar de manera contundente el programa. Después de mucho escribir y borrar terminé hablando de algo que estoy convencida: la universidad asiste a un momento histórico en el que debe desnaturalizar la idea que existen personas que, por “naturaleza”, habían sido seleccionadas para entrar en ella; y otras personas que les correspondía estar mirando desde la esquina. Remarqué que hay que militar para que la palabra “inclusión” deje de ser una palabra vacía y empiece a transformarse en políticas concretas. En esa oportunidad Cristina estaba presente, se emocionó cuando dije todo eso, y surgió de ella la propuesta de hacer una cátedra. Me dijo “quiero que vos seas la profesora”. Yo todo lo dije en función de abrir caminos, jamás pensé que iba a ser inmediato. Fue aprobada por unanimidad en el rectorado superior, avalado por el Ministerio, por la Secretaría de género de la UNA. Y después llegaron las repercusiones, que han sido maravillosas.
Los espacios que tratan temas de perspectiva de género tienen una recepción impresionante, como si hubiese una necesidad latente. Nosotras tenemos masomenos la misma edad, y crecimos con productos culturales muy hostiles hacia las disidencias, y con una formación que las condenaba. ¿Creés que hay algo de esa falta en la recepción tan ávida de estos espacios?
¡Tenés que tener mucho estómago para revisar con perspectiva lo que atravesamos en la infancia! (risas) Las mujeres y las disidencias hemos sobrevivido a este sistema, a esos productos. En este sentido la Cátedra de canto disidente no crea disidencias, las visibiliza. Abre el espacio para que todes puedan entrar a la universidad, para dejar de suponer que una persona trans desde el único lugar donde puede mirar la universidad es desde la esquina.
La sociedad, en términos generales, siempre se ha encargado activamente de confinar las disidencias o de crear historias para perseguirlas.
Nos inventamos discursos hetero-cis patriarcales sobre el derecho del cuerpo, el derecho del goce. Estos conceptos están siempre puestos desde un lugar funcional: la mujer goza, entonces está bien que sea prostituta. No entra en ese discurso considerar la posibilidad de que vivimos un sistema de desigualdad y exclusión que empuja a mujeres trans a ese lugar. Yo creo que la cátedra, como otros espacios, son semillas para subvertir estos pensamientos. Imaginate a dónde se puede llegar, logramos que se debata en el Congreso el cupo laboral travestis y trans, para que el día mañana en esas butacas estén ellas, ellos y elles con otras miradas ¡Qué hermoso por favor! Es una gran reivindicación: todes merecemos espacios para poder desarrollarnos.
«Ésta cátedra no viene a decir que todo ha sido una porquería hasta hoy, no. Justamente nace del amor de muchas y muchos de mis profesores»
¿Cómo pensás la historia del canto lírico en relación a estas cuestiones que estamos hablando?
El canto lírico ha sido una herramienta de violencia también. La ópera viene de una herida que implicó una doble castración. Muchas veces se cuenta como un cuento rosa, como si fuera una cuestión anecdótica, pero es una herida histórica. Durante muchos siglos se impuso un decreto papal que les prohibió rotundamente a las mujeres cantar, ¿te das cuenta? Les prohibieron la voz en la iglesia, para esa institución las voces de las mujeres no existían… pensá en el proceso histórico y todo el trabajo que llevó que hoy exista un artículo de la ley de identidad de género, que hable sobre el derecho a la voz propia, a las identidades sexuales y de género. Y así como la iglesia papal le prohibió cantar a las mujeres, que fue una castración simbólica, a los hombres los castraban literalmente. Los castrados viajaban por toda Europa, eran estrellas o fenómenos, hacían proezas con la voz… pero pensá en el “precio”.
Entiendo que la gran mayoría de los miles de niños castrados eran de familias empobrecidas. Ahí se suma una condición más de explotación, que hace aún menos rosa la historia…
Era una perversión horrible. La iglesia hacía como que no veía nada, pero por detrás los hacía cantar. Es como vos decís: esa práctica tremenda, de castrar a los niños en leche de cabra tibia, sucedía en las familias que esperaban de alguna manera subsistir por la virtud de su hijo. Todo este horror para que, un día, las instituciones que hacen la música le digan al niño “bueno, ya no nos hacen falta”… como un destierro, ¡un exilio! Incluso se llegó hasta a decir que una voz de contratenor no es “natural”. Siempre me acuerdo de un artículo de Pola Suárez Urtubey que justamente cuestiona esto ¿qué es “natural” en el arte? ¿Existe algo “natural” en esta construcción?
En cuanto a la relación de la voz con el cuerpo, me gustaría que nos cuentes cómo es esta relación que propone la cátedra a diferencia de la que propone un abordaje más “tradicional” digamos.
El esencialismo en nuestra sociedad estuvo puesto en la genitalidad, como dice Judith Butler. Cuando nacemos y la partera dice “felicitaciones es una nena” o “felicitaciones es un nene”, está diciendo algo más que eso: está hablando de un futuro, de una forma de ser, de vivir. Pensar que esto no tiene que ser necesariamente así significa deconstruir lo que hemos entendido como natural.
Los grandes maestros y maestras de canto de Argentina, incluso con enorme rigurosidad, saben que mucho de lo que ha sido entendido desde la disciplina, la escuela, la técnica vocal no tiene la rigidez conceptual de la que muchas veces se hace alarde. Y son grandes maestros justamente porque trabajan con amor, ¡acá hay grandes maestras y maestros! Ésta cátedra no viene a decir que todo ha sido una porquería hasta hoy, no. Justamente nace del amor de muchas y muchos de mis profesores, estén o no de acuerdo con la cátedra. Yo les agradezco sinceramente haberme ayudado a ver que todas las personas se merecen cantar desde un espacio propio, una postura y también, por qué no, desde una política. Yo parto desde la concepción de que este es tu cuerpo, amalo, es tuyo… también con tus heridas, con tu anatomía vivencial y social. Es tu manera de pasar por este mundo, saber cuál es tu voz. ¿Sabemos cuál es nuestra voz simplemente por respirar bajo, abrir las costillas, etc? Me atrevo a decir que propongo una mirada humanista, tenemos que entender que podemos hacer lo que queramos. Si hoy sos contratenor y en cuatro años querés ser barítono no pasa nada, no te estás perdiendo la carrera de nadie, no te estás perdiendo ser un éxito o triunfar porque no queres ser el macho o el soldado de la ópera. Esta es una cátedra donde podemos repensar también el hacer de todos los personajes, no hay error porque todo es experiencia, es un acercamiento a otra retórica y otras subjetividades. Es para mí una cátedra del bien, yo quiero que la persona se sienta cómoda trabajando, donde la música sea un disfrute y se trabaje seriamente, contemplando nuestras diversidades. En ese sentido me siento muy cómoda trabajando con Jazmín Tiscornia, pianista y socióloga, y siempre agradecida a la UNA por supuesto.
«Si la ópera nos emociona y la gente la ama, tenemos que hacer algo por eso»
Hay óperas, sobre todo las de repertorio, en las que una no se encuentra representada. Incluso son ridículas e inverosímiles, pero logran conmover profundamente, ¿te encontrás a menudo con esta situación?
Por supuesto. El otro día estábamos con Ferni y nos pusimos a escuchar, con las luces apagadas, el debut en la Scala de Milán de la magnífica Katia Ricciarelli con Suor Angelica. Aplaudíamos, llorábamos, nos reíamos. Pero más allá de ese tipo de experiencias melómanas hermosas, yo entiendo que mucha gente no se emociona con la música porque le falta representatividad.
Me acuerdo de la última puesta de Madame Butterfly por Juventus Lyrica y todavía se me hace un nudo en la garganta…
La música tiene un poder intrínseco que nos hace emocionar, vivir… por más que entiendas que un personaje se está suicidando razones que resultan remotas a tu experiencia particular. Pero una obra como esa mueve una fibra humana muy profunda que muy pocos directores entienden, porque la ópera se convirtió en un negocio capitalista de mercado en el que las instituciones -por supuesto- forman parte.
A lo que voy es que puedo ser una gran melómana, disfrutar de la música y abordarla desde perspectivas estéticas y técnicas, pero quedarse en ese narcisismo es regodearse sola. Ahí es cuando entra el artivismo en mi vida, mi impulso de llegar a la gente que no está en los grandes teatros, salir a la calle, ir a festivales, centros culturales. Por supuesto que esto también significa abordar las obras en un contexto, discutirlas y -por supuesto- disfrutarlas.
¿Cómo tomás las críticas hechas a tus trabajos?
Todo lo que se hace públicamente está expuesto a la crítica, especialmente si parte desde afuera de la “norma”. Siempre existe una manera de hacer las cosas “bien” y las cosas “mal” en una sociedad. Hemos recibido en su momento muchas críticas maliciosas, y no nos han importado -por supuesto- porque Ópera Queer nació de una necesidad de ser libres con Ferni. Desde este lugar también me paro en la Cátedra de canto disidente, y también en la vida. Con Ópera Queer aprendí a respetarme, a amarme, a ser libre. Desde este lugar de empoderamiento quiero abrir espacios, tender redes. Podríamos escribir un libro con Ferni sobre las experiencias que tenemos acercándonos a las personas, actuando en distintos espacios.
La apertura que tienen hacia espacios “no convencionales” es algo maravilloso, hasta me atrevo a decirte que contrarresta un poco las políticas cerradas de organizaciones vetustas.
Tenemos que asumir la responsabilidad de la emoción. Si la ópera nos emociona y la gente la ama, tenemos que hacer algo por eso. Y esto significa dejar de pedirle permiso a las instituciones, al Teatro Colón, al concurso de nosequé, o a quien sea. A mi me valida mi libertad. Quiero defender la calidad del regalo que es el canto lírico.
Esta entrevista se publicó originalmente para nuestra revista Revista Música Clásica 3.0 del mes de junio 2021.