La partitura de Lohengrin es un logro supremo del romanticismo: todas las expresiones diversas, a veces extremas, del género se presentan de manera magnífica y coherente. Incluye la música más etérea de Wagner tanto para la orquesta como para la voz, y la escritura coral es insuperable en cualquier lugar, expresando las esperanzas y los temores humanos con la misma eficacia que refleja el amanecer de una conciencia comunitaria. Durante décadas, Lohengrin siguió siendo la ópera más interpretada de Wagner y fue considerada como una especie de «puerta de entrada» a todo su corpus de obras. Contiene varios pasajes conocidos más allá del teatro de la ópera, desde secciones orquestales familiares de la sala de conciertos e incluso partituras de películas hasta el omnipresente Coro Nupcial, que se usa en la ópera de manera bastante diferente de lo que la mayoría de las bodas harían pensar.