Ligia Amadio dirige hoy la Filarmónica de Montevideo, y se hace espacio para seguir impulsando un proyecto que ella misma ayudó a concebir: el Simposio internacional de mujeres directoras.
Por Virginia Chacon Dorr.
La directora de orquesta brasileña tiene una mirada aguda, que aplica tanto a la música como a la gestión cultural. Sus carrera la llevó a trabajar en Europa y Japón, pero sus hogares estables fueron en tierras latinoamericanas. En Argentina dirigió la Orquesta Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, lo que le valió el afecto del público mendocino. Sus logros individuales no le impidieron transitar las inequidades de un espacio complejo para las mujeres, como lo es la dirección en música académica. Y con el diálogo entre sus colegas comprendió (comprendieron y comprendimos) que las inequidades derivan de una cuestión de género.
Me gustaría que me cuentes cómo surge la idea de organizar el Simposio internacional de mujeres directoras.
Fue todo sin intenciones. La idea surgió de una conversación entre cuatro directoras brasileñas, yo las contacté y les pregunté: “¿Por qué no hacemos un encuentro entre nosotros? Porque me pasa tal cosa, quería saber lo que les pasa a ustedes en el ejercicio de la profesión”. Así combinamos un encuentro en la ciudad de Sao Paulo, cada una vivía más o menos cerca, arreglamos un día y nos reunimos en una confitería. Estuvimos un tiempo conversando, y surgió la idea de reunir otras directoras porque vimos que las cosas que enfrentábamos eran comunes. De una perspectiva individualista, de creer que “esto solo pasa conmigo”, pasamos a pensar que era una cuestión de género. Empezamos a organizar todo desde casa, y hasta hoy es así porque es una organización completamente doméstica, no tenemos el apoyo de ningún profesional de ninguna área.
¿Fueron cambiando los temas tratados en los simposios, o siguen siendo las mismas problemáticas tratadas en aquella charla del bar?
Algunos temas pueden ser los mismos para unas, pero no para otras. Hay personas que están empezando a reflexionar por primera vez sobre ciertas cosas. Ahora, sí hubo una evolución tremenda en términos de participación. El primer simposio fuimos 100 directoras, y hoy ya tenemos 24 países involucrados, además países que nunca habían tenido ninguna participación como México: ahora tenemos 30 directoras mexicanas participando. El caso de las directoras bolivianas, que sólo participaba una al principio, y ahora tenemos alrededor de 25 directoras de Bolivia. Las coordinadoras se fueron multiplicando. Esto es una señal muy fuerte de que las mujeres en la música necesitan expresarse y encontrar su espacio.
De una perspectiva individualista, de creer que “esto solo pasa conmigo”, pasamos a pensar que era una cuestión de género
Tu historia profesional atraviesa Latinoamérica, al igual que la participación del simposio. Siempre hablás con mucha lucidez sobre la posición de latinoamérica en el mundo en cuanto a la música, ¿cuáles son tus consideraciones sobre los términos “centro” y “periferia”?
Yo estoy completamente en desacuerdo con la idea de que Latinoamérica es la periferia y Europa es el centro. Considero que estamos en el centro de nuestro mundo, nuestra vida es donde vivimos, no está más allá del océano. Seguir pensando en esos términos es una postura totalmente colonialista, no deberíamos comportarnos como hace 500 años atrás, cuando fuimos colonizados por los españoles y los portugueses. Es ridículo seguir teniendo esa mentalidad, no podemos permitirnos eso, tenemos que saber cuál es nuestro lugar, que es un lugar soberano, con una cultura absolutamente rica e importantísima.
¿Cómo se articula esta concepción de la cultura con tu trabajo como directora al momento de organizar la programación de una temporada?
Yo siempre dedico mis esfuerzos al lugar donde estoy trabajando, si estoy trabajando en Uruguay entonces debo trabajar para la cultura uruguaya en primer lugar. Pienso que la cultura nacional es lo más importante, evidentemente las programaciones de orquestas son internacionales y hay que respetar este gusto del público. Pero no se debe conceder solamente lo que es fácil: hay que mezclar. Mezclando la música clásica tradicional, que la gente consume, con la música nacional de cada país y con otras tendencias latinoamericanas se consigue un programa muy rico. Por ejemplo en el Festival Beethoven empezamos con la Sinfonía No. 1, pero tambiénhicimos obras de importantes compositores latinoamericanos, como el uruguayo Carlos Estrada o el argentino Gabriel Senanes. El público debe poner en valor y empezar a ver que en Latinoamérica hay excepcionales compositores.
Llama la atención que los teatros latinoamericanos en sus programaciones incluyan tan pocos y pocas compositoras en comparación con los europeos de siempre.
Es una falla tremenda en relación a la estructura de los programas, es un crimen en relación a la cultura de sus países. Es necesario comprender que el pueblo está poniendo mucha planta para que los teatros funcionen. Si nosotros no valoramos la cultura nacional, o sea el sudor del pueblo, estamos usando el teatro en función de los intereses de algunos.
Hay una preocupación en los teatros de concierto del mundo, que es la generación de nuevos públicos ¿cómo trabajás este tema desde tu lugar?
Yo busco todo el tiempo trabajar sobre este tema, llegar con proyectos de comunicación y por medio de mi propio discurso. Yo no tengo un puesto político, entonces no puedo generar medidas en este sentido, pero en Brasil yo participé activamente del movimiento y que generó una ley para la enseñanza de música en las escuelas públicas. Infelizmente -aunque fue aprobada, aplaudida y celebrada- nunca entró en vigor. Cambió el gobierno, y el que vino después no se interesó en hacer nada en este sentido.
En cuanto a mi labor particular, trabajo por la concientización, como directora artística (N. del editor: directora artística de la Filarmónica de Montevideo) incentivo a mis colaboradores a promover campañas para que los jóvenes tengan espacio en los conciertos. La comunicación es muy importante, tenemos que hacer una propuesta más próxima al lenguaje de los jóvenes, cambiar un poco el estilo. Cuando hago conciertos al aire libre invito a todos, les digo que el teatro es de todos. Hay personas que tienen miedo de ir al teatro porque piensan que no es para ellas. Y muchos directores de teatro incentivan esta concepción elitista, lo que es un error absurdo. El teatro es para el pueblo, todos tienen que tener acceso al teatro. Con la Filarmónica de Montevideo hacemos muchos conciertos en los barrios, así nos acercamos a la gente y la gente a nosotros.
¿Por qué crees que algunos agentes de la cultura intentan mantener el acceso a los teatros circunscripto a unos pocos?
Es el gusto del ser humano por sentirse importante, por sentirse más que los demás. Cuando la gente elitista está en un entorno para pocos se siente cómoda, y cuando está rodeada, de repente, por personas con condiciones más humildes se disgustan. El racismo y el prejuicio son enormes.
A su vez, la gran mayoría de los teatros del mundo subsisten con fondos públicos.
Acá en Montevideo el acceso al Teatro (Solís) es muy importante. Pero cuando un teatro, hay muchos no los voy a citar, pone las entradas carísimas el objetivo es claro: mantenerlo para unos pocos. Es una hipocresía pretender que sea así usando la plata del pueblo.
El teatro es para el pueblo, todos tienen que tener acceso al teatro.
Volviendo al Simposio, si tuvieses que señalar la problemática central que atraviesa las distintas mesas ¿cuál sería?
Nuestra preocupación más importante es promover la igualdad. Hoy no existe la igualdad de oportunidades para las mujeres, nuestro foco principal es este. Creo que con políticas públicas efectivas se puede favorecer nuestro reclamo.
La pandemia nos empujó a vivir ciertas de manera virtual ¿creés que esto favoreció la participación de más directoras?
Sin duda. Los primeros dos simposios fueron geográficamente situados en una ciudad y la gente tenía que viajar, eso limitaba las participaciones. Ahora una persona en cualquier parte del mundo puede participar. Creo que esta modalidad de reunión llegó para quedarse, no creo que vaya a ser la única, pero seguramente no se perderá más.
¿Cómo hace una directora para no perder, durante la cuarentena, el “entrenamiento” que requiere su trabajo?
Nuestro estudio es permanente y es intelectual. El que nunca dirigió en la vida necesita practicar, pero los directores profesionales trabajamos y estudiamos todo el tiempo. Yo en el inicio de la pandemia puede terminar mi tesis de doctorado, por ejemplo. Ahora mismo estoy con una partitura acá delante. Estudiamos todo el día. La práctica musical en conjunto es insustituible, no sólo para los directores. Ahora volvimos, gracias a Dios, ya empezamos con los conciertos con público.
¿Cómo fue volver a los conciertos?
Todo es complejo. Es una situación muy emocional volver al teatro, volver a estar frente al público. Por ejemplo, para nuestro primer concierto las entradas se agotaron en 20 minutos. La gente está ávida de venir ahora a ver música en vivo porque nada puede sustituir esta experiencia. El aforo está reducido, es un tercio del teatro. Hay muchos protocolos que fueron elaborados durante meses, pasaron por varias instancias.
A la hora de dirigir ¿qué estética o compositor encontrás más afín con tu gusto o estilo?
Es una pregunta difícil, nosotros trabajamos con muchos compositores y muchos mundos estéticos. Yo estoy especializada en la música desde el clasicismo hasta la contemporánea. Y lo que más me gusta… bueno, depende de la época de la vida: hay momentos que ciertos compositores me dicen mucho, o tengo propensión a compartir su discurso estético. Pienso que una tiene que, en la medida de lo posible, ser muy auténtica y dar el máximo cuando está dirigiendo, y es importante comprometerse con toda la energía.
¿Cómo es hacer Beethoven en este año tan particular? ¿Creés que su discurso musical es importante en esta situación tan compleja que vivimos?
Yo creo que sí, porque por un lado Beethoven es un compositor absolutamente revolucionario, y por otro lado es un hombre que padeció grandes sufrimientos. Trabajar su obra es siempre un desafío, aunque parezca normal hoy hacer su música, siempre hay que tenerle un respeto extraordinario. Pienso que es un momento importante para hacer su obra, él fue un ejemplo superador. Fue un hombre muy sufrido… y nosotros vivimos un momento de sufrimiento, ahora la humanidad entera está sufriendo, está teniendo que buscar nuevas salidas y enfrentar muchas pérdidas. Hay una energía particular en el aire y pienso que Beethoven es un artista capaz de rescatar el sufrimiento y transformarlo.
Beethoven era un hombre que se preocupó por dejar bien en claro sus preocupaciones sobre el humano y su calidad, hasta lo podemos pensar musicalmente en el famoso gran coro de la novena.
Sí, es algo que también se refleja en otras de sus sinfonías. Hay un mensaje a la humanidad, un mensaje de optimismo. Incluso con todo el dolor que vivió, en su música se encuentra la fuerza de un optimismo extraordinario: la creencia en el humano, con una alma superior de bondad de generosidad.
Lee la entrevista entera a Ligia Amadio en nuestra revista digital: Música Clásica 3.0.
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