Leo Maslíah en el Café Vinilo, el prestidigitador inquieto

Imagen de Leo Maslíah en el Café Vinilo

Con una performance única en su especie, el multitalentoso charrúa inauguró su trilogía de conciertos en el cálido bar porteño y llevó de paseo a sus oyentes por el exótico mundo que compone su mente. Mucho más que un zanguango.    

 

 

Pasadas las 9 y media la gente se empieza a impacientar, la botella de birra pide clemencia y la picada se convierte en un desierto donde el único oasis se presenta en forma de berenjena al escabeche. Un hombre camina lentamente hacia un piano, su parsimonia no parece condecir con la ansiedad del público que se encuentra debajo. Se sienta en la banqueta y algunas palabras empiezan a emerger detrás de un frondoso bigote, salen una tras otra pero no se distinguen entre sí, no se acentúan; el interlocutor sigue hablando como quien no quiere estar ahí, como quien tiene miedo de expresar alguna verdad absoluta; la gente se empieza a reír y finalmente cede. Ese hombre no es personaje de Charles Schultz, es Leo Maslíah y la incomodidad es su arte.

 

Leo Masliah es una artista incómodo en más de un aspecto, en su obra se encuentra el maridaje de una narrativa rioplatense, donde el absurdo es inocente y visceral al mismo tiempo; una forma de contar las cosas aparentemente desprolija, pero elaborada con precisión quirúrgica. Es un artista capaz de rearmonizar a Bach solo para observar la indignación de los melómanos puristas. Exactamente en esa misma nota se desarrolló la velada del viernes por la noche en el Café Vinilo. El oriental brindó un concierto de géneros variados, por momentos indivisibles, en una estructura bipartita. En la primera parte, se abocó plenamente al piano, donde mechó piezas de su trabajo más reciente, Cine Mudo, con odas casi satíricas a Keith Jarrett (Superjarrett) y a J. S. Bach (Concierto para clave en Re Mayor). Su interpretación, no obstante las miles de referencias a las que pueda aludir, tiene un toque distintivo, abrumador y ensoñado, entre el impresionismo y el jazz moderno.

 

Durante la segunda sección del concierto, la veta humorística del uruguayo tomó mayor presencia. Los relatos patafísicos sobre los pájaros molestos y las rígidas clases de contrapunto sirvieron como plato de entrada para lo que luego se convertiría en un emotivo homenaje a Jorge Lazaroff, uno de los puntos más altos de la noche. Para terminar, el hombre del bigote vuelve a meterse a su propio Cine Mudo, se olvida por un rato del clásico swing incidental y termina en una enmarañada pieza capaz de sublimar La Cumparsita con las especies armónicas más extrañas. Indudablemente, Maslíah se mueve en el terreno de la incertidumbre, evoca risas en la seriedad absoluta y crea la mayor de la solemnidad en su ejecución más despojada. Ciertamente, la contradicción es lo suyo, y lo suyo es un género en sí mismo; inclasificable y único.

 

Leo Masliah se estará presentando nuevamente el sábado 19 y 20 de enero a las 21 h en el marco del Ciclo Uruguayo que organiza el Café Vinilo. La próxima incursión del programa, del que ya formó parte Fernando Cabrera, será el viernes 24 y 25 de enero con el dúo conformado por Daniel Maza y Hugo Fattoruso.

 

Por Iván Gordin. 

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