Las criaturas de Prometeo, único ballet de Beethoven

Ballet de Beethoven

Las criaturas de Prometeo, Die Geschöpfe des Prometheus, es el único ballet completo escrito por Beethoven. Podría llamar la atención que un músico tan prolífico haya compuesto solamente una obra para ballet, sin embargo, es probable que Beethoven fuera preso de un prejuicio de la época: en los albores del siglo XIX la danza era tan solo un divertimento de poca seriedad.

De hecho, pocos son los compositores de renombre que escribieron música para ballet antes del auge del Ballet Romántico. Nos preguntamos qué tanto han cambiado estas concepciones, cuando en la actualidad, -y a diferencia de otras disciplinas artísticas- lo/as bailarines/as nos encontramos sin una Ley Nacional de Danza, sin sindicato, sin normativas adecuadas para una jubilación digna, y con una precarización laboral generalizada en el rubro, pobremente paliada con los pocos puestos con sueldo de las compañías estables. Pero volviendo a nuestro héroe, al parecer aceptó el encargo de realizar la composición para Las criaturas de Prometeo a pedido del bailarín y coreógrafo italiano Salvatore Viganò.

Viganò no era un artista del montón; tenía una sólida formación como coreógrafo y como músico (de hecho, solía componer el acompañamiento musical de sus obras, o participar activamente junto al compositor), y también actoral y literaria. Nacido en una familia de bailarines, fue maestro de ballet en Viena y posteriormente en La Scala de Milán. Escribió más de cuarenta ballets, con preferencia por argumentos históricos y mitológicos; se lo considera el creador del coreodrama, por la importancia que daba a la mímica dentro del baile en función de la elucidación del argumento, profundizando el concepto que había desarrollado Jean-Georges Noverre (quien alternaba secuencias de danza y pantomima). También es reconocido por darle al cuerpo de baile un rol más protagónico en cuanto al desarrollo narrativo de la obra, y no solo como decorado.

Decíamos entonces que, a solicitud de Viganò, y probablemente necesitado de dinero, Beethoven no pudo rehusarse. El mecenazgo de la aristocracia le daba respiros en los tiempos difíciles: diez años antes había escrito Musik zu einem Ritterballet, ocho breves piezas que conformaban un ballet caballeresco, a pedido del conde Ferdinand Ernst von Waldstein, en ocasión de un baile de máscaras de Carnaval organizado por éste. Ritterballet es el único antecedente conocido de música escrita para la danza por Beethoven, amén de sus minuetos, valses o contradanzas, todos ellos con una finalidad sonora más que bailable. 

Finalmente, las Criaturas de Prometeo, fue estrenada en 1801, dedicada a la princesa Maria Christiane von Lichnowsky, esposa del benefactor, Príncipe Karl Lichnowsky. Aparentemente, por la cantidad de presentaciones seguidas al estreno, la obra fue un éxito.

De hecho, pocos son los compositores de renombre que escribieron música para ballet antes del auge del Ballet Romántico. Nos preguntamos qué tanto han cambiado estas concepciones.

El ballet está estructurado en dos actos, siendo la Obertura el fragmento más conocido e interpretado como pieza suelta:

-Obertura

Acto I

-I . Introduccción

– Numeros II, III y  IV

Acto II

– Numeros I al XII

– XIII.  Finale

Tal vez por sentir un menor compromiso o exposición, Beethoven se animó a jugar más y a probar recursos que rara vez utilizaba; por ejemplo, la elección del arpa para simular la lira de Anfión, instrumento usado por única vez en una partitura orquestal por parte de nuestro compositor. A su vez, varias de estas ideas musicales fueron cultivadas en próximas sinfonías (como La Tempesta de la Introducción en la Sinfonía Pastorale o el Rondo del Finale en la Sinfonía Eroica, entre otras).

Selección de fragmentos de Las Criaturas de Prometeo por la Orquesta de Cámara  Pelléas de Amsterdam, Benjamin Levy  director.

Del libreto original nada se conserva. Sólo han podido reconstruirse las escenas a partir de bocetos sueltos del músico, recordatorios, direcciones de escena, alguna correspondencia, y notas de la crítica. Si no se consiguió recuperar el argumento escrito, menos aún, la coreografía. Por esta razón seguramente, es un ballet muy poco interpretado, no solo como pieza de concierto, sino también como acompañamiento musical para la danza. Alguno/as coreógrafo del siglo XX han escenificado partes de la música, como Ninette de Valois y Frederick Ashton, o acá en Argentina, Serge Lifar junto a la sanjuanina María Ruanova en 1934 y más tarde,  ya en la década del ´70, José Neglia. En la actualidad pueden encontrarse algunas compañías que han intentado su reconstrucción, desde distintos lenguajes, como la realizada desde la dramaturgia por Roberto González-Monjas, o la Compañía de Danza contemporánea de Arantxa Sagardoy y Alfredo Bravo. 

 

Por Carolina Lázzaro/Luz Lassalle.


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