Lalo Schifrin, talento imposible

Imagen de Lalo Schifrin

 

Amigo de Piazzolla, colega de Dizzy Gillespie, alumno de Nadia Boulanger, amante del jazz, genio de la composición y ahora flamante ganador honorífico del Oscar. Homenajeamos a Boris Claudio “Lalo” Schifrin con un repaso de cuatro obras imprescindibles.

 

Por Iván Gordin.

 

Si los Premios de La Academia tuvieran el verdadero valor que aparentan ostentar, quizás Lalo Schifrin no tendría que haber esperado hasta 86 años para recibir su primera estatuilla. El músico argentino, quien fue honrado la semana pasada por todo Hollywood (Clint Eastwood incluido), hace rato que forma parte del panteón de los más grandes compositores de música para cine de todos los tiempos. Su brillante carrera ha inspirado y pavimentado el camino de jóvenes promesas alrededor del mundo, especialmente en Argentina. Sin Schifrin, difícilmente tendríamos a un Gato Barbieri o a un Gustavo Santaolalla. Sabemos que un Oscar es gusto a poco, por eso, vamos a homenajearlo como corresponde con un repaso de cuatro de sus más geniales obras de arte.

 

 

Misión Imposible (1966)   

 

 

Un compás de 5/4, una melodía sincopada en el piano y una flauta traversa inolvidable. Posiblemente la obra más famosa de Schifrin, y reproducida hasta el infinito en numerosas secuelas e instancias televisivas de mecha corta. Brillante, simple y pegadiza; una pieza que esconde su andar tanguero detrás de una orquestación jazzística.

 


 

Mannix (1967)

 

 

Nuevamente un encargo para una serie de televisión. Esta vez se puede oír explícitamente la pasión de Schifrin por el jazz con una composición en sintonía con una Big Band clásica. Elegante y entretenida, ya no es tan común escuchar este estilo en TV. La partitura de Lalo no tiene desperdicio y es una verdadera montaña rusa de emociones.

 


 

Harry el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971)

 

 

Llegaban los setenta y la madre nodriza del funk arribaba a la Tierra. Con una evidente predominancia del bajo electrónico, Lalo compone una banda sonora que encaja perfecto con la vida urbana y el renegado carácter del justiciero atormentado. La música que acompaña al personaje de Clint Eastwood institucionaliza al funk como una necesidad del género y abre el juego a futuras trabajos  como Starsky & Hutch y Operación Dragón.

 


Tango (Carlos Saura, 1998)

 

 

Si bien los elementos rioplatenses siempre pudieron entreverse en muchas de sus obras, no fue hasta el film de Saura que Schifrin pudo volcar todo su talento al tango. Esta banda sonora tiene la gran virtud de amalgamar sutilmente el estilo de la orquesta típica clásica bailable con texturas y rítmicas allegadas a la estética de Piazzolla. Una muestra del conocimiento y la versatilidad de este compositor.

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