Desde MusicaClasicaBA inauguramos una nueva sección titulada «Notas para interpretar (la realidad)». Invitamos a referentes argentinos y argentinas del ámbito de la música clásica para que nos recomienden una obra que consideren capaz de ofrecer perspectivas sobre la compleja situación que atraviesa nuestro país. Así el propósito es resaltar el constante diálogo de la música clásica con la realidad desde distintas ópticas.
Claudio Ratier, reconocido musicógrafo, periodista, divulgador y gestor especializado en el género operístico, ha seleccionado la Tetralogía El anillo del nibelungo, de Richard Wagner, para trazar algunos conceptos clave y contribuir a una reflexión sobre la Argentina actual.
Claudio Ratier – Ed. Virginia Chacon Dorr
La relación con el poder
Le preguntamos a Claudio Ratier, ¿qué obra creés que nos puede ayudar a pensar la situación actual de Argentina?
Nuestra situación actual forma parte de un contexto global y antes de responder a tu pregunta me es imprescindible señalar algunas cosas. Ante el desmesurado nivel de beneficios que obtiene el sector de poder, y no te estoy diciendo nada nuevo, la contracara de esto nos pone en evidencia que en definitiva algo no funciona -en realidad nunca funcionó, solo que empeora- y que a su vez el sistema en el que estamos inmersos atraviesa un período decadente de duración incierta. Síntoma de esta decadencia es la aparición de ciertos gobernantes -no puedo decir “líderes”- que en otros períodos históricos hubiesen sido inconcebibles: se ha visto en los EE. UU., en el Reino Unido, en Brasil, en nuestro país. Hoy a los argentinos nos toca el presidente Javier Milei, que hizo de su errático y falaz concepto de “libertad” un estandarte que sabe emplear muy bien, y cuyo legítimo triunfo electoral resulta de una compleja suma de factores. No sé si es necesario que te aclare que esto, con sus matices locales, se encuadra en la decadencia del sistema capitalista en su fase neoliberal. Si “la historia va por su lado malo” y a esto lo confirma el derrotero de la humanidad -no pretendo hacer un elenco de citas o frases hechas, no alcanzarían las páginas ni tendría sentido-, al menos contamos con herramientas que nos ayudan a vislumbrar, detenernos, profundizar en algunas cuestiones que nos atañen como sujetos en la sociedad y en la historia.
Hagamos foco en el mundo moderno, cuyo punto de partida podemos establecer a partir del descubrimiento del continente americano y la apertura de las rutas oceánicas, ese hito que da lugar al nacimiento del sistema capitalista. En algún momento del siglo pasado se presentó la alternativa del comunismo, experiencia que resultó desastrosa -en nombre de la igualdad y de un mundo que se suponía mejor, se instalaron tiranías opresivas en extremo- y que con su final dejó como triunfador absoluto al capitalismo, que con las banderas de la democracia y la libertad cuenta con otros modos de dominación para obtener sus fines, centrados principalmente en fortalecer su posición, apropiarse de los recursos naturales y hacer dinero con el dinero en un mercado de las finanzas que pareciera llevar la delantera. En una palabra, se trata del poder.
Pero vos me hiciste una pregunta muy puntual y te digo que, como herramienta reflexiva, sumemos catártica -término que le hubiese gustado al autor-, elijo El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen), la Tetralogía de Richard Wagner (1876). No solo nos ayuda a pensar la actual situación argentina sino la humanidad, pues trasciende fronteras y tiempos. Es que trata de la relación con el poder, que en nuestra condición de hombres nos seduce y nos lleva a los peores actos con tal de obtenerlo, retenerlo y acrecentarlo. No es necesario agregar que se trata del factor de corrupción más poderoso con que cuenta el ser humano desde que puebla el planeta.
«Trata de la relación con el poder, que en nuestra condición de hombres nos seduce y nos lleva a los peores actos con tal de obtenerlo, retenerlo y acrecentarlo.»
La codicia: nada bueno puede resultar
¿Por qué creés que la Tetralogía nos ayuda a reflexionar?
Wagner comienza a concebirla en coincidencia con su activa participación en el Maiaufstand o levantamiento de Dresden (mayo de 1849). Fue el último intento revolucionario de un movimiento iniciado el año anterior con epicentro en Frankfurt, cuya intención fue unificar Alemania bajo una monarquía parlamentaria, cosa que recién se logrará algunas décadas más tarde. Antes de exiliarse por el fracaso de la revolución conversó mucho con Mijail Bakunin, que siguió los acontecimientos en persona. Aclaro que de ninguna manera hay que pensar que Wagner, por más que en algún momento propusiese abolir el dinero, haya sido anarquista o comunista, de hecho, aquella serie de levantamientos fue de sesgo burgués. Él estaba convencido de que una Alemania unida podía llegar a estar en condiciones de extender su influencia hacia el mundo -ni más ni menos que sumarse a la empresa colonialista, a la cual los alemanes llegaron tarde-, y que, con el apoyo de un monarca benefactor, al arte le tocaría desempeñar un papel transformador en beneficio de la humanidad. El tema da para mucho y aquí nos excede, pero lo digno de ser señalado es cómo en medio de todo este fervor él concibe un texto al que luego pondrá música, y que le sirve como herramienta crítica de la codicia humana, de la manera en la cual los hombres, aún los mejores, son corrompidos por el poder, del que nada bueno puede resultar. Mediante metáforas, símbolos y personajes de alguna manera previsibles habla de su sociedad, de eso se trata. Y esa codicia, ese poder, en su tiempo y aún hoy están encarnados en el capitalismo con todas sus variantes: no es lo mismo la época que nos describía Dickens frente a la nuestra, en la que revolotean los banqueros y financistas y extiende su poder un sujeto como Elon Musk, que viene por nuestro litio y por más de una razón da verdadero miedo. Pareciera no existir alternativa porque aún no se ha tocado fondo, y de ahí los avances de lo peor de la sociedad, en la Argentina y en el mundo, pero volviendo a Wagner, lo que nos expresa en su poema nos ayuda a reflexionar como sujetos del siglo XXI; claro que las reflexiones no son nada alentadoras.
¿Cuáles serían algunos ejes de lectura que nos pueden colaborar a considerar la relación de la obra con nuestra realidad?
Subrayo nuevamente que no me es posible referir nuestra realidad sino en un contexto global. El significado de la Tetralogía trasciende fronteras y épocas, Wagner no inventó nada, pero sí entendió muchas cosas y supo plasmarlas. Sabemos que como ser humano tuvo fuertes defectos, pero el artista en serio suele colocarse más allá de sus imperfecciones mediante su obra, que lo trasciende.
En cuanto a nosotros, entre la desorientación y la justificada indignación de gran parte de nuestra sociedad, la elección del nuevo gobierno, el discurso oficial de orientación mesiánica entre la ira y el delirio, ciertas situaciones que serían dignas de una película de Sacha Baron Cohen (si no fuera por su gravedad), un nivel de manipulación sin pudor —sabemos qué determinó la victoria de Milei en la segunda vuelta— y el asedio de los más voraces intereses foráneos, a los cuales se pretende facilitarles todo, están relacionados principalmente con la desmedida codicia por el poder, algo tan viejo como la humanidad y que hoy se presenta bajo estas formas.
«El significado de la Tetralogía trasciende fronteras y épocas, Wagner no inventó nada, pero sí entendió muchas cosas y supo plasmarlas.»
El mundo, la Argentina está llena de Alberichs, Mimes, Hagens, Fafners, Wotans, de esos que por poseer el “oro” son capaces de todo; no te digo héroes románticos casi invencibles, pero sí gente valiosa que a menudo es corrompida por el factor en cuestión, y que a su vez puede ser vista como una alegoría de la humanidad en su conjunto.
Ahora fijate que, si consideramos la Tetralogía como una alegoría del sistema capitalista, en cuyo colapso el desborde del Rin nos pone frente a una catástrofe ambiental -otro tremendo factor relacionado con lo mismo-, la única, última e inevitable consecuencia posible es sucumbir, dioses incluidos. Pero también es válido pensar que puede haber una nueva oportunidad de que la humanidad renazca de su propia hecatombe. Si sería capaz de lograrlo, no es más que una cuestión especulativa.
Puede que todo esto parezca un divague, pero tu consigna frente a la coyuntura argentina me ha llevado a pensar en Wagner. Estamos ante algo tremendo y roguemos que los daños no lleguen hasta lo último. Es verdad que “la historia va por su lado malo” y que a lo largo de su camino se dan momentos de relativa calma. El arte es una de esas pocas cosas tan potentes que hacen pensar que los seres humanos tenemos algo valioso, algo grande e inmaterial en el mejor sentido, que también puede manifestarse a través de la música. Me lo demuestran tanto una canción de Schubert como una de Los Beatles. Y por supuesto la Tetralogía, con el agregado de que me lleva a reflexionar sobre nuestro tiempo, sobre nuestra situación como país, pues a esto nos ha empujado la codicia por el poder, “el oro”, que en definitiva no es sino un recurso natural arrebatado y manipulado de la peor manera. Toda semejanza con lo actual no obedece a ninguna casualidad.
«El arte es una de esas pocas cosas tan potentes que hacen pensar que los seres humanos tenemos algo valioso, algo grande e inmaterial en el mejor sentido, que también puede manifestarse a través de la música»
¿Hay alguna versión de la Tetralogía que recomiendes en particular?
Más de una. La de Georg Solti para el sello Decca, que es la primera grabación integral realizada en estudio en la historia del disco, en cuanto a tal no ha sido superada. Si hablamos de las tomas en vivo recomiendo las del Festival de Bayreuth de la década del 50, empezando por Hans Knappertsbusch. Y de Bayreuth hablando paso al terreno del video y no me canso de señalar la versión del centenario de los Festivales, la de Patrice Chéreau con Pierre Boulez (1976). Marcó una divisoria de aguas, suscitó polémicas, despertó admiración e indignación acaso por partes iguales y es la primera versión, hasta donde sé, que hace su lectura de la obra según lo que he venido comentando y de lo cual ya se había percatado George Bernard Shaw. No se trata de una mera contienda entre dioses y seres sobrenaturales con los hombres en el medio, muchos efectos especiales y demás, todo ese colorido tan atrayente desde lo estético y que tan solo representa un aspecto superficial, sino de una radiografía crítica del mundo moderno. Y eso está en Wagner, que vivió en un sistema que pese a sus múltiples transformaciones e injusticias sigue vigente.
Y por último te confieso que dar con una obra musical que nos ayude a pensar la realidad argentina no me ha sido fácil. En cambio, en el mundo de la literatura hay material de sobra, porque esto que atravesamos es digno de la pluma de un Roberto Arlt. Nuestra sociedad está llena de tipos como el Astrólogo, Erdosain, Barsut, el Buscador de Oro, Ergueta: el escritor hiperlúcido siempre tiene algo de clarividente.
Sobre la obra
El anillo del nibelungo, o simplemente la Tetralogía, es una monumental obra compuesta íntegramente por Richard Wagner. Consta de tres jornadas con un prólogo: Das Rheingold (El oro del Rin), Die Walküre (La valquiria), Siegfried y Götterdämmerung (El ocaso de los dioses) y se estrenó de manera integral en agosto de 1876, en coincidencia con la apertura del Teatro de los Festivales de Bayreuth (valga aclarar que el prólogo y primera jornada se conocieron en München en 1869 y 1870 respectivamente). Las fuentes de esta epopeya poético-musical fueron el Nibelungenlied (Cantar de los nibelungos) y la mitología escandinava recopilada y explicada en las Edas, las que a su vez aparecen tratadas con amplia libertad. Cuenta la historia de dioses, criaturas sobrenaturales, héroes, mortales, poder y redención por el amor en un vasto escenario de conflictos y tragedias. Wagner trabajó durante más de 26 años en su composición.
Sobre Claudio Ratier
Es un musicógrafo, periodista, divulgador y gestor especializado en el género operístico. Inició su carrera periodística en el diario La Nación. Ha publicado más de ciento treinta artículos y ensayos en diversos medios como Revista Clásica y Revista Teatro Colón, en la que se destacan sus traducciones de la correspondencia de Giuseppe Verdi. Desde 1999 hasta 2018 dirigió Cantabile – Revista de música clásica, donde publicó sus series de ensayos Ópera por las ramas y Temas atrapados por el rabo, lo que incluye su traducción de la novela breve Il maestro di setticlavio de Camillo Boito.
Se desempeñó como director de elencos de Buenos Aires Lírica. Escribió los artículos para los programas de mano de los espectáculos ofrecidos por esta institución. Otros artículos han aparecido en los programas de los teatros Colón y Argentino de La Plata. Ha sido creador, productor y conductor del programa Operamante en Radio Nacional Clásica (2001, 2002), y ha ofrecido charlas y cursos sobre ópera en diversas instituciones de Buenos Aires. Es autor de los libros Lecciones de Tinieblas (relatos, Deldragón, 2005), Ópera por las ramas y Las óperas – Compositores y obras desde el siglo XVII hasta el siglo XX (ambos publicados por Editores Argentinos en 2018 y 2019 respectivamente).