Daniel Levy y el Cuarteto Petrus se presentarán el miércoles 20 de septiembre en el Teatro Coliseo. Este concierto constituye una oportunidad única para apreciar en nuestro país la trayectoria del Maestro Levy, aclamado por la crítica internacional como “uno de los pianistas más importantes de nuestros tiempos”. Aprovechamos esta ocasión para charlar con el maestro acerca de todo, pero principalmente sobre “El Arte de Escuchar”.
Daniel, nos gustaría comenzar con sus primeros recuerdos musicales e inicios, ¿qué nos puede contar?
Yo tenía un piano en mi casa, así que en realidad mi comienzo fue mucho antes de estudiar la música. Me acerqué inmediatamente al piano y empecé a buscar “cosas” e incluso hasta improvisar. Lo hacía para mi familia y las repetía siempre exactamente igual. Luego, a los seis años comencé a estudiar y esa improvisación empezó a desaparecer. Se sabe que cuando uno comienza a estudiar se pierde un poco “eso”, y, por lo menos, en ese momento no se incluía en el aprendizaje dejar libre la “cosa natural” que era el buscar por oír, por escuchar. Pero fue mi inicio y marcó mucho para mí. Fue fundamental esa libertad anterior. El hecho de la escucha me interesó desde que era muy pequeño y hacía ejemplos de oído absoluto, de ver qué nota o acorde se escuchaba desde antes de comenzar a estudiar.
El estudio formal comenzó luego con profesores de aquí muy importantes como Ana Gelber y Vicente Scaramuzza, y más allá de otros profesores que tuve posteriormente, ellos me han dado la formación prácticamente completa. Después solo desarrollé lo que ellos dejaron. No hubo nada nuevo con respecto a la formación en sí. Fue un continuar e ir profundizando, y nunca olvidando esos principios generales, universales, particulares, detallados que hasta el día de hoy me sirven y están presentes. Estoy profundamente agradecido a ellos.
¿Cómo fue su experiencia con Vicente Scaramuzza?, lo pregunto por su fama de duro…
Tal vez porque trabajé con él en sus últimos 4 años de vida, tenía yo 17, nunca vi esa faceta que algunos tuvieron como experiencia. Creo que todo lo que llegó a hacer, e incluso hasta ese tipo de carácter y dureza, que yo no vi, era porque siempre se preocupaba por el alumno. No era para destrozarlo, no era para criticarlo. Sino para que aprovechara lo que él estaba diciendo. Tenía una disponibilidad total. Tanto Ana (Gelber) como Vicente no tenían límite de tiempo, podía ir en el momento en el cual yo creía que lo necesitaba o tenía un progreso. Al punto de ir al día siguiente de una clase. Algo muy extraño por ejemplo en otros maestros que nunca se los encuentra. Es inútil decir la cantidad de alumnos que tuvo de gran importancia Scaramuzza, no solo los más conocidos, sino toda una serie que hoy a lo mejor no se recuerda pero que fueron parte de una obra muy consistente de enseñanza.
Yo no vi esa fama que cuentan, sólo conocí un aspecto de transmisión profunda y el de una claridad hasta último momento que, pensándola hoy, me deja pasmado. Cuando se acercaba al piano, pocas veces, para decir o dar un ejemplo era verdaderamente increíble, con manos que no puedo olvidar donde ese apoyo y esa forma de buscar el sonido había partido de una escucha profunda. Para él la idea es que había que tener un sonido previo antes de producirlo, había que tener una idea y después usar los medios. Es raro, y hasta una paradoja, que la escucha no sea la “cosa” más importante de todas, no sólo en el mundo de la música sino en el mundo general. Todo parte finalmente de cómo escuchamos.
¿Qué enseñanzas le dejó?
Lo que dejó como marca, y esto viene de sus profesores, es no imitar al canto en el piano pero sí la idea del canto. Y para eso es fundamental pronunciar frases, sílabas y vocales que dieran la idea del canto en las frases que se estaban por tocar en un instrumento que finalmente es de percusión. En sí lo que él sintetizó y trajo a Argentina fue de una magnitud única. A mi entender es un maestro vigente del cual todavía no se han podido siquiera profundizar alguno de los conceptos más importantes que dejó. Él decía: “No te estoy enseñando el piano, te estoy enseñando para la vida”. Y me hace acordar mucho a una frase de Beethoven cuando decía: “Yo no hice algunas composiciones para entretener sino para crear al hombre nuevo”. Y uno se pregunta qué quiso decir. Estamos demasiado acostumbrados, mal acostumbrados, a que un concierto sea un espectáculo. Se ha reducido el campo de la música a un formato que es como un corset totalmente estrecho. No tiene nada que ver solamente un teatro, una sala, un lugar donde se va a escuchar la música. Quedó restringida a un formato. También la enseñanza en un conservatorio quedó restringida a un área, en vez de abrirla a todas. La música es ciencia, es arte, es terapia, es escucha y es espiritualidad profunda. Y los compositores dejaron eso como herencia. Y Scaramuzza, dejó claves para decir “esto no es sólo una hermosa melodía”.
Es muy difícil transmitir justamente al público todo eso en un formato de concierto, tal vez habría que pensar algo más integral…
En el teatro no hay necesidad de instalar eso, pero se puede transmitir si los músicos sienten lo que estamos diciendo y lo sintetizan en lo que están transmitiendo sin darle ningún otro tipo de significado. Haciendo escuchar algo que no había sido escuchado, no por original, sino permitiendo que se escuche mejor. Si nosotros pensamos cómo se va a un concierto ya no partimos demasiado bien: venimos con un gran apuro, con 500 actividades anteriores, con preocupaciones, nos sentamos y empieza algo… No estamos preparados. Y termina y nos vamos también volando. ¿Qué tipo de efecto quisiéramos que tuviera?
Tal vez mucha gente va al concierto a desconectarse dos horas, sin ahondar en toda esta profundidad de la que usted está hablando.
Vamos a pensar hipotéticamente: no necesito ir con la mente súper preparada pero tampoco tengo ningún momento anterior de silencio, que serviría, en vez de perderse los dos primeros movimientos hasta lograr entrar. O no entrar. O a lo mejor entrar enseguida porque puede pasar de todo en la escucha. Pero no son las formas a mi entender ideales.
Las forma más cercanas sería una preparación previa e incluso en algunos casos, como se hace en varias partes de Europa, según el tipo de música, eliminar los aplausos. Los aplausos buscan manifestar lo que la música o los músicos provocaron, es un modo de festejar, pero cuando hay silencio es impresionante.
Ahí va a depender también del compositor, o de los estilos. No es lo mismo la música de Mozart en la que la gente aplaudía naturalmente en medio de los movimientos, a la idea más romántica a partir de Beethoven en adelante…
Los últimos conciertos de Abbado, al finalizar él quedaba frente a la orquesta y todo el mundo en silencio por lo menos dos o tres minutos, no volaba ni una mosca. No es un acto teatral, la música está comunicando con una profundidad tal que no tiene que ver si es triste o no, sino que te deja a una reflexión que si pudiéramos prolongarla nos diría muchas más cosas de las que nos dice. Y con Abbado yo lo viví, es como si estuviera haciendo una ceremonia, y el aplauso que había lógicamente después de esos minutos de silencio era necesario.
A mí me interesa mucho el para qué estamos dando un concierto: es muy lindo, es bonito, nos va a dar un momento de tranquilidad, pero eso no deja ninguna otra influencia después. No dura, es solamente aire. Es verdad, no es posible todo eso en un concierto por eso se están preparando desde hace tiempo seminarios para acercarnos a la escucha con una idea un poco más profunda.
¿Y cómo quiere que vaya la gente a escuchar este concierto en particular?
No puedo decir específicamente de este concierto, ni recomiendo cómo tienen que ir. Pero sí me preocupa la modalidad de los conciertos que veo en más de un caso: no hay público joven prácticamente.
Estarán acostumbrados a la sobreexcitación de los sentidos y de hacer muchas cosas a la vez y el concierto en sí no los atrae tal vez…
Creo que lo que es restringido evidentemente es cómo concebimos un ciclo musical. La forma del concierto es la que ya tiene desde hace años y es la que quedó. Han buscado modificarla, algunos cambiando de vestimenta pero no es solamente un problema de forma, es un asunto de educación musical que no nos viene desde la escuela, que no nos viene desde la universidad. Viene solamente al que va a estudiar música cuando la música debería ser una materia para todos aunque no sea para formar músicos. Estoy totalmente de acuerdo con la idea platónica de que el hombre tiene que educarse a través de la música. Y puede hacerlo sin por eso tener que ser…
¿Músico?
Sin tener que ser concertista, porque de algún modo es un músico el que escucha también. Pero hemos restringido tanto el campo y lo hemos especializado tanto que no lo ligamos con la psicología, no lo ligamos con la espiritualidad, no lo ligamos con un tipo de energía, no lo ligamos con la forma, con el color, con el arte. Es un ámbito estrecho. Nosotros tomamos a Bach como la cosa más importante de la música occidental pero hay mucho antes que él, hay mucho que viene de otras culturas para sintetizarse en él, y de eso cero. También cero es lo que se escucha en las radios. Nos estamos perdiendo mucho.
Y si no tenemos una forma de educación musical, si no intereso a un niño, a un joven con materias que ayuden a escuchar, porque el foco de la escucha no es solamente para la música, y que estuviera en el centro de la educación. Aprendemos a hablar, a escribir y para escuchar no hay una materia. En el conservatorio hay una pequeña aproximación pero no de la escucha en sí.
¿Cómo tenemos nosotros la capacidad de recibir estos impulsos que nos conmueven y que provocan todavía algo? Cuando me preguntás cómo hacer para que cuando venga alguien a un concierto tenga todo esto que hablamos, no sé… pero sí que tenga la idea de que es posible, a través del concierto, a través de la información, de lo que se graba, de lo que se dice, son muchas las formas pero que no quedan limitadas. Este pequeño ciclo nació de esta idea, es algo que vengo desarrollando desde hace mucho tiempo, porque siento que la educación musical ha ido a parar a no sé dónde… Así como la informática es muy importante en la escuela por qué no la educación musical. Una es útil, la otra inútil. ¿Y por qué? Si todos me dicen que las neuronas en los chicos que escuchan música se unen distinto a los que no escuchan música, y mayores. Por qué no es importante si aumenta la creatividad, y está comprobado. Insisto, ¿por qué no es importante, por qué no hay tiempo para eso? Hay muchos países que lamentablemente han sacado esas materias. Más allá que no todos sean concertistas, pero que la música clásica no quede como la cenicienta. Es un ambiente restringido. Debería crecer en jóvenes, en curiosidad y está creciendo. Ahora un fenómeno muy extraño, crece en cantidad de jóvenes estudiantes de música pero esos mismos estudiantes no van a ver conciertos. Algún motivo debe existir.
O no van como deberían.
En Italia parece que recientemente empezaron a interesarse. Pero es todo un tema y que considero muy importante. Los músicos deberíamos entrar más porque también no es responsabilidad del público, propiamente dicho, es también responsabilidad de los músicos. Si el músico se ocupara además de su instrumento y de su profesión a poner la atención sobre eso, no sólo ir a tocar, algo cambiaría.
Es difícil convencer a los que toman las decisiones de que todo esto sirve para algo más que para hacer música…
Ese es uno de los problemas más grandes porque si sigue considerándose aire, no va a servir para nada. Y sigo acá con la responsabilidad de los músicos, en donde si la única cosa que hace, como en otras épocas, es ser contratado, toca y después se terminó, no es suficiente. Para esta época no es suficiente. Se va achicando más y por fortuna no paró, pero qué pasa cuando llegue eso… Se habla de que tal orquesta no se sabe si seguirá, que tal otra, lo mismo, que en Italia unificaron a varias orquestas de las radios en una sola….
Sí, el único criterio es que generan gastos.
Vamos a terminar perdiendo. O vamos a ganar que la humanidad sea media humanidad. Humano quiere decir que pueda tener altas emociones, pensamiento elevado, intuición, y la música sirve a generar eso. Hasta que nos demos cuenta de eso no va a servir para nada. Todos dicen que sirve para innovar, para la creatividad, ¡demostrémoslo!
Hay experiencias en donde se ve que que produce una mejora, produce que se esté más consciente, en el campo neuronal está probado, y estamos hablando nada más por la escucha, ni siquiera la comprensión. La escucha empieza a producir con la repetición que haya más posibilidades creativas. ¿Y cómo hacemos la escucha, dónde? Por suerte hay muchos músicos que se están preocupando y ocupando de eso, no soy el único, y lo están tomando más seriamente. Porque si seguimos así no habrá renovación porque no va a haber motivo, y ahí hay un punto importante que no tiene que ver con los conciertos sino con un principio. O pienso que la música es algo verdaderamente importante y fuera de lo común para un ser humano, o es otro oficio que sirve para divertir, entretener. Que si bien divierte no es eso.
¿Qué es el Proyecto Eufonía y qué están organizando en Buenos Aires?
Hubo ya un encuentro que tuvo que ver con Scaramuzza, como maestro de la escucha, en el Instituto Italiano de Cultura. También una presentación el 12 de septiembre de un libro mío que tiene que ver con la eufonía y con Pitágoras que se llama “El desafío de saber escuchar”, tomando Pitágoras, que lo conocemos por su teorema, como el que empezó con la música en Grecia, el que dio las bases. Todo el aspecto de escuchar se debe a él, hablo de 2500 años atrás, pero muchas de las cosas son tan vigentes, no es algo del pasado, porque es científico pero es artístico y entra en todo.
Si uno investiga algo de Bach, él estaba al tanto de todo el pitagorismo haciendo el “Arte de la fuga” e incluso antes concordaba con todas las teorías pitagóricas, no de afinación, sino con el significado. Por algo en 1600 un grupo, no solo Bach que se dedicaba a matemática, lo faculta y lo pone en música. “El clave bien temperado” lo lleva a la afinación del monocordio pitagórico, si la cuerda está justamente tensa produce un sonido, si está débil no lanza un sonido, si está demasiado tensa se rompe y de ahí toda una teoría de porque a la mañana había que despertarse y cantar, que había algunas músicas que modificaban el carácter, algunas marcas recomendadas otras no, estamos hablando de años atrás. En toda la historia de la música este hombre y su pensamiento, estamos hablando de occidente, fue tomado por más de uno.
Los grandes músicos estuvieron de acuerdo en el hecho del poder transformador de la música. Los grandes compositores en algo se inspiraron para poder crear estas obras. Tiene que ver con eso que llamamos eufonía. Es una palabra griega que quiere decir armonía también, pero “fone” es la voz entendida. No solo como la voz humana sino como nuestro modo de expresarnos. Es decir, cuando algo se expresa está el “fone” y la idea de “eu” es que sea bello, y por lo tanto algo de beneficio, de poder curativo, que a su vez todo tenga una influencia. Cuando escuchás un sonido no es que hay algo que va a servir para algo particular, sirve para todo al mismo tiempo. Es tan sintético que no hay necesidad de explicación.
Ahora es lógico que en los conciertos no sea posible transmitir todo esto, pero hay diálogos-conciertos en los que tratamos de entrar de algún modo en la inspiración del compositor, lo que el compositor dijo sobre su inspiración y ahí hay una cosa maravillosa en donde ves que cada uno ha tenido muchos puntos en común que tienen que ver con lo que estamos hablando. Hoy seguimos hablando de Grieg, Liszt, Schumann o Brahms porque todavía nos dicen algo que no es de la época, eso es importante. En fin, es un lindo y fuerte trabajo.
Y ustedes también se ocupan de esto (MusicaClasicaBA). El que difunde está trabajando a mi entender en algo fundamental hoy. Hay muchos que lo hacen, pero es algo que necesita ser empujado, pero no por la aclamación, no por la cantidad, ya que -al igual que el tema de los discos- ha influido mucho en la escucha. La escucha individual hace bien, sirve, pero el sonido nos tiene que llegar a todo el organismo no solamente al oído, y si yo no dispongo de las condiciones técnicas que hacen falta para escuchar o solamente lo haga a través de un celular o una computadora, estoy cortando algo… Me acuerdo que cuando grababa había técnicos que me decían “estás solamente cortando armónicos…”.
Además estamos hablando, por lo general, de música que no fue hecha para ser grabada sino para ser escuchada en vivo…
Claro, entonces si estás cortando armónicos y los armónicos son importantes, es como si vos vieras en vez de gradaciones del color azul, vieras un solo azul. El efecto no puede ser igual.
¿Qué me puede contar del concierto que vamos a escuchar y de los músicos con los que estará compartiendo el escenario?
Con los músicos del Cuarteto Petrus tenemos una gran empatía. Además este repertorio es como decir: el corazón de la música de cámara. Es una parte de intimidad de estos músicos, hablo de Brahms y de Schumann en este caso, pero también en ellos hay una gran cantidad de cosas que hablan de su inspiración y no solo de lo que los motivó, sino también por lo que vivieron, es verdaderamente maravilloso.
Brahms dejó por ejemplo una entrevista, de la cual muchos dudan, que tenía que ver con la inspiración. Hay un libro que un violinista escribió sobre el tema, con entrevistas a varios compositores como Puccini, Grieg y una entrevista a Brahms, quien dijo que no tenía que ser publicada hasta 50 años después de su muerte porque no iba a ser comprendida, y en donde dice cómo es su inspiración. Yo escucho su musica y con eso es suficiente pero me dice de lo que él era consciente que estaba haciendo, cosa que no nos lo dicen en los conservatorios ni en las academias.
Y mucho menos en las escuelas…
Todos los músicos se inspiran en algo, a Schumann en el último período lo habían tomado como que había perdido la razón, y hay que ver bien qué pasó en sus últimos dos años, no está muy claro. Cuando fue internado las experiencias que tenía eran completamente distintas. O sea, son todos compositores que fueron seres humanos especiales pero que dejaron algo para ser entendido, no es un asunto mental, pero es para ser entendido. ¿Esto cambia mi percepción del quinteto? ¿Por qué no? No es que yo tenga que conocer cada detalle para que me cambie la percepción, pero puede ayudarme a entender lo que a mí me provocó cuando lo escuché. Algo nos tiene que haber provocado cuando lo hicimos, algo más que “lindo” o “me gusta” o “no me gusta”… Esos estratos yo creo que la gente joven, y hemos tenido muchas experiencias, y gente incluso que no conoce nada, lo percibe. Gente que no tiene la mínima noción de música y escuchando obras incluso complejas, un cuarteto de cuerdas de Brahms no es simple, ha percibido muchas más cosas que quien había estudiado. ¿Por qué? porque quien había estudiado estaba escuchando desde un ángulo, si afinaba bien, si concordaban; el otro estaba escuchando más el sentido, la inspiración, el sentimiento.
Entonces uno se pregunta qué hay en nosotros más allá del estudio que percibe el significado y se da cuenta de algo que nadie te explicó. Lo que buscamos de algún modo es resonancia, que es algo interior, que todos poseemos y que si fuera educada un poco más sería de una gran utilidad para la vida. Es un poco el trabajo al cual la música y los músicos realmente deberíamos buscar, no estar satisfechos sólo con haber hecho bien la escala, el arpegio, sino decir “esto tiene algo más, alguna fuerza mayor” y cuando de frente a la gente lo manifiestas se dan cuenta también de que hay algo más, entonces porque no lo incentivamos. Vuelvo a Menuhin que es un punto de referencia muy grande y se lo recuerda muy bien hoy por el gran violinista que fue, pero trabajó para eso realmente mucho y como es muy importante yo creo que va a terminar siendo escuchado.
Por Maxi Luna.