«La exclusiva virtualidad ha generado una mayor paridad de condiciones.» Carlos Vieu.

En la edición de Música Clásica 3.0 #15 disfrutarán un extenso artícuo de Pablo Lucioni sobre El camino hacia la “nueva normalidad” artística, con ejemplos de lo que está pasando en Argentina y en el mundo. En ese contexto se le pidió el análisis y las opiniones, al respecto, a José Cura, Marcelo Lombardero y Carlos Vieu.

Aquí compartimos la opinión completa de Carlos Vieu.

«Una cosa es el experimento del mientras tanto, pero cuando la pandemia termine, cuando haya una vacuna definitiva al alcance de la mayoría, no veo por qué no se volvería a la actividad escénica y al público en las salas, como lo conocíamos antes de esta situación. No reconozco ningún motivo para que eso cambiara, y de haberlo sería totalmente extra pandémico, relacionado con otro tipo de intenciones, no con lo sanitario.

Más allá del medio local, y sus limitaciones, hay países donde el patrimonio cultural y cierto tipo de actividades artísticas, son intocables, la gente las entiende como parte de la identidad nacional o ciudadana. No imagino a Austria, donde en Viena o Salzburgo eliminen orquestas o el estado deje de apoyar los festivales. No puedo imaginar a Torre del Lago sin hacer el Festival Puccini en verano. No puedo concebir a la Scala de Milán o a la Ópera de Baviera, ni a ningún teatro histórico cerrando sus puertas, reduciendo programación o pauperizando su producción. Sí es verdad que en los últimos años, previo a la pandemia, aún en estos países el tema económico ha sido bastante complicado, y las luchas presupuestarias se habían vuelto regulares.

Pero en el ámbito local hubo una pérdida de terreno grande, siendo el ejemplo más triste lo que le pasó al Teatro Argentino de La Plata, que por motivos de teórica restauración, hasta el día de hoy sigue cerrado, y en estas condiciones pareciera haber mucho menos perspectivas de que en un plazo razonable vuelva a la actividad. Tiendo a pensar que esto ni siquiera es achacable a una mala gestión, hay decisiones extra- culturales, políticas, que por omisión o directa estrategia llevan a que esto sea así. Y los trabajadores, que durante años hicieron protestas buscando el pase a planta, una vez que consiguieron que alguien se los firmara, adoptaron una posición mucho más relajada y cómoda frente al cierre del teatro y la inactividad, porque al menos ahora todos cobraban un sueldo. Estas situaciones anteceden al Covid-19, no las trajo la pandemia, pero podría agravarlas, y siempre desde la gestión podrán echarle la culpa de todo lo que se haga a este flagelo de la naturaleza.

Mucho antes del virus, nosotros vamos viendo cómo se va restringiendo cada vez más el campo de acción laboral que tenemos los artistas, con menos espacios, mucha politización y con teatros públicos que a veces parecieran manejarse como empresas privadas, sin una política cultural abierta.

Otro caso es el del CCK. La Orquesta Sinfónica Nacional, después de una espera de décadas y la decisión de la construcción de esta maravillosa sala, nunca se convirtió oficialmente en la sede del organismo. El CCK fue tironeado hasta tal punto, que tenía una dirección artística paralela que manejaba las actividades de la Ballena Azul y con la cual la Dirección Nacional de Organismos Estables tenía que acordar para ver en qué fechas la Sinfónica podía tocar. Entonces la OSN terminaba ensayando en una sala alternativa, sin una infraestructura coherente para sus actividades, porque la sala principal estaba siempre ocupada y sólo subía a ella el día del estreno.

Queda claro que en términos prácticos es muy probable que nuestra actividad sea una de las últimas que se reactiven. Se entiende que, por prioridades, para un país es fundamental que reabran las escuelas, las universidades, mantener la economía activa y apuntalar sectores que han sufrido muchísimo. Digamos que llevamos las de perder en esta crisis: yo nunca priorizaría que se haga una serie de conciertos si eso va a restar presupuesto para pagarle a los médicos que están tratando a los enfermos.

Nosotros paleamos en muchos casos nuestra precariedad y la inestabilidad local, con compromisos en el extranjero, pero esos compromisos en este momento están vedados, no sólo porque en esos lugares también están suspendidas las actividades, sino porque las fronteras están cerradas. En mi caso personal yo tenía un contrato en Italia este año, los festivales al aire libre se están haciendo, ópera y demás, pero no se puede salir del país, entonces es inalcanzable.

Estoy satisfecho con las posibilidades que se han abierto para lo formativo en esta coyuntura. Para todas las complicaciones prácticas de moverse en una gran ciudad, ir a dar una clase a la universidad implicaba un montón de cosas, y un esfuerzo que con la virtualidad y las clases por internet se facilitan de manera enorme. Los proyectos que existían de educación a distancia tomaron otro vuelo, a mí en lo particular me permitió tener cursos online y llegar a alumnos de varios lugares del mundo, algo que antes sólo era posible si uno tenía una institución que lo invitara en otro país.

Terminé hace poco un curso online sobre dirección de ópera, con el cual estoy muy contento, y tenía gente de Costa Rica, Puerto Rico, España, Italia, Francia, Chile, Perú… y obviamente de Argentina. Esto me lo permitió la virtualidad forzada, de otra forma yo no hubiera tenido ni tiempo disponible para siquiera poder pensar en él, y menos para llevarlo a cabo.»

Carlos Vieu.

Ver nota completa en la edición de Música Clásica 3.0 #15 

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