Anne Teresa de Keersmaeker, como heredera de la tradición dancística europea (escuela MUDRA , M. Béjart) y también formada en E.E.U.U. Vuelve a Europa e los años 80 cuando el clima artístico permitió a la danza cobrar más protagonismo; aprovechando este momento, va a ser ella quién de un giro a la danza en Flandes. Se trata de una creadora muy plural, siempre en busca de diálogos entre disciplinas, de tránsitos entre el gesto de la creación y la transmisión. Se podría describir su obra como un texto construido, tejido con el movimiento, con los espacios, con la música y con las artes visuales, en el que da mucho espacio al trabajo propio e individual de cada bailarín, sin crear un lenguaje cerrado.
La danza basada en una obra de Steve Reich se encuentra plasmada en dos dimensiones, pero si se considera una línea como un punto en movimiento, idea base de este proyecto, el acto de bailar se convierte en un dibujo, una inserción de una línea en el tiempo y el espacio tridimensional del mundo que nos rodea. La obra, pensada para observarse desde un punto elevado, se presenta en un espacio público, en un museo como si de una plaza cubierta se Apropiaciones espaciales de la danza: del espacio privado al espacio público tratase.
Los espectadores van viendo dibujar a la bailarina en la arena blanca con su cuerpo, sus trazos quedan ahí plasmados a modo de lienzo de un pintor. Es el comienzo de una trayectoria que irá abriéndose caminos en los distintos espacios alternativos a un escenario.
Fuente: “Apropiaciones espaciales de la danza: del espacio privado al espacio público” de Marta Llorente Pascual