Entrevistamos al compositor, director y pianista Oscar Edelstein, quien compartió sus reflexiones sobre la «nueva ópera». Hablamos sobre su obra Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados, que se presentará en la quinta edición del Festival Nueva Ópera, y exploramos la relación entre la imaginación, la memoria y los espacios sonoros. El Festival se llevará a cabo en cheLA (Iguazú 451, CABA) del 26 de septiembre al 13 de octubre.
Por Virginia Chacon Dorr / Ph. Irene Roberts
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¿Cómo definirías el concepto de «nueva ópera»?
En el caso de nuestra Sala Cristal Sónico y la Obra Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados exponemos otra idea de arte musical y ciencia acústica, reinventando y/o resignificando ambos términos, otorgándoles nuevas direcciones con un sentido común. La Sala Cristal Sónico es una nueva idea de Teatro que funciona con principios acústicos únicos y sin precedentes. Estos principios se derivan del cristal sónico, un dispositivo formado por una grilla de columnas que focaliza, direcciona y amplifica el sonido únicamente a partir de su configuración geométrica. Estos cristales sónicos permiten construir espejos, lentes y prismas acústicos que modifican la percepción sonora del espacio, generando ilusiones de desplazamiento, aceleración y perspectiva a partir de las fuentes sonoras convencionales. La Sala está integrada a la obra, Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados, formando un conjunto homogéneo. La obra incorpora a la sala como a un nuevo tipo de instrumento musical, alterando las propiedades del espacio acústico durante la performance mediante cambios en su arquitectura.
La Sala Cristal funciona como un caleidoscopio en relación a lo que suena, y de alguna forma, también funciona como la partitura tridimensional de la obra.
¿Qué lugar ocupa la nueva ópera y las ideas que de ella se desprenden en tu proceso creativo?
Desde el año 2000 hasta el 2015 fundé y dirigí un programa de investigación en artes complejas que denominé «Teatro Acústico»; ese programa, en su evolución por las variantes lógicas de los conocimientos adquiridos, continúa bajo la dirección de mi amigo y colega, el Dr. en física y artista Manuel Eguía, con el nombre de «Perspectiva Acústica». Desde el comienzo pensamos en que la única forma posible para profundizar sobre nuevas formas artísticas sólidas – considerando su memoria historica, metodología, técnicas y herramientas – era trabajar de forma multi-disciplinaria. Sabemos que arte y ciencia – digo rápido- comparten esa primer elección experimental, pero que luego de esos primeros pasos, sus caminos pueden o deben mantenerse en relación, mas distantes en sus objetivos. Quizás ahí hay una clave importante de nuestro trabajo: las creaciones que planteamos deben funcionar con la suficiente autonomía y exponer con espontaneidad una poética que sea capaz de traer a la escena problemas renovados que, en todo caso, el devenir analítico o científico tratará de explicar luego.
Un arte musical que pueda anticipar generando invenciones instrumentales a su alrededor, pero también, sobretodo, nuevas poéticas. Con este sentido el timbre, las texturas, los ritmos, las estructuras, el espacio acústico como actualizador de nociones y parámetros, la notación en todos sus niveles, las formas y modos en el desarrollo de los tipos de actuación, los diferentes procesos del habla, el trabajo con el cuerpo, etc. etc, todo se pone en cuestión. Las obras funcionan como banco de pruebas y emisor de nuevas hipótesis y proto teorías.
¿Podrías contarnos sobre la historia y las ideas disparadoras detrás de Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados?
Al igual que en la obra Los pasos perdidos de Alejo Carpentier en donde la Catedral de Santa Mónica de los Venados provoca en el protagonista la sensación de haber encontrado el origen de la música, nuestro Viaje… propone a esta Catedral de Cristales como el hallazgo de una nueva memoria acústica; universo musical que recupera la audición profunda con nuevos (otros) significados poéticos. La obra inicia su recorrido en la cámara ciega, un espacio sin luz de escenario para que los espectadores recuperen al máximo el sentido auditivo. Luego, los rapsodas guían al público a través de las diferentes escenas mágicas (sobrenaturales) asociadas a las distintas configuraciones de los cristales, con una puesta en escena descripta por las visiones de un niño.
¿Cuál es el lugar que tienen la imaginación y la memoria en Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados?
La imaginación está en el mismo nivel que el pensamiento para mi, tal vez más. Siempre trato que mi mano, o lo que mi mano escribe, pueda alcanzarla. En cuanto al Viaje…te diré que La Sala Cristal Sónico y la Obra están concebidas como un recorrido por diferentes tipos de memoria asociadas a las diversas configuraciones espaciales de los cristales sónicos. Así como la memoria humana evoca y recrea sin repetirse, los ecos generados por los cristales sónicos permiten alterar las relaciones usuales de distancia, altura, timbre y estructura armónica del sonido. Estas memorias generan un diálogo entre los momentos de performance – cuando el público se ubica dentro de la sala – y los momentos por fuera de la performance, en los que el público puede recorrer la sala asociando en su itinerario posiciones en el espacio y las diversas configuraciones de los cristales con distintos pasajes de la Obra. La imaginación, imposibilitada de reconstruir lo ocurrido tal cual sucedió, ocupa el lugar de la memoria creando imágenes acústicas inusitadas.
En Viaje a la Catedral de Santa Mónica de los Venados, ¿cómo están estructurados los espacios sonoros en relación con la narrativa de la obra? ¿Qué papel juegan estos espacios en la construcción del significado dramático?
La obra tiene una estructura general que enlaza con las diferentes configuraciones de los cristales sónicos; si bien se trata de escenas metafóricas de tipo mágicas, ficcionales, irreales o «sobrenaturales», busqué que cada escena tuviera su propia lógica y su autonomía, aún en ese tipo de continuidad que da el ir hacia un lugar que está determinado desde el comienzo. Los Cristales, por su parte, funcionan como caleidoscopios, entonces todo lo que suena se transfigura al pasar por allí aumentando el carácter fantasmal de cada escena. Como ocurre con la luz en escena, los sonidos, y la música, pueden modificar enormemente el sentido de las acciones teatrales de aquello dramatizado cuando no están utilizados como simples apoyos redundantes de lo ocurrido, y esas transformaciones producen una multiplicación de sentidos que se parece mucho a la sensación de sorpresa que genera la novedad. El público va a recorrer cada escena del itinerario junto a los protagonistas con el mismo estupor, con idéntica extrañeza. Toda la obra se despliega alrededor de las ideas que surgen por el tipo de uso del espacio acústico- musical y la sugerente promesa del hallazgo de una «nueva rueda musical» que podría (¡!) modificar la historia de la música. Recuerdo lo que escribí hace tiempo en uno de los libros de arte que acompaña a dos de mis discos y que, creo, define como entiendo al proceso creativo: «Recordar es hacerse de nuevo. Saber es volverse rígido. Crear es poder recordar, sin saberes, algo que no ha ocurrido».