Reseña: Pablo Bardín. PH: Liliana Morsia.
Por cuarta vez el Mozarteum nos trae a Joyce DiDonato, ciertamente una de las mezzos más interesantes en décadas recientes. Dio recitales con piano en 2012, 2014 y 2016, con gran éxito. Hace tres años que presenta el programa “En Guerra y Paz”, siempre con Il pomo d´oro, dirigido por el ruso Maxim Emelyanychev, como resultado del interés de la artista en contribuir a la paz del mundo por medio de la música. Escribió en junio 2016 los motivos que la impulsan, y está reproducido en el programa. Algunas frases: ”El arte unifica, trasciende fronteras, conecta lo inconexo, elimina diferencias sociales, sosiega la agitación, amenaza al poder y al status-quo y gloriosamente exalta el espíritu. El arte es un valeroso camino hacia la paz.” Y nos dieron una carta que invitaba al público a dar su opinión sobre la última línea del manifiesto de DiDonato: “En medio del caos, cómo encuentra usted la paz?” Ella acababa de sufrir una consecuencia del caos en Chile: su recital allí no pudo realizarse. Es que el caos a veces es promovido y organizado, y es el peor: no el natural sino el generado. Puede tener razones válidas pero eso no justifica incendios y saqueos. Sin embargo ella cree necesario promover la paz mediante la música, como lo cree Barenboim con la Orquesta del Divan, pese a que reconoce que la realidad política se deterioró gravemente. Hay un camino, creo yo: la pieza de teatro en la que genuinos
Guerra constó de cinco arias y tres piezas instrumentales; supongo que la programación fue armada por ambos, DiDonato y Emelyanychev. El comienzo fue impactante; la luz fue escasa incluso cerca del proscenio y de total negrura hacia el fondo y proyecciones abstractas pero inquietantes acompañaron a un barroco tardío de gran intensidad: “Scenes of horror, scenes of woe” (“Escenas de horror, escenas de aflicción”) es el aria de Storgè del último oratorio de Händel, “Jephtha” (“Jefté). Está precedida por un Recitativo accompagnato de poderosa garra, “Some dire event hangs o´er our heads” (“Algún tremendo evento está sobre nosotros”). El libreto del Reverendo Thomas Morell narra con bastantes cambios y personajes añadidos el Capítulo XI de Jueces. Jefté será el líder israelita que vencerá a los Amonitas, y como en “Idomeneo”, sacrificará a Dios a la primera persona que encuentre…y será su hija Iphis. Storgè es la mujer de Jefté y a lo Casandra predice los hechos. Es el último oratorio händeliano, escrito a 66 años, y buena parte de él tiene magnífica música; la agresiva audacia del recitativo y la angustia opresiva del aria son gran drama musical, ya que estos oratorios narrativos tienen mucho de ópera. DiDonato, ataviada en oscuras ropas y coloreado su rostro mediante luces, me impresionó vivamente por la aspereza salvaje de su canto, no sólo gran intérprete vocal sino actriz de fuste. A los 50 años su carrera está en la cima. No asocio a los rusos con el movimiento historicista, pero el vehemente Maxim Emelyanychev ha formado un buen conjunto barroco cuya calidad se mantuvo constante durante el programa. El director nació en 1988 en Nizhni-Novgorod, donde estudió inicialmente, y luego en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, en clave y fortepiano. Fundó “Il pomo d´oro” en 2012 en referencia a una ópera homónima de Antonio Cesti en1666, que tuvo enorme repercusión en Viena; fue compuesta para la boda del Emperador Leopoldo I con Margarita Teresa de España; significa “La manzana de oro” y fue la ópera “más extensa, costosa y espectacular” de esa época, con “24 diseños escenográficos, un ballet de 300 equinos, fuegos artificiales” interminables. El conjunto con su director ha grabado “Tamerlano”, “Partenope” y “Ottone” de Händel y “Catone in Utica” de Vinci. Lamento decir que la adición del coreógrafo y bailarín argentino Manuel Palazzo me resultó totalmente prescindible y a veces molesta por distraer al espectador del sentido de la música y de su escenificación. Y no sólo en este primer fragmento sino durante toda la velada. Tengo en vinilo la primera grabación completa de “Jephtha”, de 1969, dirigida por Somary en Vanguard con excelente reparto: Alexander Young, Maureen Forrester, Reri Grist y como Storgè Helen Watts, con el libreto y notables comentarios del gran especialista Winton Dean, de modo que hace décadas que admiro esta obra (honestamente no recuerdo si la Sociedad Händel la estrenó aquí). Ya en CD la grabaron nada menos que Harnoncourt (1979) y Gardiner (1988); no sé si luego hubo otras. La de Somary dura 2 hs 45 minutos.
Hasta el año 2000 no hubo grabaciones de óperas completas de Leonardo Leo: quizá haya alguna ahora. Edward Dent escribió un largo artículo sobre él en Grove´s Dictionary. Nació en 1694 en San Vito degli Schiavi, ahora San Vito dei Normanni, ceca de Brindisi. Entró en 1709 al famoso Conservatorio della Pietà dei Turchini de Nápoles; es la época dominada por el gran Alessandro Scarlatti, aunque Leo no fue su alumno. Como pasó con tantos compositores de la época, tuvo una enorme producción de óperas bufas o serias, pero la mayor parte no se conservó entera (a veces hay sólo partitura, otras sólo libreto). Los títulos de las serias (como con Händel entre tantos otros) suelen ser los apellidos o nombres de famosas figuras históricas o míticas de la antigüedad, especialmente griega. El mismo libreto podía ser puesto en música por docenas de compositores, sobre todo si era de Metastasio. Leo estrenó en varias ciudades italianas. Selección: “Zenobia in Palmira”, Nápoles, 1725; “Catone in Utica” (1729, Venecia); “Farnace” (Nápoles, 1736); “Siface” (Bologna, 1737); “L´Olimpiade” (Nápoles, 1737); “Sesostri” (Lisboa, 1738); “Ezio” (Modena, 1739); y la que estuvo en el programa de DiDonato: “L´Andromaca” (1742, Nápoles). Leo también se distinguió en abundante música sacra, donde lució la calidad de su contrapunto: misas, oratorios, salmos, motetes. Escribió además cantatas profanas, conciertos para violoncelo, toccatas para clave. Como docente fue muy admirado por sus grandes discípulos Jommelli y Piccinni. Si bien Dent considera que están muy logradas sus óperas bufas, escuchando “L´Andromaca” sin poder comparar con las bufas que no conozco pensé que era capaz de fuerte dramatismo en las serias; fue una revelación. “Prendi quel ferro, o barbaro” (“Toma esa arma de hierro, oh bárbaro”), es el desafío de Andrómaca, viuda de Héctor (el príncipe de Troya muerto por Aquiles), entregada como esclava a Pirro, hijo de Aquiles. Pirro la desea como esposa, ella se niega, él amenaza con asesinar a Astianacte, hijo de ella; entonces ella ofrece su sangre. El texto es de Antonio Salvi, inspirado en la tragedia de Racine. Leo la estrenó en el recién inaugurado Teatro San Carlo, tan famoso en la actualidad. El aria en forma rondó contrasta furibundas réplicas a Pirro con tiernas miradas a su hijo, en música de gran belleza. DiDonato estuvo extraordinaria en ambos extremos, expresados con intensidad y perfección técnica.
Unos minutos de descanso para DiDonato. Mientras nacía la ópera en Florencia el romano Emilio de´Cavalieri (1550-1602) estrenaba en el Oratorio de San Filippo Neri junto a la Iglesia de Santa Maria in Vallicella en Febrero 1600 “Rappresentazione di Anima, et di Corpo”, con lo cual nació el género oratorio y con una alegoría similar a los posteriores autos sacramentales de Calderón de la Barca; como bien dice Claudia Guzmán, “una guerra entre la materialidad y la espiritualidad del hombre”. Escuchamos la espléndida Sinfonia (en el viejo sentido de pieza instrumental) muy bien tocada; breve, se ubica cerrando el Primer Acto, luego de un diálogo entre el Alma y el Cuerpo. En la estupenda grabación de Mackerras (Archiv, 1970) combatientes de las Malvinas de ambos bandos debaten con honestidad.
DiDonato es la productora ejecutiva de este proyecto; Ralf Pleger, director escénico; Henning Blum, diseño de iluminación; Yousef Iskandar, diseño de video; Vivienne Westwood, vestuario de DiDonato. Y el argentino Manuel Palazzo, coreógrafo y bailarín. Il pomo d´oro está integrado por 4 primeros violines (concertino, Zefira Valova), 4 segundos violines, 1 viola, 1 viola da gamba, 2 violoncelos, 1 contrabajo, 1 tiorba, 2 que alternan entre oboe y flauta, 1 alternando fagot y flauta, y el director clavecinista.
el oratorio dura una hora 20 minutos, es increíble que no esté en el catálogo CD del año 2000 una versión laureada y de enorme calidad (Prey, Troyanos, Auger, Zylis-Gara, Adam, Esswood, conjuntos vieneses) con una gran variedad de instrumentaciones renacentistas según las necesidades de cada fragmento. El autor lo llamó “dramma sacro per música”, y pronto se lo denominó “oratorio”. Antes hubo los “laudi spirituali” ya desde el siglo XIV, mucho más simples, pero en pleno Medioevo. Y algo más importante: el drama litúrgico con música; el más temprano sobreviviente es de 980, “El Drama del sepulcro de Pascua”, sajón (por supuesto, monódico), con trajes e indicaciones de gestos y traslados a los cantantes y actores. Luego aparecen versiones alemanas y francesas (el de Benediktbeuern forma parte de la original Carmina Burana), siglo XIII. También están los dramas de Peregrinos, los de la Pasión y de Navidad, del Juicio final, de Daniel, etc. Es un mundo fascinante y muy poco explorado aquí. Volviendo a De´Cavalieri, formó parte del grupo florentino operístico sin escribir él una ópera, pero sí aplicó el “stile rappresentativo” en la obra que comento, que debía ser actuada e incluso en ciertos momentos danzada. Curiosamente tras su éxito hay un largo hiato hasta que aparece en Roma otra obra valiosa, “Il Sant´Alessio” de Stefano Landi (1627). Pero la de De´Cavalieri tiene especiales características: primer drama musical sacro que sobrevive completo; primera obra impresa de su estilo; y primera en contener un bajo continuo. Tengo la impresión de que aquí no fue estrenada; si lo fue, vale repetirla, si no, es urgente un estreno con todas las de la ley.
Llegamos a Henry Purcell, máximo compositor barroco inglés: la “Ciaconna para tres violines y continuo”; Guzmán define así esta pieza: esquema armónico basado en el descenso de cuatro tonos de la tonalidad principal a la dominante. Conocido como bajo de chacona, fue desde el siglo XVII vinculado a la traducción de afectos ligados a la aflicción y la pérdida del ser amado”. Y fue la perfecta introducción al célebre “When I am laid in earth” (“Cuando yazga en la tierra”), aria de despedida de Dido en la única ópera de Purcell, “Dido and Aeneas”, tantas veces vista aquí, porque el aria está basada sobre un bajo de chacona. DiDonato manejó su expresiva voz con gran sutileza y nos hizo partícipes de su angustia ante la partida de Eneas.
El joven Händel ya había escrito varias óperas para Hamburgo sin mayor repercusión: “Almira”, “Nero”, “Florindo” y “Daphne” (1705-1708) y también una para Florencia: “Rodrigo” (1708) antes de estrenar “Agrippina” en Venecia, Diciembre 1709, con gran éxito. Es por cierto una obra notable; aquí la estrenó Buenos Aires Lírica y la dará el Colón en 2020. Resulta difícil decidir quién fue más monstruoso si Nerón (Nero) o Agrippina, su madre. Atesoro la grabación de Gardiner (1997) y analizándola me sorprendió que Händel hubiera captado tanto la tragedia como la comedia con un talento fresco y convincente y una amplia capacidad técnica a apenas 24 años; estaba listo para el asedio de Londres con “Rinaldo”, su lugar de allí en más, y ya asimilada la ópera napolitana. Agripina canta una extraña aria que no va precedida con un recitativo sino que alterna con uno: “Pensieri, voi mi tormentate!”: ha fallado en su plan de asesinar al Emperador Claudio para que Nerón acceda al poder, un oboe obbligato la persigue mientras ella se agita ante la posibilidad de una venganza y la música varía entre una rápida urgencia en tonalidad menor y momentos de dura reflexión. Con el tiempo ella logrará su cometido y Nerón será emperador (sería interesante conocer “Nero”, la escrita en Hamburgo) para a su vez matar a su madre cuando ella se oponga al casamiento de su hijo con Poppea. Qué extraño, esto ocurrió mientras Roma estaba más próspera que nunca en un vasto Imperio. Nuevamente DiDonato demostró su ductilidad para cambiar instantáneamente de emoción y reflejarlo en su timbre mientras resolvía sin tacha un canto florido arduo y terrible a la vez. La orquesta acompañó con maestría y uno se iba acostumbrando a los gestos excesivos del director; pero lo que importa es el resultado. Nuevamente la hábil iluminación coloreó el rostro de la artista.
Otro intermedio instrumental, aunque esta vez discutible. En 1611 Carlo Gesualdo, famoso en la actualidad por las audaces disonancias expresivas de sus madrigales, escribió un responsorio de Jueves Santo a 6 voces sobre las palabras pronunciadas por Jesús en el Huerto de los olivos: “Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí” (sus discípulos) “y velad conmigo” (Mateo 26:38). Es música lenta y en pianissimo, corresponde cantarla y no tocarla con instrumentos de cuerda, aunque lo hayan hecho con fineza. Con la misma lentitud escuchamos el aria de Almirena de “Rinaldo” de Händel, en la que ella, amada del caballero Rinaldo, se lamenta por estar cautiva en el palacio de la hechicera Armida: “Deja que llore mi suerte cruel” (“Lascia ch´io pianga”). Es un aria famosa y fue cantada en su registro grave por DiDonato con nobleza; sólo creo que fue más un adagissimo que un adagio y hubo demasiados silencios.
La Segunda Parte, dedicada a la Paz, pareció tomar el término de un modo muy amplio y tengo mis dudas en cuanto a las elecciones de DiDonato; creo que las hay más estrictas, pero hubo buena música, aquí poco conocida. Fue interesante escuchar “They tell us that you mighty Powers” (“Nos dicen que ustedes, poderes dominantes”), aria de Orazia de “The Indian Queen” de Henry Purcell (no recuerdo que esta obra se haya estrenado aquí), obra en cinco actos del poeta John Dryden escrita en 1664 pero adicionada de la música purcelliana en el Teatro Real de Drury Lane en 1695, año de la muerte del compositor. Son indios del continente americano, no de la India, en tiempos prehispánicos. Nos dice Guzmán: “Orazia, princesa inca, aparece en el cuarto acto expresando el amor por su amado mediante sutiles ornamentaciones vocales y rogando por él a los dioses siempre con gracia y serenidad”. Es una semi-ópera y el compositor escribió nada menos que 28 piezas; el aria de Orazia es la Nº 26; y además el hermano suyo, Daniel, compuso el masque final. En mi catálogo CD del 2000 hay cuatro versiones integrales, destacándose las de Gardiner y Hogwood. El aria de Orazia es bella música serena y así la cantó DiDonato, con su timbre ahora transparente y positivo.
Händel creó el oratorio “Susanna” en 1748, siguiendo al capítulo 13 del Libro de Daniel. Será falsamente acusada de adulterio durante el cautiverio de Babilonia, pero antes de eso canta esta aria “mientras se baña en un arroyo”: “Crystal streams in murmurs flowing” (“Acristaladas corrientes fluyen murmurantes”): “plena de gracia, de extensas líneas y ornamentaciones que dibujan el movimiento del agua a su alrededor”, es un Händel delicioso y refinado, donde el buen gusto y la espléndida técnica de la cantante pudieron explayarse y la orquesta se lució. En mi catálogo sólo figura una integral, dirigida por McGegan; ignoro si la Sociedad Händel la ofreció aquí. Curiosamente en mi catálogo se indica que la narración pertenece a los libros apócrifos, pero no es así: el libro de Daniel está en la Biblia.
“Da pacem, Domine” “surgió por encargo de Jordi Savall; el 12 de marzo 2004 se comunicaba con Arvo Pärt para encargarle una obra vocal. El día anterior 10 explosiones en los trenes de la línea férrea que une Alcalá de Henares con Atocha en Madrid habían dejado sin vida a 192 personas”. Escribió “para coro a 4 voces que luego daría a conocer en otras versiones” como la orquestal que se escuchó en este concierto. “Fue estrenada en un concierto por la Paz en Barcelona el 1 de julio de ese año”. Tomó el texto de varios libros del Antiguo Testamento. Música lenta, noble y triste, fue tocada con recogimiento por la Orquesta.
Volvimos a Händel para las últimas arias del programa, elegidas entre las más alegres y ornamentadas, espléndidas ambas. Del Primer acto de “Rinaldo”, el aria de Almirena “Augelletti che cantate” (“Pajarillos que cantáis”), “pequeños zéfiros que espiráis suaves aires en torno a mí, decidme dónde mi amor se encuentra”. La flauta dulce sopranino, tocada con inigualable perfección por una de las violinistas, Anna Fusek, “revoloteando” con mucha gracia alrededor de DiDonato, cantando con una exquisitez que es privilegio de las grandes cantantes, nos dieron unos minutos memorables. Y finalmente, “Dopo notte, atra e funesta”, de “Ariodante” (1735); “el argumento, del ´Orlando furioso´ de Ludovico Ariosto, se centra en la épica historia de amor entre Ginevra, hija del Rey de Escocia, y Ariodante, su prometido”. Ya casi culminando la ópera, ocurre justo después del retorno de su amado y la frase del Rey, “que se tornen júbilo los sollozos, y en risas el llanto”. Es una aria da capo eufórica “plena de exultantes coloraturas”: “en la segunda parte recuerda sus anteriores pesares para luego en el da capo ampliar la ornamentación, destacando aún más el triunfo de la virtud”. Me enamoré de “Dopo notte” en la versión de Janet Baker, y en este concierto encontré a una artista del mismo calibre, con ornamentaciones distintas y todavía más arduas que las de Baker. La orquesta acompañó con entusiasmo y precisión. Baker está en la magnífica integral (3 hs 20´) dirigida por Leppard junto a Mathis, Burrowes, Bowman, Rendall y Ramey; existían en 2.000 además las dirigidas por McGegan y Minkowski. No logro recordar si se estrenó aquí, pero es obra que merece conocerse en Buenos Aires.
Antes de las piezas extras DiDonato habló con el público promoviendo su idea y no anunció la primera pieza extra, que me pareció magnífica; me enteré luego que era de Jommelli, ilustre discípulo de Leo, y que ella grabó dos arias del compositor en uno de sus discos. Niccolò Jommelli nació en Aversa cerca de Nápoles en 1714 y murió en Nápoles en 1774 (a los 60 años). Su primera ópera data de 1737, apenas 23 años; los operistas eran prolíficos en esa época y Jommelli por cierto que lo fue: ¡nada menos que 70! Además fue cosmopolita, y en su enorme mayoría escribió opere serie. Las estrenó en Nápoles, Roma, Venecia, Stuttgart (donde vivió 14 años), Ludwigsburg, Bologna, Torino, Padova, Ferrara, Lucca, Parma, Viena, Estrasburgo, Milán, Génova, Mannheim, Praga, Tübingen, Lisboa. Schwetzingen… Y por supuesto, hizo sus propias versiones de títulos muy repetidos: “Ezio”, “Semiramide”, “Didone abbandonata” (grabada por el director Bernius en Stuttgart), “Artaserse”, “Catone in Utica”, “Ifigenia in Aulide” e “in Tauride”, “Andromeda”, “Fetonte” (“Faetón”), “La clemenza di Tito”, “Olimpiade”, “Il re pastore”, “Vologeso” (también grabada por Bernius), “Armida abbandonata”. Gran amigo de Metastasio, fuerte influencia sobre Mozart, enemigo del da capo en arias (adelantándose a Gluck), notable orquestador, Jommelli se ha visto revalorizado en décadas recientes y tengo entendido que varias de sus óperas se han grabado; enhorabuena. Di Donato estuvo espléndida en lo que cantó y me quedé intrigado.
Se despidió cambiando por completo: cantó su Lied favorito (con pianista anónimo): “Morgen” (“De mañana”) de Strauss con refinado fraseo; por algo era tan querido por Schwarzkopf: de sus más íntimos y puros. Algunos lo lamentaron, querían más fuegos de artificio; yo no: fue testimonio de la calidad de artista de DiDonato. Para mí esta visita a Buenos Aires fue lo mejor de ella y un cierre de primer orden del Mozarteum Argentino, institución señera e imprescindible.