Jordi Savall: «Cuando tuve el violonchelo en mis manos descubrí por qué había nacido»

Entrevista a Jordi Savall 2015 Argentina

Jordi Savall es un verdadero ícono de la música antigua. Tiene más de 100 discos editados con diferentes sellos y ha interpretado piezas provenientes de las cortes de Carlos V, Alfonso I y Fernando I. 

Fundó tres conjuntos, Hespèrion XX (1974, ahora Hespèrion XXI), La Capella Reial de Catalunya (1987) y Le Concert des Nations (1989). Sus repertorios abarcan desde la Edad Media al siglo XIX, y siempre son interpretados con el máximo respeto histórico.

MusicaClasicaBA tuvo el privilegio de presenciar el ensayo previo al concierto que brindó en Buenos Aires en el 2015 (última vez que estuve presente Jordi Savall en la Argentina). Luego de atravesar los laberínticos pasillos del Teatro Colón, que solo los artistas conocen muy bien, llegamos al camarín de Savall, allí mantuvimos esta interesante conversación.

 

Por Nicolás Gagliani para la revista impresa de MusicaClasicaBA Nº3 (año 2015).

En los programas de mano del concierto usted escribió: “Dos ejecuciones de una misma obra a cargo del mismo intérprete, ya fuera el autor u otro virtuoso, jamás serían idénticas”. ¿Cúal es el papel de la improvisación en la interpretación del ensamble y cómo la trabajaron a lo largo de los años?

La improvisación es algo que hemos trabajado de manera cotidiana pero no específicamente. No sé si tengo un método pero si, por ejemplo, al interpretar música medieval me ciño a este estilo y lo mismo con cada estilo en particular.

Yo aprendí a improvisar cuando comencé a trabajar con músicos orientales, ahí me di cuenta que a partir de un material ellos podían llenar el espacio de manera natural como una glosa. No es lo mismo querer improvisar a través de un método que como lo han hecho estos músicos orientales desde que nacieron, la improvisación es parte de su lenguaje más esencial. Lo mismo ocurre con otros músicos latinoamericanos con los que trabajé, para ellos la improvisación es algo cotidiano. Inventan no solo variaciones sino también los textos que cantan.

La música oriental tiene similitudes con la medieval por lo que usamos los mismos recursos improvisadores; a partir de los ritmos y las melodías generamos  superposiciones respetando los modos, pero no hay armonías. Mientras que en el renacimiento en cada compás hay que estar atento a los cambios armónicos. 

Junto con la improvisación, algo que también parece tener mucho esta música es Humor. Estos dos elementos parecen haberse perdido un poco en la música académica. ¿A qué cree que se debe esto?

Yo creo que la gente ha dejado de ser libre. El músico clásico que  está cumpliendo un rol de solista, debe cumplir su papel de la forma más perfecta y bonita posible pero no tiene margen de libertad. Mientras que en la época de Bach o Beethoven se improvisaba también. Hoy en día se quiere respetar toda la partitura de manera minuciosa y está muy bien, pero hay costumbres que se han perdido. Algunos organistas todavía pueden improvisar un preludio, por ejemplo.

También pienso que en la música clásica hay una barrera entre los músicos y el público, mientras que en la música barroca, estamos proyectando y viviendo el momento, hasta corremos más riesgos generando un ambiente más vivo.

La música antes también era para divertirse. En una Folía, el músico podía divertirse a través del virtuosismo y mostrando su originalidad en las variaciones.

En nuestro país ha habido una gran aparición de grupos, intérpretes, ciclos de conciertos y público interesados en este tipo de música ¿Ve este fenómeno en otros países y a qué cree que se debe este nuevo interés?

La música antigua desde hace cincuenta años está tomando una forma mucho más novedosa donde se integran muchos músicos jóvenes. La visión que se tomó en el siglo XX es como la del siglo anterior. Tenemos al solista, al músico de cámara y al músico de orquesta. Nunca hay cambios en estos roles y están muy clasificados. 

En cambio en la música antigua se puede encontrar solistas que también tocan  música de cámara u orquestal, y que dan también muchas clases y seminarios. Es un mundo más humano y menos rígido. Esto a los jóvenes les interesa porque es mucho más versátil y menos competitivo y encasillado que el mundo sinfónico

A su vez, en las últimas décadas la música antigua fue más accesible para los músicos. Por ejemplo, mi profesor August Wenzinger tuvo que ir a París y copiar a mano la música que le interesaba, en cambio yo en el ‘85 fui y pedí los microfilms y al llegar a Basilea los imprimí. Este desarrollo tecnológico hizo que esta música sea mucho más accesible y que se haya podido perfeccionar la interpretación de esta música, antes no era posible.

¿Algo parecido pasó con la construcción y restauración de instrumentos de época?

Al principio tuve instrumentos que eran copias pero aprendí verdaderamente a tocar la viola da gamba cuando accedí a un instrumento original. Tiene una respuesta y una profundidad única, es como un caballo pura sangre. Un instrumento nuevo hay que trabajarlo mucho y puede tardar 5 años en empezar a responder. Por supuesto que hoy en día hay muchos luthier que hacen copias magníficas. Por estos motivos, en la primera mitad del siglo pasado los músicos franceses compraban instrumentos ingleses antiguos de 100 años, le ponían un batidor nuevo y 7 cuerdas, esto producía un sonido único.

¿Cuáles son sus primeros recuerdos musicales?

El primer recuerdo es cuando cantaba en el coro y otro importante fue el haber escuchado a Pablo Casals. Estos estímulos me hicieron darme cuenta que la música era mi camino.  Siempre recuerdo aquella famosa frase de Mark Twain: 

Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué.”

Por eso digo que cuando tuve el violonchelo en mis manos descubrí por qué había nacido.

 


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