Con tan solo 24 años, este joven multiinstrumentista británico se ha convertido en una de las figuras más importantes y respetadas del jazz contemporáneo.
La historia de un youtuber que pasó de grabar videos en su habitación a ganar dos premios Grammy.
(“Don’t You Worry ‘Bout A Thing”, cover de Jacob Collier)
“Che, mirá a este pibe, es un fenómeno”, me dijo un amigo cuando me presentó a Jacob Collier. Seguramente, esa misma frase fue usada infinidad de veces para describir a alguna joven promesa y lo que seguía, usualmente, era movilizarse hasta algún recóndito teatro o conseguir un cassette pirata para confirmar la tan mentada afirmación. Eventualmente, y con algo de suerte, aquel prodigio encontraba la fama y el reconocimiento de la crítica a través de alguna institución o compañía discográfica. Pero esta vez no pasó, la frase vino acompaña de un link con millones y millones de visitas. El joven artista ya no necesitó de la mano benefactora de un intermediario, la música llegó directamente desde una diminuta habitación en Londres hasta mi rústico living del conurbano bonaerense. El video no solo se vio en el conurbano, también llegó a California, y a la mansión de Quincy Jones, quien lo convocó para tocar en el Festival de Montreux (ahí mismo donde se consagró internacionalmente Piazzolla). Si hay una prueba de que la industria y la forma en que consumimos música ha cambiado, esa es Jacob Collier.
Jacob, nacido en Londres en 1994, creció en un contexto familiar donde se respiraba música. Su madre, Susan, es docente, violinista y directora de la Royal Academy of Music de Londres; su abuelo, Derek, director de la Orquesta Sinfónica de Bournemouth. Las primeras aproximaciones de Jacob al canto y la armonía vocal fueron con sus hermanas, con quienes se divertía cantando corales de Bach. Era de esperarse que, unos pocos años después, el pequeño retoño de los Collier participara de forma profesional en óperas como La Flauta Mágica, de Mozart y Otra vuelta de tuerca, de BenjaminBritten.
Sin embargo, pese a una fuerte formación en la música académica, Jacob mostraba interés en artistas populares como Michael Jackson, Joni Mitchell y StevieWonder. De hecho, es un cover de este último el que haría explotar el conteo de visitas en su canal de Youtube. “Don’tYouWorry ‘Bout A Thing” (que hoy llega a la friolera de 3 millones de visitas) no solo muestra su virtuosa calidad interpretativa vocal e instrumental, también resalta un aspecto fundamental de su estilo: la capacidad de crear texturas complejas compaginando decenas y decenas de voces en canciones aparentemente “simples”. Tanto así, que estamos hablando de una persona que ganó un Grammy por cantar y rearmonizar la canción de “Los Picapiedras”.
Esta interpretación, que antes hubiera requerido largas sesiones en un estudio de grabación, solo requirió de un micrófono, una computadora y una placa de sonido. Jacob interpretó, grabó y mezcló todo en su cuarto; por eso, a la hora de pensar un título para su álbum debut, no dio demasiadas vueltas: In MyRoom (En mi habitación), de 2015.
Las armonizaciones de Jacob no pasaron desapercibidas; de a poco empezaron a crearse logias de estudiantes con preguntas y más preguntas sobre su teoría musical. Basta con surfear un poco la web para encontrarse con varios videos donde el músico inglés explica con soltura (y siempre con una sonrisa) nociones complejas como “armonía negativa” o la escala “super-ultra-mega-meta-lydia”. Esta rutina, que empezó de a poquito con algunos colegas de universidades norteamericanas, llegó a su máxima expresión cuando Jacob fue contactado por la revista Wired para detallar un poco más sus ideas a, nada más y menos, que HerbieHancock.
Con su fama y prestigio en ascenso, Collier ya no se limita a los confines de su casa. Desde hace tres años gira por el mundo con un show unipersonal (que lo llevó al Royal Albert Hall en 2016 y, en 2017, a nuestro país), una performance donde toca varios instrumentos simultáneamente (con ayuda de loops y samples creados) y rearmonizastandards de la música popular con participación activa del público.
Es evidente que Jacob Collier tiene una concepción muy particular de la música. Una manera de pensar donde el contrapunto y la transformación constante tiene un lugar privilegiado. Quizás es la influencia de Bach, o quizás es simplemente un cerebro configurado bajo las posibilidades de las nuevas tecnologías del siglo XXI. ¿Quién sabe? Lo que sí podemos saber es que vale la pena escucharlo.