Gabriel Garrido opina que la música antigua no es música menor y que hubo que demostrarlo. También que la gente empezó a escucharla más porque tiene mucho “affetti”, más pasión que la música del siglo XVIII.
Luego de estar por un tiempo sin actividad por su enfermedad, se lo ve entusiasmado y con muchos planes. Al entregarle los últimos ejemplares de MusicaClasicaBA Revista, lo primero que nota es la entrevista a Jordi Savall, así que nos da pie para comenzar por sus recuerdos de Hesperion XX…
Por Gabriela Levite y Maxi Luna.
¿Cómo fue su experiencia junto a Jordi Savall?
Tengo los mejores recuerdos de él y de esa época. Fue en el 74 que se creó Hesperion, yo era estudiante en Basilea y él era profesor de viola de gamba. Se creó para hacer música española en principio y el hecho de que yo fuera un argentino influyó. Yo hacía flauta y percusión. Para mí fue fantástico, llegué a Basilea, tenía 24 años y ya estaba en Hesperion… Aunque no existía, lo estábamos creando. Fue una experiencia inolvidable. Hacíamos música española del renacimiento que aquí (en Argentina) se hacía mucho en aquella época, pero en Europa se hacía poquísimo. Y Hesperion vino a dar una nueva mirada sobre ese repertorio, mucho más latina… Jordi buscó música nueva, inédita. Para mí fue mi maestro en muchas cosas, le tengo mucho agradecimiento y respeto.
Estuve hasta 1982 que creé mi propio conjunto Ensemble Elyma, ya en Ginebra donde estaba instalado desde el 78. En mi agrupación realizamos música italiana, principalmente Monteverdi, que me gusta mucho y comenzábamos a recuperar el Barroco latinoamericano que todavía no se hacía.
Reinterpretar y difundir repertorio poco conocido…
En el 91 me tomé un año sabático del conservatorio de Ginebra y me fui a investigar a Chiquitos y a Moxos, Sucre, y otros sitios de Bolivia. Así pude hacer que se interesaran en el repertorio barroco latinoamericano, yo quería rescatar una cultura. No es música menor y eso es lo que había que demostrar.
25 años después el barroco latinoamericano ya está asentado. En Europa no está mucho de moda ahora, ya pasó la época. En América sí prendió.
¿Cómo fue el trabajo de rescatar esas obras?
Había que deducir muchísimas cosas. Si yo no hubiera ido a América a hacer mi año sabático no hubiera sabido cómo interpretarla. Pero con la experiencia del viaje, más mi pasado por Hesperion con la música del renacimiento español, tenía una mirada de autenticidad histórica. Pude atar cabos con lo que quedó en América, tanto de la música escrita como de la música oral, así como lo que aprendí de la interpretación histórica de Europa.
¿En qué país se encontró más material?
Mucho se encontró. Primero, fue el detonador los archivos de Sucre (Perú) investigados por Carmen García Muñoz y Axel Roldán, que fueron los primeros músicos argentinos que se formaron en la investigación en el Alto Perú. Pero la misión de Chiquito no la conocía nadie. Carmen tomó un compositor como Araujo y lo transcribió. En aquella época los que transcribían eran los musicólogos, ahora un músico que hace interpretaciones históricas tiene la capacidad de hacerlo o de entenderlo directamente. No hay ningún secreto, estamos preparados, para eso sirvió la Schola Cantorum.
Pero como decía, hubo que descifrar la interpretación entre los manuscritos, las crónicas de la época, los instrumentos hallados en América, que son muy pocos. El deterioro es mayor en América porque además sufrimos las revoluciones donde por ejemplo en las misiones se quemaron todos los órganos para hacer balas de cañón. Entonces, atar cabos con todo eso y la práctica moderna actual del folklore, porque el folklore viene por tradición oral y los conjuntos de América tienen un corazón de cuerda punteada que incluso me sirvió a mí para interpretar Monteverdi.
La importancia del bajo continuo con cuerda punteada, arpa, laúd, guitarrón, guitarra, todo lo que en América, como instrumentos principales de la cultura folklórica eran el corazón del Bajo Continuo en el siglo XVII. Nosotros estamos acostumbrados a un continuo con el clave, Bach con clave, Haendel con clave, Telemann con clave. Eso era lo que yo estudié antes, e incluso en Europa se hacía así. Ahora el clave es uno más de los instrumentos del continuo y en América es el instrumento que más se deteriora.
Cuando hicimos el primer festival había un solo clave en Bolivia en La Paz y hubo que llevarlo hasta Chiquito. Pero cuando llegó el pobre clave la tapa estaba toda ondulada como las olas del mar. Tocaba las cuerdas y no se pudo utilizar. El clima es otro problema, es terrible en América en general, es muy distinto y en la zona selvática están también los bichos que se comen los instrumentos. En general los climas donde están las grandes catedrales, como México, Colombia, Sucre, son fuertes, muy rigurosos, lluviosos, extremos, por eso no se conservan tantos instrumentos y además eran muy frágiles por el tipo de madera que usaban, con tablas de armonía muy finas, así que se rompían fácilmente.
Cuando fuimos a Chiquito por primera vez al primer festival, habíamos descubierto, con un grupo del Conicet, una cantidad de partituras enorme. Había un enorme material -sobre todo en la Catedral de Sucre- que estaba a mano y listo para ser interpretado. También en México se encontró mucho, ahí empezó más tarde la investigación pero hoy en día existe un repertorio enorme.
En general todo el repertorio de música barroca latinoamericana es muy grande. Está en las iglesias y catedrales el material manuscrito ya que no había imprenta musical en América. En la época que comenzamos a investigar se conocía solo la punta del iceberg.
¿Qué repertorio va a hacer en San Ignacio?
Hago un programa de música romana. Es un repertorio muy poco transitado, tengo el orgullo de haber grabado después de 7 años que no grababa nada, la música de un compositor romano que se llama Domenico Mazzocchi, del que se conocen piezas sueltas, pero es un genio. Para mí está un poquito más abajo de Monteverdi que fue el más grande compositor de todos los tiempos.
Es un compositor extraordinario, y está justo en la época del nacimiento del oratorio en Roma. Mazzocchi era un compositor libre que componía lo que quería porque total era príncipe así que no tenía problemas de plata ni de tener que cumplir con encargos. El siglo XVII italiano es una época fantástica, yo había trabajado Monteverdi en Venecia, mucho Florencia al final del renacimiento, mucho Sicilia y Nápoles porque estuve en Sicilia 10 años; había trabajado en el Teatro Massimo, y las óperas de Cavani, pero me faltaba Roma y a decir verdad me aboqué a eso y me parece que uno no termina nunca de descubrir y de estudiar.
Hay todavía sorpresas que la historia de la música no nos contó. Siempre hay algo que investigar en música antigua, esta época era un eslabón perdido y es mi especialidad el siglo XVII italiano. A parte del Barroco Latinoamericano, soy conocido como especialista Monteverdiano en Europa. El año que viene es el año Monteverdi así que espero hacer muchas cosas en ese sentido…
¿Hay algún plan?
Tengo miles de planes. Por mi enfermedad tuve un momento de parate, porque no tiene diagnóstico y no sabía cómo iba a evolucionar. Ahora está parada entonces, con las limitaciones del caso, puedo volver a entusiasmarme con hacer planes. La música me motiva, me hace bien al cuerpo y al alma. Es el mejor antidepresivo.
Volviendo a lo que dijo hace un rato, no es para generar polémica, pero para ud. el más grande compositor fue Monteverdi, luego Massochi, ¿y a Bach a dónde lo ubica?
(risas) Bach no es un compositor barroco…
Bueno, cronológicamente si…
Pienso que Monteverdi es el más grande compositor de la historia porque nos hizo una música del futuro y Bach mira más al pasado… tiene una construcción típica del contrapunto alemán. Desde luego Bach es un genio porque el problema que él tenía era que contaba con una capilla de 15 malos músicos en Leipzig, cuando acá al mismo tiempo en la capilla de Sucre había 50 músicos geniales. Hizo una música como Domenico Zipoli hizo acá, que sonaba bien incluso tocada por malos músicos. El Barroco es maximilista, cuanto más hay, mejor. Bach suena muy bien minimalista porque se tenía que adaptar a lo que tenía, tanto es que se han hecho experiencias de las pasiones de Bach solo con 5 cantantes y funcionan. Escribió una música que suena bien tocada casi por cualquiera. En cambio para interpretar Monteverdi hay que saber muchísimo, si yo lo hago cantar por dos cantantes de ópera y un piano no suena, es espantoso. Hay que conocer mucho el estilo tanto en lo vocal como en lo instrumental.
¿Cuál es su opinión sobre la música antigua?
Creo que ocupó un lugar en la música clásica que no tenía antes, un espacio que no había. En Europa prendió primero en los países nórdicos donde se creó una escuela como la Schola Cantorum de Basilea o en Amsterdam.
Hacían música de Telemann, Bach, Haendel, era la que se tenía como referencia. Ahora también se hace mucho más música latina y esto empezó con Hesperion, primero con la española, después italiana, después la ópera italiana del siglo VII, porque Italia inventó la ópera con el Orfeo de Monteverdi no con Aída. Entonces hay un siglo de ópera italiana que no se conocía.
La gente empezó a escuchar más este tipo de música porque tiene mucho más “affetti”, más pasión que la música del siglo XVIII. Eso es lo que la hace más cercana. La música barroca es más directa, la música romántica, en la cual fui educado yo, era mucho más difícil, una sinfonía no está dirigida a lo popular.
Y la música antigua era más popular…
No es que era, es. Aunque no se hiciera directamente por el pueblo, pero es música de entendimiento inmediato, era música de iglesia, no de una élite, era para todos los fieles. A diferencia de la música que hay ahora en las iglesias que quiere ser música popular, pero no lo es, es otra polémica. Yo quiero escribirle al Papa.
¿Qué le diría?
Para decirle que la música que se encuentra en la iglesia es una falsa idea de lo que la gente necesita. Yo soy de la idea de que cuanto más pobre se es o de espíritu simple, como fueron los indios de Chiquito, hay que darle lo mejor como la música de Monteverdi.
¿Qué más nos puede contar del concierto en la Iglesia San Ignacio?
Voy a hacer un concierto gratis donde los músicos no cobran nada. Es un poco por mi historia, porque al haber estado en las misiones jesuíticas sé lo que necesita para darle a la música un lado espiritual y no material.
San ignacio, es jesuita y además está al lado del Nacional Buenos Aires donde yo estudié. En la época del 68 yo era antirreligioso, de izquierda, hippie, así que a la iglesia nunca la pisé hasta hace algunos años por cuestiones musicales , entonces ahora le dije al cura: “Después de haber visitado a las misiones gracias a la música quiero devolverle algo. Quiero que el Buenos Aires vuelva a ser una unidad, por lo menos en lo que respecta a mi persona.” Es un concierto que hace como un cierre de un viaje que empezó hace 50 años…