Hoy, 28 de mayo 2024, György Ligeti cumpliría 101 años. Para muchos una de las mayores influencias de la música contemporánea.
Fue uno de los autores y teóricos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, conocido por el gran público por la inclusión de dos de sus composiciones en la banda sonora de la película «2001, una odisea del espacio».
Nacido en Transilvania en 1923, en el seno de una familia judía de habla alemana, Ligeti se interesó muy joven por la música y empezó a tomar clases de piano.
La llegada de los nazis al poder en Alemania y el estallido de la Segunda Guerra Mundial desbarataron su familia: su padre murió en el campo de concentración nazi de Bergen-Belsen (Alemania) y su hermano en Mauthausen (Austria).
Ligeti tuvo que realizar trabajos para el ejercito húngaro en el último tramo de la contienda, después de la guerra y hasta 1956 impartió clases de música en el conservatorio de Budapest.
«Mi vida durante la época nazi y el comunismo estuvo llena de riesgos. Creo que eso se refleja, ese sentimiento permanece» en la música, aseguró el compositor con posterioridad.
Al estallar la revolución húngara de 1956 emigró a Austria, donde más adelante obtendría la nacionalidad y entablaría un estrecho contacto con Pierre Boulez, Stockhausen y Eimert.
Había comenzado a componer ya a los 14 años, y, como por razón de sus orígenes no le permitieron seguir la carrera de física, se concentró de lleno en sus estudios en el conservatorio.
Con especial ahínco se dedicó a explorar el folclor de Transilvania y a dar clases de armonía, contrapunto y análisis musical en la Academia Franz Liszt de Budapest.
«Soy enemigo de las ideologías en las artes. A los sistemas totalitarios no les gustan las disonancias», escribió el compositor, al que los críticos calificaban de «nada dogmático», «nada ortodoxo», aunque sí «radical», «aventurero», «visionario», polifacético» e «individualista».
El uso de densas polifonías, masas sonoras complejas y colores tonales cambiantes a las que llamó «micropolifonía», ha sido una de las características más destacadas en la obra de Ligeti. Ya en sus primeras partituras sinfónicas, Apariciones (1958-1959) y Atmósferas (1961) las usaba.
Logró una llamativa creación de «micropolifonía» en su Poema sinfónico para 100 metrónomos, en el que los sonidos están dados, tal y como reza el título, por un centenar de medidores.
En la década de los años ochenta se interesó y empezó a incluir en sus trabajos la polirritmia de la percusión africana, después de experimentar con música electrónica en los años cincuenta en las ciudades alemanas de Colonia y Darmstadt.
Su primera obra de teatro lírico, Le Grand Macabre (1974-77), figura entre las más conocidas, junto a los Estudios para piano, iniciados en 1985.
Según Ligeti, sus composiciones, que «se escapan a toda categoría, no son ni tonales ni atonales ni posmodernas», tienen en común que «surgen siempre de una idea central sencilla y conducen a la extrema complejidad».
En las últimas décadas Ligeti recibió un amplio reconocimiento por su obra, que ha sido editada de forma integral.
Ligeti y el cine:
En 1968, algunas obras suyas fueron empleadas —sin su autorización— como parte de la banda sonora de la película 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick.
Las obras incluidas fueron partes del Réquiem, Lux aeterna y Atmosphères.
Ligeti entonces entabló una demanda legal contra ellos, exigiendo daños por el monto de 1 dólar y estableciendo que el asunto en juego no era el dinero, sino el no haber solicitado adecuadamente el permiso.
Singularmente, con el éxito extraordinario que obtuvo la película, la música y el nombre de Ligeti se hicieron también muy famosos en el mundo entero.
Kubrick volvió a usar música de Ligeti, en El resplandor (1980, la obra Lontano) y en su obra póstuma Eyes Wide Shut (1999, la 2.ª pieza de Musica ricercata).
También su música fue usada en la película Fuego contra fuego (1995) de Michael Mann, la secuela de 2001 (con guion de Arthur C. Clarke), 2010 de Peter Hyams y en la cita paródica de 2001 en Charlie y la fábrica de chocolate (2005) de Tim Burton, así como en la popular Heat, también dirigida por Michael Mann.