Fútbol y música clásica: pasiones mundiales

El tenor Luciano Pavarotti y el futbolista Diego Maradona abrazados

Mientras vivimos un nuevo Mundial de Fútbol, este año con sede en Qatar, nos pareció interesante repasar anécdotas, protagonistas y obras que conectan a la música clásica con el deporte más popular del planeta.

¿Pavarotti arquero? ¿Shostakovich crítico deportivo? ¿Acaso el fútbol y la música clásica pueden convivir? A continuación, éstas y más historias.

Por Leila M. Recchi

 

Desde el día 20 de noviembre, en el lejano Qatar se desarrolla el evento deportivo más convocante a lo largo del planeta: el Mundial de Fútbol.

Podríamos detenernos durante horas a debatir sobre qué pasará, si por fin Argentina obtendrá el campeonato, o sobre las polémicas que rodean a la sede (denuncias por violaciones a los derechos humanos, corrupción).

Pero no es eso lo que nos interesa aquí, sino por el contrario pensar si hay algún punto de unión entre ésta y otra pasión: la música clásica.

Pavarotti, Carreras y Domingo con camisetas de fútbol
Los tres tenores presentes en el mundial de la selección masculina de fútbol de 1998

La coronación

Vamos a empezar por una conexión simple, y es la del Himno de la Champions League, el torneo más importante de Europa.

Se trata de una obra para coro y orquesta, creada en 1992 por el británico Tony Britten, entonada y replicada por millones de personas en todo el mundo cuando la competencia se desarrolla (porque, es importante aclarar, se trata de un evento de mucha relevancia deportiva no sólo para los europeos, sino para amantes del fútbol en general, llegándose a transmitir en miles de países en vivo y en directo).

Lo interesante no es el estudio morfológico que podríamos hacer de la pieza en cuestión, sino saber que el compositor tomó Zadok the Priest (1727) de George Friedrich Händel para su creación. Se trata de uno de los cuatro Himnos de Coronación, y fue compuesto para Jorge II de Gran Bretaña, siendo utilizado desde entonces en la coronación de todos los monarcas británicos.

Considerada por muchos un himno patriótico británico, Händel adaptó textos bíblicos cristianos, en especial una traducción de la antífona tradicional Unxerunt Salomonem sobre la unción del Rey Salomón. Es decir, que se hace un cierto paralelismo con la idea de coronar y campeonar, siempre que el himno de la Champions suene.

Algo similar se intentó recrear para la contraparte latinoamericana de la Liga de Campeones, la Copa Libertadores, pero se optó por utilizar como himno oficial la Oda a la Alegría de la 9na Sinfonía de Ludwig van Beethoven.

Volviendo a tierras europeas, es interesante la historia de Edward Elgar. El compositor inglés, era un apasionado del fútbol y recorría los kilómetros que fueran necesarios en bicicleta por el campo para ver a su equipo, los Wolverhampton Wanderers (uno de los que dio origen a la liga inglesa de fútbol en 1888).

Incluso, se le atribuye haber escrito el primer cántico de fútbol de la historia, He banged the leather for goal (Golpeó el cuero para el gol), en honor al goleador Billy Malpass allá por 1890. Sin embargo, podríamos dar por hecho que no es su única pieza futbolera, ya que hasta la actualidad la hinchada de los llamados Wolves entona su versión de Pompa y Circunstancia con una letra en honor al club.


El día que dos cracks se conocieron

Luciano Pavarotti fue una de las voces más destacadas del siglo XX, pero tenía también un gran talento deportivo. En su juventud fue arquero, con ciertas ambiciones respecto a hacer carrera en este puesto, pero la necesidad económica y la inclinación musical pesaron más, y dejó el arco por los teatros de ópera.

Se sabe que llegó a atajar en las divisiones inferiores del Módena, equipo de su ciudad y en los años ‘80s, a pesar de decirse hincha de la Juventus de la serie A de Italia, se declaró ferviente admirador de Diego Armando Maradona, con quien se conocieron en persona en los años que el astro argentino se volvía leyenda del Napoli.

Y, si hablamos del gran Luciano, no es un detalle menor mencionar que, junto a Plácido Domingo y José Carreras, en su época de los Tres Tenores participaron de la apertura de tres mundiales de fútbol consecutivos: Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Corea – Japón 2002.

Placa conmemorativa de un equipo de fútbol al compositor Elgar
Placa del equipo Wolverhampton Wanderers dedicada a su hincha Sir Edward Elgar

Partido entre orquestas

El director de orquesta, violinista y compositor mexicano Enrique Diemecke cuenta que, cuando dirigía la Orquesta Filarmónica de Montpellier en Francia se llevaba adelante el campeonato mundial de Fútbol de 1998 en ese país, y le ofrecieron una interesante e innovadora propuesta:

Se nos encargaron obras que tuvieran como tema el fútbol. A un compositor francés, amigo mío, se le ocurrió hacer una composición que reflejara a dos equipos utilizando dos orquestas en el escenario, dirigidas por dos directores distintos y un grupo de solistas.

Cada orquesta tocaría al son de un partido. Es decir, cada quien tomaría su turno conforme al equipo que tuviera el balón. Para esto se eligió el partido entre Francia y Brasil que se disputó en el certamen de México ’86 en donde Francia ganó en penales (…).

(La razón por la que) me pidieron a mí hacer la parte de Brasil (fue) que el partido elegido como referencia se había realizado en México (…). Como gran admirador que soy de Heitor Villa-Lobos (compositor brasilero), me basé en su lenguaje sobre los ritmos y coloridos sonoros para esta tarea.

El tema musical lo basé en el Dies Irae (Día de la ira) de la Misa de Requiem. (…) Busqué darle ese toque brasileño con influencia de samba, bachianas brasileiras, choros, etc. El tema aparece cada vez que Brasil lleva la pelota. La obra se llamó Match (…) y fue todo un éxito”.

Luego, Diemecke reutilizó su composición para una nueva obra en formato poema sinfónico a la que renombró Die Sir E.

El tenor Luciano Pavarotti y el futbolista Diego Maradona abrazados
Dos cracks se conocen: Luciano Pavarotti y Diego Armando Maradona.

Del teatro de ópera a las canchas

El bajo argentino Juan Vasle, quien hace 3 décadas vive en Eslovenia, no solo es aclamado por su rol como cantante en la la Ópera de Ljubljana (capital del país), sino además como periodista deportivo y corresponsal de notas sobre fútbol sudamericano en el diario deportivo Ekipa.

Así, comentó ya cuatro Mundiales en idioma esloveno para la televisión nacional y partidos de la Copa Libertadores, Sudamericana, eliminatorias y amistosos internacionales para el canal deportivo Šport TV.

“La mayoría de mis colegas cantantes tienen como actividad complementaria la docencia. Yo no enseño. Ese tiempo se lo dedico al periodismo que fue en realidad mi primera actividad ya que antes de dedicarme al canto egresé de la Escuela Superior de Periodismo.

(…) Es cierto que la combinación cantante lírico-periodista deportivo no es habitual. En mi caso se dio naturalmente. Ejercer ambas actividades me permite cambiar el chip, evitar la rutina.

La música y el deporte tienen una gran capacidad de unir a la gente. El canto y el periodismo son medios de comunicación, uno desde el escenario, otro desde el teclado. Cada día compruebo que la pasión por las dos profesiones sigue intacta”.

«El ballet de las masas»

Pero, sin lugar a dudas, el caso quizás más destacable a la hora de hablar de fútbol y música clásica sea el de Dmitry Shostakovich.

El compositor ruso-soviético solía decir que “el fútbol es el ballet de las masas” y, según su familia, este deporte fue quizás el pasatiempo más serio que tuvo en su vida, además de un escape emocional en tiempos duros.

Entendía a la perfección el funcionamiento y su opinión era de gran estima entre colegas. Pero, como si eso fuera poco, se dio también el lujo de escribir y arbitrar.

Como cronista, en 1942 apareció en las páginas del periódico Deporte rojo, en 1944 en Vyechernaya Moskva en la sección “Vida deportiva” con el artículo «Expulsen a los nuevos jugadores» que estaba dedicado al inicio del siguiente campeonato de Moscú.

También, envió más de 100 cartas deportivas. En una de sus declaraciones mencionaba: “Le dedico casi todo mi tiempo a componer, a mis actividades educativas y al trabajo público. Tengo que reconocer que en mis pocos ratos libres me dedico al deporte como futbolista amateur empedernido”.

Era muy aficionado al club de su ciudad: él trataba de no perderse ningún partido y, cuando no podía asistir en persona, los seguía por radio o por televisión (cuando empezaron a transmitirse).

A finales de los años 50, Shostakovich además se recibió de árbitro a nivel nacional y lo vivió con mucha alegría ya que eso le garantizaba, además, acceso directo a los partidos de manera gratuita.

Dmitri Shostakovich jugando a la pelota con su hijo

El homenaje de la hinchada a Shostakovich

El fútbol era un desahogo emocional y en parte mecanismo de defensa. Según Irina Shostakovich, su nieta, en el último día de su vida, el 9 de agosto de 1975, Shostakovich le pidió por teléfono que fuera al hospital de inmediato: “Vamos a ver fútbol”.

En sintonía con esto, su hijo Maxim recordaba: “El fútbol fue la salvación más auténtica para mi papá, ya que también le ayudó a sobrevivir las persecuciones de finales de los años 40, cuando intentaron desaparecerlo, lo echaron del conservatorio, le quitaron su título de profesor y lo ofendieron, llamándolo formalista.

Mi papá tenía una vida intensa en casa con el fútbol. Hacía tablas en cuadernos especiales, lo llenaba con los resultados de diferentes campeonatos, y ahí reunía diferentes datos interesantes“.

Pero, sin lugar a dudas, su gran hito futbolístico se dio en agosto de 1929 componiendo el ballet Dinamiada (nombre que hacía alusión al Dinamo de Moscú), que después se pasó a llamar La era dorada, donde representaba el enfrentamiento entre dos equipos: uno de origen burgués, y otro proletario/soviético, siendo a la vez la graficación del choque entre dos ideales opuestos.

Es bello recordar, para finalizar, este relato de amor entre Shostakovich y el balompié. El 2 de octubre de 2016 (poco después de cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento) en el estadio Petrovsky de San Petersburgo, aficionados del Zenit frente al Spartak de Moscú llevaron a cabo un homenaje a Shostakovich.

Minutos antes de que empezara el partido, de manera inesperada, en lugar de los acordes de la Marcha de fútbol de Matvey Blanter (que suena por reglamento antes de cada partido de la liga rusa) explotó la Sinfonía n° 7 Leningrado, mientras se desplegaron banderas con la imagen del compositor y fragmentos de la partitura de la citada obra.

Existe un cierto prejuicio quizás respecto al fútbol como algo burdo, tosco y hasta grotesco. Se piensa a veces como una actividad menor, fácil y para quienes quizás no pueden ni quieren aspirar a otra cosa.

Pero, en la otra mano, están quienes suscriben a esta práctica como una representación cultural más cerca que lejos de las emociones y las pasiones, al igual que lo hace la música, y por eso el vínculo entre ambos mundos no está tan desdibujado.

Porque, como hemos visto, las pasiones sirven de despeje, refugio o hasta para expresar nuestros ideales y sentimientos.

Se viven, se canalizan, y se exteriorizan entonando las más bellas melodías musicales o el más apasionado grito de “¡Gol!”.

Esta nota forma parte de la revista Música Clásica 3.0 #40 – Noviembre 2022. Para leer la edición completa hacé click acá.

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