Entrevistamos a la pianista y profesora Beatriz Pedrini, que nos habla sobre su carrera, la enseñanza del piano y la importancia del programa CEP Joven en la formación de jóvenes talentos en Argentina.
Por Maxi Luna
En su opinión, ¿cuál es el impacto que el programa ‘CEP Joven’ tiene en la formación de jóvenes pianistas en Argentina, tanto en su desarrollo técnico-musical como en su crecimiento personal?
El Centro de Estudios Pianísticos (CEP) históricamente ha apoyado fervientemente a los jóvenes pianistas, y puedo decirlo con conocimiento de causa, ya que estuve presente cuando María Rosa Ubiña de Castro fundó el CEP. El objetivo siempre fue apoyar y dar a conocer a los jóvenes pianistas en formación, aportando no solo su visión, sino también la de los maestros que convocaba para clases magistrales. Esta tradición ha continuado bajo la dirección de Sebastián Colombo.
El impacto del programa ‘CEP Joven’ es muy significativo porque ofrece una variedad de perspectivas de distintos maestros, cada uno con su propia escuela y método de interpretación. Los estudiantes se nutren de estas diferentes visiones y enfoques en cuanto a la interpretación y el desarrollo técnico. La técnica no se trata solo de habilidades mecánicas, sino de herramientas que permiten una interpretación musical profunda. Interpretar una obra no significa simplemente aprender las notas y resolver las dificultades técnicas. Implica una búsqueda interior, desde las sensaciones físicas y el uso del cuerpo, hasta la emoción y la conexión con la obra del compositor. Es un proceso integral que conecta el cuerpo, la mente y las emociones para lograr una interpretación auténtica y expresiva.
El maestro Sebastián Colombo ha ampliado la labor del CEP, no solo en Argentina sino también en el exterior, utilizando la tecnología para ofrecer clases virtuales con maestros especializados en diversas disciplinas musicales. Aunque las clases están dirigidas a un alumno por vez, aquellos que observan y escuchan también se benefician. Ven lo que le sucede al intérprete y esto los ayuda a reinterpretar sus propias obras y su actitud hacia la música y el instrumento. Este enfoque grupal permite a los estudiantes interactuar y aprender unos de otros, fomentando una colaboración enriquecedora.
El hecho de participar, escucharse y estar junto a otros pianistas y jóvenes en formación es muy importante. Promueve la integración y la colaboración entre ellos, creando un ambiente de apoyo mutuo y aprendizaje compartido.
Además de las habilidades técnicas y musicales, ¿qué es lo que usted desea que sus alumnos lleven consigo al finalizar las clases en el marco del programa ‘CEP Joven’?
Este año, fui convocada como docente para formar parte del programa CEP Joven, donde participaré junto a jóvenes estudiantes previamente seleccionados de instituciones públicas y privadas de CABA, Chivilcoy y Junín, además del grupo seleccionado para el encuentro en Jujuy.
Es fundamental que los jóvenes aprendan a entender qué están tocando. Sabemos que, en la juventud, puede ser más atractivo resolver pasajes difíciles y comprometidos sin considerar profundamente las emociones detrás de la música. Por eso, buscamos que los alumnos comprendan lo que están tocando y el porqué de cada obra.
Otro aspecto en el que haré hincapié es en el cuerpo: cuidar la postura, la tonicidad muscular, el peso que cae por gravedad, y trabajar con el objetivo de no solo lograr un buen sonido, sino también una organización consciente de los movimientos y gestos. Esto ayuda a evitar problemas musculares y de articulaciones, haciendo que tocar el piano sea un placer, sabiendo qué hacer y cómo hacerlo.
De esta forma, los estudiantes aprenden a producir calidad en el sonido, manejar la dinámica y explorar una amplia gama de timbres e intensidades, como si tuvieran una paleta de colores en sus manos. Este método de aprendizaje fomenta una búsqueda interior, armonizando la emoción con el pensamiento y el cuerpo en su totalidad. Así, se desarrolla la delicadeza del tacto y la precisión de la articulación, haciendo del teclado una prolongación del cuerpo y un medio de expresión.
En última instancia, nosotros mismos sonamos a través del piano y con el piano, llevando nuestras emociones y pensamientos a la música de una manera única y personal.
Al reflexionar sobre su propia formación como pianista, ¿podría compartir alguna enseñanza o experiencia específica que haya sido clave para su desarrollo profesional?
Reflexionar sobre mi vida como pianista me lleva a muchos momentos significativos que marcaron mi desarrollo profesional. Mi carrera comenzó a los siete años y, uno de los recuerdos más especiales que atesoro, es el tiempo en que dos hermanas vecinas me prestaban su piano para estudiar, ya que mis padres no podían comprar uno en ese momento. Este gesto de generosidad dejó una huella profunda en mi corazón y en mi carrera.
Luego, uno de los hitos más importantes fue cuando terminé mis estudios en el conservatorio Manuel de Falla y pude conocer a Anita Gelber, la madre del maestro Bruno Gelber. Ella no solo transformó mi forma de tocar, sino también mi ser interior, enseñándome a interpretar la música de una manera más profunda y consciente. Anita me enseñó a escudriñar la partitura y a tocar sin trabas ni dolores, permitiendo que mi cuerpo fluyera libremente al tocar. Me dio todas las herramientas necesarias para lograr esto, algo que cambió radicalmente mi forma de tocar y entender la música.
Después de mucho estudio y preparación, esto me llevó a ganar la beca Vicente Scaramuzza en 1978, un logro que marcó un antes y un después en mi vida. Aquí, debo expresar mi eterno agradecimiento al maestro Bruno Gelber, quien me guió y me preparó para este concurso con gran dedicación y amor por la música. Este fue un hito que definió mi carrera, permitiéndome avanzar con una comprensión y apreciación más profunda de la música y el arte de tocar el piano.
¿Qué papel juegan la innovación y la creatividad en su enfoque hacia la interpretación y enseñanza del piano?
La innovación y la creatividad son fundamentales en mi enfoque hacia la interpretación y la enseñanza del piano. Siempre realizo una evaluación detallada de mis alumnos, considerando sus características personales, predisposición y gestualidad, que es muy importante. Un maestro debe tener claro el objetivo final para el alumno, pero los caminos para llegar a ese punto pueden variar según las capacidades y las características individuales de cada persona.
Cada alumno es diferente, con su propia historia y condiciones emocionales. Por eso, me gusta usar imágenes y metáforas en mi enseñanza. A menudo, incentivo a los estudiantes a que busquen sus propias imágenes y asociaciones, lo que los conecta consigo mismos y abre su creatividad. Esta participación activa de sus sentimientos y emociones en el proceso de aprendizaje es muy enriquecedora, ya que les ayuda a soltarse y expresarse de manera más auténtica.
¿Cómo maneja el equilibrio entre su carrera artística y sus responsabilidades como docente?
Logro equilibrar muy bien mi actividad artística con mis responsabilidades como docente. Hace ya 10 años formé un dúo con una amiga pianista, y juntas abordamos repertorio para cuatro manos y dos pianos. Una de las obras más desafiantes que hemos estudiado y presentado es la Sonata para dos pianos y percusión de Béla Bartók, que nos exigió meses de estudio intensivo, pero también nos brindó enormes satisfacciones al poder interpretarla en numerosos conciertos. Además, exploramos repertorios universales y de compositores argentinos para dos pianos y cuatro manos.
Durante 37 años fui profesora en el Conservatorio Manuel de Falla, donde también estudié y al que estoy profundamente unida. Al retirarme, pude dedicar más tiempo a la enseñanza individualizada de mis alumnos. Este equilibrio entre mi carrera artística y mi labor docente es perfecto, ya que el tiempo que tengo libre lo uso para preparar mis clases y estudiar individualmente. Además, dispongo de tiempo para los ensayos de mi dúo, que disfruto muchísimo después de muchos años tocando en recitales, conciertos con orquesta e integrando grupos de cámara. Trabajar en música de cámara ha sido muy enriquecedor, perfeccionando mi habilidad como pianista al integrar diferentes grupos como tríos, cuartetos y dúos con violonchelo y violín.
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