La ex primera bailarina del American Ballet Theatre y ex directora del Ballet del Teatro Colón, Paloma Herrera, sorprendió al público con su repentina renuncia previa al comienzo de la Temporada -que ella misma había programado- para el año 2022.
Entrevista Paloma Herrera, 10 de febrero 2022, por Carolina Lázzaro – Luz Lassalle
-Bueno, contanos sobre esta sorpresiva renuncia a tu cargo como directora del Ballet del Teatro Colón, luego de haber trabajado intensamente para diseñar la Temporada.
Armé una temporada maravillosa, que me costó un montón.
¿Ustedes saben lo que es traer la Osipova (Natalia), a Hernández (Isaac), a Polina (Semionova), a Roberto (Bolle)? Son los mejores bailarines de este momento. Son toda gente que yo tengo en el WhatsApp. Y aceptaron porque yo los llamé, porque han trabajado conmigo y saben cómo trabajo, que voy a estar al pie del cañón, ocupándome de todo.
Y cuando estaba todo hecho, impecable la temporada, yo re orgullosa, pedí la reunión como para empezarla, como para que estuviera a la altura, porque si vienen bailarines como Osipova y Herman Cornejo, la compañía tiene que estar a tope. Quería dejar todo preparado: los repartos, la gente, los maestros.
Nos habíamos dado cuenta de que no nos alcanzaba la cantidad de bailarines para hacer Giselle. Si bien hay una nómina de cien bailarines, como mucho son cincuenta los que bailan. Si sacás diez para hacer roles principales, otros diez para solistas, ¿cuántos te quedan para el cuerpo de baile? ¿Y si se llega a lesionar uno? No dan los números
Y fue en esta reunión que empezaron a presionar: «No podés hacer audiciones, tenés que trabajar con los bailarines de la compañía. Y yo dije: “Pero si sabés que de cien bailarines tengo cincuenta nada más”; me dijeron “Es la compañía que tenés”.
-¿Pensás que no admitieron las audiciones por una cuestión de presupuesto?
No… Traer a los invitados es plata. Y a eso no me dijeron que no.
Y además de eso: que tenía que poner a tal y a tal, como bailarín principal, a tal como solista, y traer a tales maestros… Bueno, entonces, tomá mi silla, te la dejo. Si no puedo elegir los maestros, ni la gente que va a bailar… ¿Tengo que poner la cara yo?
Después de la reunión hablé en privado con María Victoria (N. de la E.: Alcaraz, directora del Teatro Colón), con la cual siempre me llevé muy bien, le dije: “Honestamente ¿pensás que yo me puedo quedar en el cargo, que yo puedo poner mi cara cuando no me dan las herramientas para tener la compañía a tope? Prefiero hacerme a un costado”.
-¿Cómo es la situación jubilatoria para los bailarines?
Esto es algo de público conocimiento. La gente no se puede jubilar hasta los 65. El ballet es una disciplina súper exigente. Es como el deporte. Vos no ves a jugadores de futbol a los 65 años en la selección, ¿o sí?
El Teatro Colón, las autoridades, tienen que resolver este tema de la jubilación, que la gente realmente se vaya contenta, con una carrera fantástica, hasta los 40, o 45, que todavía sigue siendo joven, puede hacer otras cosas; que se vaya va bien, y no a las patadas o enojada.
La gente nueva cuando termina la escuela (el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón) no tiene lugar para trabajar. Y eso también es terrible. La vida del bailarín es corta, van pasando los años y no podés entrar a una compañía porque sabés que hasta que no se jubile alguno y se te pueda hacer un lugar, es imposible.
Todo el mundo admira mi carrera. Pero, ¿Por qué? Porque yo a los 15 años entré a una compañía y a los 19 ya era primera bailarina. Acá, ¿Cómo hacés? Si tenés que esperar que a los 65 años se jubilen.
Hay mucha gente que quiere estar, pero no puede entrar, y los que están, no pueden salir. Es perverso.
"La gente no se puede jubilar hasta los 65. El ballet es una disciplina súper exigente. Es como el deporte. Vos no ves a jugadores de futbol a los 65 años en la selección, ¿o sí? "
Paloma Herrera Tuit
–¿Vos estabas al tanto de esta problemática, en relación a la edad jubilatoria?
Sí. Cuando yo entré, una de mis prioridades fue esa. Yo sabía lo de las jubilaciones, lo planteé un millón de veces, y me decían “No se puede, es muy complicado, lo estamos viendo”, pero nunca se resolvió. Y bueno, atamos con alambres. Hicimos audiciones con gente del ISATC (Instituto de Arte del Teatro Colón), tomamos a mucha gente en todos estos años para refuerzo, que son los que realmente te ocupan las filas. Pero si este año me vas a apretar y me decís que no puedo hacer audiciones para refuerzo… El Teatro está permitiendo que pasen estas cosas, porque yo no creo que los bailarines quieran estar en esta situación.
-Bueno, pero hay personas que están en esa edad límite, entre los 40 y 50 años, que podrían todavía bailar, ¿verdad?
Claro, podrían seguir obviamente, pero si no venís tomando clases desde que entraste a la compañía, imagínate en qué estado vas a llegar a los 45…
Tampoco digo “La gente grande no baila, la gente joven sí”. Juan Pablo (Ledo) por ejemplo, bailó todos los roles, y él es uno de los más grandes de la compañía. Pero está impecable.
Mi punto es: el que se lo merece baila, el que se queda en la casa y no viene a los ensayos, no. Yo lo que siempre quise dar es igualdad de posibilidades para todos.
Además, hay roles y roles. Eso es casting. No porque seas un bailarín principal vas a hacer todos los roles. Hay gente que tiene más técnica, hay gente más artística. Cada rol es único. Y ahí está la inteligencia del coreógrafo para que su ballet esté al máximo. No es que yo privilegié a la gente joven y nada más. Nadia (Muzyca) también es de una generación mayor, y bailó un montón. Y hubo gente joven que nunca más hizo una clase.
"El que se lo merece baila, el que se queda en la casa y no viene a los ensayos, no. Yo lo que siempre quise dar es igualdad de posibilidades para todos"
Paloma Herrera Tuit
-¿Cómo es ese tema de las clases?
Las clases no son obligatorias y el período de ensayo es muy corto comparado con el de otras compañías. Y ni te digo cuando empiezan con el tema de equiparación de sueldo, hacen paro y no ensayamos más de dos horas.
Antes estaba contemplada la clase dentro del horario de trabajo. Pero después hubo reclamos salariales, y lo que hicieron fue poner la clase fuera del horario, opcional.
Yo no le echo la culpa a los bailarines. El Teatro necesita organizar y reestructurar algo que es tan importante, que crea esta atmósfera imposible para trabajar. Si vos sabés que tu compañero está en su casa, ¿Por qué vos tenés que trabajar? Tener una compañía en la que la mitad trabaja y la otra mitad no genera un ambiente raro.
Es algo que yo no puedo manejar. Lo mío es lo artístico. De lo que yo sé, me encargo de todo: la temporada, los repositores, la programación, los ensayos; de todo me hago responsable. Pero de esto, no.
-¿Por qué creés que una persona que está en un ballet prestigioso, como el del Colón, no aprovecha las clases? ¿Qué pensás que puede estar pasando por su cabeza?
No lo entiendo, porque nunca me pasó. Eso es algo que a mí me ha desilusionado un poco. Yo desde los siete años, hasta el último día que bailé, en mi despedida en Mendoza, hice la clase completa. Nunca falté. Pero bueno, yo no puedo medir a todo el mundo con mi vara.
Si fuera por mí no podría las clases obligatorias, honestamente. Si vos querés ser buen bailarín, no hace falta que nadie te obligue. Se supone que uno ama lo que hace. Eso después se ve en el escenario, porque la persona que está en las clases, en los ensayos, es la que tiene ganas de bailar.
Muchos sí la hacen, y son los que en estos cinco años que yo estuve como directora han hecho que la compañía esté super bien. De hecho, los primeros trabajos que se hicieron después de la pandemia, fue con la gente que se conectó por Zoom para las clases. Alejandro (Cervera) y Maxi (Iglesias) eligieron a la gente que trabajó–.
"Si fuera por mí no podría las clases obligatorias, honestamente. Si vos querés ser buen bailarín, no hace falta que nadie te obligue. Se supone que uno ama lo que hace"
Paloma Herrera Tuit
-¿Cómo es en el American Ballet Theatre?
En el ABT es diferente, si bien las clases tampoco son obligatorias, si vos al año no estás en forma, fuiste, no tenés el contrato. Todo el mundo cree “Paloma quiere que el Colón sea el ABT”. Jamás dije eso. Jamás. No pretendo que el Colón sea el ABT, pero hay que ajustar las cosas. Que haya estabilidad me parece fantástico, pero no hasta los 65. Hasta los 40 o 45, puede ser…
-¿Hasta ahora vos venías eligiendo los roles principales?
Tampoco era yo. Cada coreógrafo que viene es el que firma los repartos. Es impresionante como tuvimos con todos el mismo ojo, nunca hubo un desacuerdo. Por eso estoy tan orgullosa. Podemos conversar, sugerir, pero siempre es el repositor el que tiene la última palabra.
Obviamente siempre ha habido presiones de los bailarines que son estables, que tienen roles desde hace mucho tiempo. He tenido en mi dirección reclamos: “¿Cómo la directora me sacó este rol, que hace veinte años que lo hago?”. Si yo no puedo elegir, ¿para qué estoy entonces? Si tenés un rol desde hace veinte años, ¿lo tenés que hacer de por vida? ¿Para qué pido a un coreógrafo que venga si no puede elegir? Se han dado usos y costumbres de mantener los roles, pero yo soy de la idea de que, si queremos una compañía que esté a tope, el repositor que venga tiene que poder elegir lo que quiera.
En mi vida se me hubiera ocurrido decirle a Kevin (McKenzie) “Poneme acá”.
-¿Con qué te quedás como experiencia de estos cinco años?
Aprendí un montón, y me hizo mucho más fuerte. Estuve veinticinco años en una de las compañías más maravillosas, y tuve la mejor carrera que podía soñar. Nunca tuve ningún problema con nadie, nunca presencié, jamás, un paro, una discusión, o empezar un ensayo más tarde, nada. Para mí fue facilísimo. Entonces esta experiencia fue muy fuerte.
Mi punto cuando yo entré al Colón es que los bailarines argentinos no se tengan que ir del país, como nos pasó a un montón de nosotros: Marianela (Nuñez), Herman (Cornejo), Ludmila (Pagliero), y otros tantos. Nosotros habríamos podido quedarnos acá, si hubiésemos tenido la oportunidad: un repertorio que inspire, un montón de funciones ¿Por qué te tenés que ir? Te quedás acá, en tu casa, con tu familia, con tus amigos, y podés sentirte lleno con tu carrera.
La compañía en cinco años hizo un cambio enorme, y pienso que quien más lo valoró fue el público: que todo el mundo hablara bien y se fuera contenta, que las entradas se vendieran, se agotaran.
-Esto es coherente con tu forma de ser: te retiraste en el punto más alto de tu carrera como bailarina…
Y ahora hice lo mismo…
-¿Qué repercusiones tiene tu renuncia?
La temporada seguramente seguirá adelante, ya está todo hecho, todo firmado. Yo feliz, porque la Argentina por lo menos va a tener el placer de poder ver y disfrutar de esas personas que he invitado.
Lo que es muy gratificante es que, al instante de haber anunciado mi renuncia, me contactaron del ABT, y el director Kevin Mc Kenzie, que se va de la compañía, me dijo: “Muy mal para el Colón, muy bueno para vos. Tendrías que venir a tomar mi cargo”. Tamara Rojo también que se va del English National Ballet me dijo: “Me encantaría proponerte para directora”. Es impresionante como a uno lo valoran un montón en el exterior, y en el país a veces es más difícil.
En cuanto al resto, todo lo que pude hacer lo hice, pero no puede hacer el cambio estructural que es que la compañía funcione como tiene que ser, que la gente se vaya feliz, y dejar el lugar a otros.
Pero, si una tiene la voz, tiene que tratar de ayudar al cambio, porque si no nadie se entera y sigue todo igual por generaciones
"Si una tiene la voz, tiene que tratar de ayudar al cambio, porque si no nadie se entera y sigue todo igual por generaciones"
Paloma Herrera Tuit
-¿Qué le pronosticás al maestro Galizzi?
Yo con Mario trabajé muy bien, en Bella, en Lago; le deseo lo mejor y me parece que le va a ir muy bien con las condiciones que tiene la compañía. Él se entiende muy bien con esa situación. Fue parte de la compañía, así que sabe perfectamente. Y tal vez no lo quiera cambiar, y me parece bien así. Son diferentes puntos de vista. A mí me llamaron para que pusiera la compañía a tope, que es lo que yo quería hacer, y si no se puede, entonces doy un paso al costado.
-¿Qué planes tenés para el futuro?
Por temas familiares, no estoy pensando en irme del país.
Voy a hacer la vida que hice cuando volví en 2016, que fui muy feliz: pude hacer mi libro, saqué mi perfume, pude dar clases, viajar, me iba a Nueva York, me iba a Europa, hice un montón de viajes dentro del país. Fue súper gratificante. Por eso pensé tanto en tomar la dirección del Ballet, porque no quería una vida tan intensa. Había bajado un cambio, fue un año hermosísimo. Los cinco años que siguieron fueron súper intensos (risas).
Tengo un montón de viajes planeados. Cursos que siempre dije que no porque, para mí, la prioridad era el Teatro: jamás falté a un ensayo, ni a una clase, ni a una función, así que dejé un montón de cosas de lado.
Soy jurado en Benois de la Danse, así que me voy a Moscú.
-¿Cómo te fue con el perfume?
¡Súper bien! Muy contenta. Hay dos fragancias, una salió en 2016 y otra en 2019. Hermoso el proceso. Nada que ver con lo mío, pero que en parte me refleja. El primero fue muy bailarina, todo rosita, todo tutú, con lo que la gente siempre me identificó, pero el otro es más mi otro lado, soy como muy apasionada con todo lo que hago, siempre de negro. Son las dos caras mías. Es lo que tiene el ballet, la dualidad de la danza: como que está todo bien en el escenario, como si una no transpirara (risas), es todo glamoroso y parece muy light, y por otro lado, es súper disciplina, hay que ponerle pasión, mucha fuerza, mucha garra. Quería ver reflejado eso en los perfumes.
-¿Se viene el segundo libro sobre tus años en el Colón? (risas)
La verdad es que no lo había pensado, pero puede ser una buena idea.
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