Programa
Parte 1:
Georg Philipp Telemann (1681 – 1767)
Suite de Don Quijote en las Bodas de Camacho
Joaquín Rodrigo (1901 – 1999)
Concierto de Aranjuez
I Allegro con spirito
II Adagio
III Allegro gentile
Parte 2:
Arnold Schönberg (1874 – 1951)
Noche Transfigurada, Op 4
Por Sabrina Abalo
En 1605, Miguel de Cervantes escribió la novela Don Quijote de la Mancha, y a partir de allí, el gran escrito ha sido fuente de inspiración de muchos compositores. La Suite de Don Quijote en las Bodas de Camacho escrita por Georg P. Telemann, uno de los compositores más importantes en la escena musical europea de la época barroca, ha sido una de ellas.
La Orquesta Filarmónica junto con su director titular, Enrique Diemecke, han recreado fielmente los efectos programáticos en cada una de las siete partes de la divertida y animada Suite: obertura, el sueño de Don Quijote, ataque a los molinos de viento, los suspiros por Dulcinea, el manteo de Sancho Panza, el galope de Rocinante y el asno de Sancho y el descanso de Don Quijote.
Rodrigo, este influyente compositor representante del nacionalismo español, inspirado en lo que para él fueron los cautivantes olores de los Jardines de Aranjuez en Madrid, compuso el Concierto de Aranjuez en 1939. Al año siguiente se estrena en el Palacio de la Música de Barcelona convirtiéndose así en el primer concierto para guitarra y orquesta de la historia.
La partitura reúne una gran cantidad de recursos técnicos y estilísticos muy complejos a la vez que diferentes, incluyendo el rasgueo y el punteo. Rodrigo estructura el concierto en las formas clásicas con sus tres movimientos, donde emplea la forma sonata en el primero y luego el tema con variaciones en el segundo y en el tercero.
A partir del nacimiento de este concierto, la guitarra pudo trascender al repertorio orquestal ya que no es un instrumento sinfónico, de esta manera también permite conocer la gran cantidad de posibilidades que tiene dentro de la orquesta a nivel solista.
Antes de comenzar su interpretación, el guitarrista, explicó el sentido compositivo de la obra: el primer movimiento, de carácter flamenco, evoca la energía de la tierra, el segundo movimiento refiere a una transmutación de dolor en aceptación, donde la guitarra representa la voz del compositor en la dimensión de lo humano y la orquesta la dimensión de lo divino. Y el tercer movimiento inspirado en la música folklórica de España, con sus ritmos típicos de bailes cortesanos, llenos de energía de aire.
Sáinz-Villegas se lució con una interpretación profunda en cada uno de los movimientos, donde mantuvo un sonido nítido y resonante. En el segundo movimiento, el más famoso de todos, logró transmitir al ambiente de la sala, el dramatismo melódico que desarrolla la obra con un muy buen uso del vibrato, sobre el final de este segundo movimiento y con una acompañada dirección musical, resultó ser el momento más cautivante.
Soltura, brillantez, economía de movimientos, prestancia, cualidades que definen al gran artista español, nombrado recientemente doctor honoris causa por el Consejo de Gobierno de la Universidad de La Rioja, su ciudad natal. Fuera de programa interpretó con sobrado virtuosismo la Gran Jota de Concierto de Francisco Tárrega. El artista toca en una guitarra Matthias Dammann de 2007, una de las guitarras más populares entre los profesionales de la actualidad.
Al final del concierto le consulté sobre el instrumento que toca y manifestó: “La guitarra es una extensión de mi cuerpo y mis emociones que me permite expresarme en un idioma universal como es la música para crear con el público un punto de encuentro. Mi declaración artística como músico es tocar sin amplificación porque es la técnica la que me permite poder presentar la guitarra tal cual es, mostrando la esencia de su voz y así poder expandir al máximo posible las capacidades expresivas del instrumento.”
A Schönberg se lo podría ubicar dentro del último oleaje postromántico, incluso como una suerte de consecuencia wagneriana. Sin embargo, sus primeros pasos fueron marcados por la estética expresionista, así creó una de sus obras más importantes de esta primera fase tonal: Noche Transfigurada Op. 4 (1899), obra basada en el poema homónimo de Richard Dehmel, concebida en partes, por la gran influencia musical de Wagner sobre todo por su complejo juego de cromatismos que pone a la tonalidad al limite de su existencia; es quizás la obra más lirica del compositor.
Creada originalmente para sexteto de cuerdas fue escrita en un único movimiento, con una estructura tradicional que a la vez está dividido en 5 secciones que se corresponden con el poema del cual está basado.
En la segunda parte del programa, el aforo de la sala se encontraba levemente reducido; en lo que va del año, es la segunda presentación de la Orquesta Filarmónica con obras de este compositor y si bien los Gurrelieder fueron el plato fuerte del programa anterior, esta vez no resultó igual con la Noche Transfigurada.
La ejecución por parte de la orquesta fue cuidadosa y siempre atenta a los pedidos del director, sin embargo, por momentos, la obra viajaba en ondulantes vaivenes de inestabilidad no logrando describir la historia dramática que sustenta la obra.