Después de más de dos décadas de ausencia en el Teatro Colón, volvió esta obra emblemática del período central de Giuseppe Verdi al escenario de la calle Libertad. Por segundo año consecutivo la temporada lírica tenía un hito marcado por la presencia de Anna Netrebko en la programación. En la previa, generaba cierta desazón el que originalmente hubiera sido anunciada como versión de concierto, algo que luego se transformó en una propuesta “semi-montada”. Aún extrañándose una producción escénica completa, el debut fue de un nivel musical altísimo y entusiasmó a casi todos.
Por Pablo A. Lucioni
Fotos Máximo Parpagnoli – Prensa Teatro Colón
Netrebko viene desde hace años evolucionando hacia roles spinto más dramáticos, con memorables Aida, Lady Macbeth, Turandot… La Leonora de Il Trovatore es un personaje que cantó asiduamente. Es interesante escucharla en la famosa producción de DG / UNITEL de 2013 en Berlín, dirigida por Daniel Barenboim, en que hace diez años grababa una excelente interpretación del personaje, pero con una voz más ligera, menos corpórea. La Leonora actual, la que escuchamos en esta producción del Colón, tiene una impronta mucho más terrenal, con graves densos y embriagadores, un centro rico y unos agudos trabajados con precisión de orfebrería en detalle musical y resolución de las coloraturas. Fue excepcional en lo vocal, y a pesar de la versión semi montada, supo dar una interpretación escénica que no hacía evidentes las limitaciones del formato. Sí distraía en exceso el vestido elegido para toda la segunda parte, sofisticado, con cola y mangas armadas que se extendían hacia afuera, en un azul eléctrico muy distractivo para acompañar el recrudecimiento del drama.
Una gran Azucena
A la par de Netrebko en dimensión vocal estuvo la Azucena de Olesya Petrova, una extraordinaria mezzo rusa emergida de la compañía del Teatro Mariinsky, como Netrebko, que está en claro ascenso internacional. Su autoridad dramática en escena fue arrolladora y la interpretación vocal de la gitana fue cabal, dándole cuerpo y vida al personaje. Tiene graves cavernosos, una voz que fluye notablemente bien y que resuelve con integridad todo el registro.
Los roles masculinos
El Conde de Luna fue encomendado a Fabián Veloz, quien rindió muy bien en lo vocal con su técnica inmaculada y mostró gran manejo del legato como barítono verdiano. Su interpretación fue convincente, aunque seguramente una producción escénica completa le habría proporcionado un entorno potenciador al personaje. Yusif Eyvazof, partenaire en escena y en la vida privada de Netrebko, estuvo bien como Manrico, resolviendo todos los desafíos que tiene el personaje, incluida la exigente cabaletta “Di quella pira…”. Probablemente haya sido el menos favorecido por la versión semi montada de la obra, pues el personaje como tal no se desarrolló más de lo esencial, siendo que se lo vio rendir mucho más en la Tosca del año pasado, por ejemplo. También en el apartado vocal, su voz con tendencia a cierto timbre metálico estuvo casi permanentemente muy adelante, siendo que en otras presentaciones logra tener la emisión más cubierta.
Fernando Radó fue un buen Ferrando, lo mismo que rindieron bien todos los artistas locales en los comprimarios.
La dirección
La versión musical fue de alto nivel y muy consistente, con un delicado trabajo de dinámicas, sutil integración entre secciones y una precisión que no siempre se alcanza. Giacomo Sagripanti, uno de los directores italianos de presente más promisorio, quien ha trabajado en varios escenarios con Netrebko, tuvo mucho que ver con la performance orquestal y la buena, por momentos notable, integración con las voces. Es un director con mucho conocimiento de ópera y sabe cómo hacer rendir las voces, quien estuvo ayudado en este caso por un cast muy sólido.
La Orquesta Estable tuvo una muy buena actuación y el Coro también rindió muy bien, aportando todo el color y presencia que la partitura le asigna.
La Temporada Lírica 2023 tiene en este su segundo título sin producción escénica. Por supuesto en ello hay una cuestión de economía de recursos, no sólo en cuanto a costos de escenografía y puesta, sino también a que los tiempos de ensayo, especialmente con figuras internacionales de agenda ajustada, pueden reducirse. La versión semi montada estuvo en manos de Marina Mora, Gabriel Caputo y Rubén Conde. Era sencilla, con unas gradas a ambos lados que permitían en los momentos requeridos que se desplegara el coro. Los elementos decorativos fueron unas figuras abstractas de anillos metálicos concéntricos con cuerdas que formaban estructuras de estilo “mandala”, los cuales en algún momento se complementaban con proyecciones del mismo tipo. No tenían expectativa de ser más que un sutil, poco invasivo, dispositivo complementario. El manejo escénico parecía tener indicaciones de movimiento y referencias generales, pero indudablemente cada uno de los cantantes aportaba su lectura dramática, algo particularmente notable en Netrebko y Petrova. En una escena despojada que no tenía elementos reales, fue extraña la aparición de una pistola, de utilería, en manos del Conde, tanto en el final del Acto I como del Acto II.
Es curioso, y pareció injustificado, que en los saludos finales, habiendo sido muy aplaudidos los cantantes, cuando Netrebko fue a buscar a Mora y Caputo, estos recibieran abucheos de algunos sectores aislados del público. Realmente parecía no corresponder en lo más mínimo.
Indudablemente este Trovatore quedará como uno de los puntos más altos de la temporada, ya que fue una gran versión musical, al nivel de los principales teatros del mundo.
Ficha
Il trovatore.
Dirección musical: Giacomo Sagripanti
Puesta en espacio: Marina Mora
Concepto escénico: Gabriel Caputo
Sala: Teatro Colón, viernes 11 de agosto. Repite el 15, 1
7 y 20 de agosto.