El MET en Buenos Aires: Donizetti “La Fille du régiment”

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Muy demorado, puedo al fin ocuparme de dos óperas vistas en el Teatro El Nacional de la temporada del Metropolitan de New York presentada por la Fundación Beethoven en ciertos sábados, HD Live, que nos permite verlas por satélite. Dos obras completamente distintas en todo sentido se pudieron ver: “La fille du Régiment” de Gaetano Donizetti y “Die Walküre” (“La Walkiria”) de Richard Wagner.

 

Por Pablo Bardin.

 

Tanto durante la vida de Donizetti como en la de Verdi, dos ciudades fueron los centros de la lírica: Milán y París. Por eso ambos autores escribieron algunas de sus óperas no sólo en italiano sino también en francés;  o primero en italiano y luego en francés o viceversa. Sólo así alcanzaban la plena gloria cuando sus carreras llegaban a su madurez. Y ese es el caso de “La fille du Régiment” (“La hija del Regimiento”) de Donizetti. Data de 1840 y es su ópera Nº 56. Para entonces ya había creado “Anna Bolena”, “L´elisir d´amore”, “Lucrezia Borgia” y “Lucia di Lammermoor” (de la cual hubo luego traducción francesa). La primera versión de la ópera que me ocupa fue en francés, pero luego la tradujo y cambió varios pasajes en “La figlia del Regimento”. “Les Martyrs” fue luego “Poliuto”. “La Favorite”, “La Favorita”. “Dom Sébastien, Roi de Portugal” sólo la conozco en francés. Y “Rita, ou le Mari battu” aquí se ha dado en italiano. 

    Conocí la ópera a través de la grabación de “La figlia del Reggimento” con Lina Pagliughi, Cesare Valletti y Sesto Bruscantini, dirigidos por Mario Rossi, en viejos vinilos de Cetra, y me gustó mucho. La versión italiana es una traducción de Calisto Bassi y las partes habladas son ahora “recitativo secco”, o sea con clave o piano. Décadas más tarde compré los espléndidos CD de la versión francesa con Sutherland, Pavarotti y Spiro Malas, dirigido por Richard Bonynge; mucho de lo hablado se cortó y lo celebro; la versión posterior con Nathalie Dessay dura 2 hs. 10 minutos en vez de 1 h 46’30” y es demasiado. Además ese Pavarotti joven era todavía “el Rey de los do de pecho”· (“The king of High Cs”, como era promovido”); no es lo que escuchamos en sus visitas a Buenos Aires. Pude verla en escena una sola vez, durante la positiva gestión de Suárez Marzal en el Teatro Argentino, que nos aportó exhumaciones de  títulos importantes que el Colón despreció en este último medio siglo, tales como “Lakmé” de Delibes, “Alceste” de Gluck y “Luisa Miller” de Verdi. Hubo una buena María, Natasha Tupin, y un tenor aceptable sin más. Hace unos años conocí el DVD con Dessay y Flórez y la puesta de Laurent Pelly, que es la que tomó el Met. Lo notable es que el DVD que vi tenía a Le Roux de Sulpice pero investigando no la encuentro; sí la Dessay, Flórez y Corbelli del Covent Garden, director Campanella (Virgin).Hay otro DVD con June Anderson, Kraus y Trempont, director Campanella (Ópera de París). La versión Pelly ya se vio en 2008 en el Met, y en 2012 con Damrau o Nina Machaidze con el Tonio de Lawrence Brownlee y ya entonces con Muraro. Lo interesante es que figura Agathe Mélinande agregando diálogo y Räth como director de escena. Increíblemente el Colón nunca la dio; ignoro si algún otro teatro la hizo, ya sea en el siglo XX o en el XIX.  

    Estamos en 1805, la época napoleónica y el Primer Acto transcurre en la versión francesa en el Tirol (Austria); en un absurdo cambio, la italiana coloca la acción en Suiza (no hay Tirol suizo); hay que aclarar que hasta 1815 Suiza estuvo ocupada por los franceses; recién entonces se declaró la neutralidad de Suiza. Tras una obertura más bien larga y muy grata, con varios de los temas principales de la ópera, hay un coro en el que los hombres anuncian que los franceses están por llegar y habrá que defenderse y las mujeres oran pidiendo la protección a la Virgen María. Pero también está la Marquesa de Berkenfield y su asistente Hortensius; ella está muy asustada; sin embargo los franceses se alejan. La Marquesa asegura que todos los franceses son bandidos; los paisanos piden la paz y la alegría. Pero aparece Sulpice, viejo sargento francés, y todos huyen; enseguida vemos a “la hija del Regimiento”, Marie, joven, bella y de fuerte carácter, afirma que “sólo el Regimiento me ha sido padre, familia y parientes”. Ella se siente soldado y busca la gloria para su patria; Sulpice   la encontró, beba, abandonada en el campo. Ella los acompaña siempre, les canta y fue nombrada “vivandière”, proveedora de comida, y está dispuesta a ir al campo de batalla. Es un largo dúo muy vivaz y alegre. Pero luego, hablando, Sulpice se entera que Marie ha estado viendo a un tirolés que le salvó la vida cuando casi se cae a un precipicio; y hete aquí que los soldados lo traen a Tonio y lo creen un espía traidor y quieren matarlo, pero Marie les cuenta que fue salvada por él y de inmediato los soldados cambian de actitud y lo consideran amigo. Luego ella entona junto con el coro el canto del regimiento, alabando sus combates y sus conquistas amorosas; pieza brillante y divertida. Llaman a combate y los soldados admiten que en tiempo de guerra no saben si tendrán vida al día siguiente; Marie quiere cuidar al prisionero pero los soldados se llevan a Tonio. Sin embargo él se escapa y vuelve a Marie; se declaran mutuamente su amor en un inspirado dúo y se abrazan; retorna Sulpice y los ve. Crucial diálogo hablado en el que la Marquesa se entera que Sulpice conoció al Capitán Robert (sabremos luego que fue su amante); ella disimula y dice que  su hermana tuvo una hija con él, pero el Capitán murió aunque antes le confió la niña a la Marquesa; ella a su vez la puso en manos de un viejo sirviente que a su vez murió, y así quedó la niña desvalida y quizá muerta…pero Sulpice le declara que él la salvó. Aparece Marie, le presentan a su “tía”, que le cuenta que su padre murió y que Marie debe irse con ella y abandonar a los soldados; es necesario, y Sulpice lo admite. Llegan los soldados y hacen una apología de la guerra si es para defender la patria; es el rataplan de Donizetti y me resulta tan chocante como el de Verdi en “La forza del destino”, ya que Preciosilla también es una vivandière del ejército, aunque en ese caso español. Y llega Tonio como soldado “francés”; cantará el fragmento más famoso, el de los numerosos do de pecho; “Ah mes amis” es el prolegómeno. Luego les dice que él ya es miembro del regimiento y que lo ha hecho para poderse casar con Marie, ya que sabe que ella sólo puede casarse con un soldado; y que ella lo ama. Es entonces cuando canta ese famoso pasaje tras dialogar con los soldados y que ellos lo acepten a regañadientes. Pero Sulpice le cuenta la triste noticia, y Marie, en una acongojada aria, “Il faut partir”, les confiesa que debe dejarlos: “en vez de un verdadero bienestar me ofrecen la opulencia”. Y cuando Tonio quiere seguirla Sulpice lo impide: ahora es soldado; Marie, que no lo sabía, se lamenta.  Aparece la Marquesa que indica a Marie de seguirla, ya está lista la diligencia; todos despiden a Marie enojados con la Marquesa y los dos enamorados sienten el gran dolor de separarse; Tonio desesperado da a entender que desertará e irá a buscarla.

    El Segundo Acto es un total cambio; estamos en el castillo de la Marquesa. Una deliciosa Tirolesa que podría provenir de un compositor austríaco aunque es de Donizetti oficia de Entreacto. Hablan la Marquesa y Sulpice, convocado para ayudar a facilitar el matrimonio de Marie (que ha consentido sin entusiasmo) con el Duque  de Crakentorp. La Marquesa va al piano y dice que encontró la romanza sobre Venus del maestro Fettuccine; al escuchar esto Marie y Sulpice se ríen, ante el enojo de la Duquesa. Marie empieza a cantar la alambicada romanza mientras Sulpice suavemente le canta “Rataplan es el refrán del Regimiento”, para nuevo enojo de la Marquesa. Continúa la farsa mientras Marie canta cada vez con más coloratura, a propósito desconcertando a la Marquesa (y de paso demostrando el virtuosismo de la soprano) hasta que planta bandera y vuelve al canto del regimiento ante el horror de la Marquesa. Esto bien jugado es una verdadera comedia y hace pensar en la lección de música de Rosina en el “Barbero” rossiniano. Salen la Marquesa y Sulpice y ella canta un aria “Par le rang et l´opulence” lamentando su suerte y extrañando a sus amigos. Pero luego escucha y reconoce una marcha militar lejana y vuelve a cantar “Salut à la France”; llega el Regimiento y todo es alegría.  Salen los soldados y sigue un Trío muy logrado de Marie, Tonio y Sulpice celebrando el reencuentro. Pero reaparece la Marquesa, y Tonio canta un aria muy expresiva contando que se enroló para estar cerca de su gran amor. Sin embargo, la Marquesa le dice que dentro de una hora Marie firmará el contrato de casamiento con otra persona; Tonio y Marie salen por puertas opuestas. Al quedarse solos, la Marquesa confiesa a Sulpice que Marie es su hija. El casamiento concertado resolverá la situación, ya que no puede confesar públicamente que es la madre y de ese modo asegura el bienestar económico de Marie y ella como tía puede dejarle la herencia. Pide el apoyo de Sulpice y él promete darlo. El notario ya está listo; llega la Duquesa de Crakentorp y se irrita porque Marie no está presente, pero ésta llega y ahora sabe que la Marquesa es su madre y obedecerá. También han llegado los invitados; pero llega el Regimiento guiado por Tonio, para salvar a Marie; ella explica a los invitados que ella fue criada por los soldados  y los invitados se emocionan y la consideran encantadora. Su madre también reacciona cuando Marie va a firmar el contrato y expresa que Marie tendrá el marido que ama; la Duquesa se va, despechada. Salen los invitados, y con un nuevo “Salut à la France” termina la ópera. De paso, se trata del 21º Regimiento Francés de Granaderos.

    El libreto de Jean-François-Alfred Bayard y J.H. Vernoy de Saint-Georges es típico de esa época, en la que Napoleón pese a su derrota era todavía un gran símbolo patriótico, pese a que en realidad había sido un conquistador en vez de un defensor de su país. En su primera opéra-comique la innata gracia de Donizetti, su liviandad e imaginación tiene tanto de Adam como de Rossini. En verdad los únicos que musicalmente importan son Marie, Tonio y Sulpice (gran rol para un bajo bufo); la Marquesa canta poco, la Duquesa nada, y los otros roles son de flanco, incluso Hortensius y un Caporal. 

    Hay una grabación histórica en Naxos: Pons, Jobin, Baccaloni, Orq. del Met, G.Papi, 1940, tomada en vivo.  Gruberová con Van der Walt y Fourcade, Munich, Panni. Y Freni, Kraus, Ganzarolli, La Fenice, Sanzogno, 1975, aparentemente en francés (hay una de “La figlia” con Freni, Pavarotti, Ganzarolli, Scala, Sanzogno, 1969). 

    Y vamos a la versión del Met que comento. Se recordará que la puesta de Pelly de “Cendrillon” de Massenet había sido muy bien recibida en el Met, pero esta “Fille” ya era controversial en el DVD con Dessay; en el Met no puedo negar que tiene momentos muy divertidos, pero también que se toma muchas licencias. Ante todo porque es inaceptable cambiarlo de la época napoleónica a  la Guerra del 14; las convenciones de la opéra-comique de 1840 no funcionan en una época de guerra de trincheras en el norte de Francia. Y la aristocracia de entonces no era la de 1840. Por otra parte, Pelly (¿o Mélinande?) modificó el libreto en las partes habladas, haciendo de Marie una muchacha que emite una sonora “m…” (el “mot de Cambronne”), cosa que no está en ningún libreto de opéra-comique ni de opereta; es como si quisieran “modernizar” una policial con Bogart agregando los constantes “f…” de Scorsese. Y hace de Marie no una “vivandière” sino una lavandera que trabaja como mula de carga sin parar. En cuanto a Sulpice y los soldados, sólo cambia su vestimenta. Los aristócratas están ridiculizados, pero eso está en el espíritu de la obra: vale el amor con Tonio y el gran cariño hacia y desde los soldados a Marie. Y los “gags” tienen inventiva y gracia.

    El argumento en el programa de mano empieza con una confusión: Tyrol suizo durante la Primera Guerra Mundial, para luego negarlo: “un grupo de campesinos observa al ejército napoleónico”; es lo que debería ser pero no lo que vimos. Además en el Met no duró 2h 10´ como la de Dessay sino unas abusivas  2 hs 23´, agregando más intervenciones habladas o juegos escénicos silenciosos. El programa menciona a Pelly como productor (nosotros lo llamamos régisseur) y vestuarista, pero agrega un repositor, Christian Räth, que probablemente aceptó los cambios de Mélinande. El diseño escenográfico de Chantal Thomas sufrió escasos cambios desde París a New York y es funcional a las ideas de Pelly, que no quiso algo colorido sino gris y simple.

     Pero claro está, Dessay es francesísima en dicción, gestos y personalidad, y el Met ya no puede traerla porque se ha retirado y se jugó por una talentosa soprano sudafricana de color: Pretty Yende. Por supuesto es un acto de corrección política en la actualidad, pero sigue siendo inverosímil que uno la crea hija de la muy blanca Marquesa y de su amante Robert. Es mucho más arduo para no franceses hablar que cantar en francés y ningún artista en esta versión proviene del país galo, pero en el Met el profesionalismo obliga a exigir buena pronunciación, así sea fonética, en otras lenguas, y en un personaje con tanta letra como Marie es un tour de force lograrlo; Yende merece 9 puntos, sobre todo considerando la rapidez con la que debe hablar y el temperamento ardiente de Marie. No sólo canta admirablemente, con una voz cálida en las arias lentas y espléndida coloratura y sobreagudos en la escena del Segundo Acto cuando canta la romanza de Venus sino que es muy buena actriz, con genuina vis cómica y considerable belleza. Algo exótico: en una escena Marie refunfuña y Dessay producía una extraña jerigonza que suena a francés; Yende hizo casi lo mismo, pero parecía un idioma sudafricano, quizá zulú…

 

 

    Conocimos al mejicano Javier Camarena en un notable concierto en el Colón hace pocos años, donde demostró su genuino bel canto y facilidad para llegar a los extremos agudos; no tiene la apostura de Alfredo Kraus pero su canto es seguro y firme, de gran musicalidad y buen timbre; francés adecuado y actor mediano; y por supuesto, los famosos Do de pecho impecables.  Maurizio Muraro es un avezado bajo bufo que canta y actúa muy de acuerdo con el personaje, pero siempre parece venir de la versión italiana, sin el sentido gálico que le otorga Le Roux con Dessay. Stephanie Blythe es una contralto (más que mezzosoprano) de excelentes medios vocales y escénicos; su muy amplio físico no molesta en este rol como tampoco ocurría en su brillante Madrastra de “Cendrillon”. Paul Corona fue un buen Hortensius, actor muy bien marcado por Räth, y Yohan Yi un correcto Caporal. La perla fue la presencia de Kathleen Turner como la Duquesa, de arrogancia extrema, actuada con el gran dominio del rostro que se recuerda de su época de famosa actriz, sobre todo con Michael Douglas. 

    Párrafo aparte merece la coreografía, por así llamarla, de Laura Scozzi, cuando entran los invitados: semi-inválidos, bailaron muy lentamente la repetición de la Tirolesa en un curioso episodio de humor negro.  La iluminación de Joël Adam fue muy correcta, sin nada especial. 

    Nombre nuevo para mí fue el director de orquesta, Enrique Mazzola. Pues resulta que ya tiene una brillante carrera: español, estudió en el Conservatorio Verdi de Milán y se especializó en bel canto y repertorio francés. Desde 2012 es Director de la Orquesta Nacional de Île de France e invitado principal de la Deutsche Oper, Berlín. Y tiene una lista impresionante de grabaciones, incluyendo estas óperas: de Donizetti, “Don Pasquale” y “Poliuto” en Glyndebourne; e “Il Duca d´Alba” en Montpellier; de Rossini, “Mosè in Egitto” en Bregenz; también grabó “La vedova scaltra” de Wolf-Ferrari. Ya desde la Obertura me pareció un artista muy convincente y de sólida formación, y así fue durante toda la ópera, captando tanto la ruda alegría de los soldados como el refinamiento de la tirolesa y concertando admirablemente; por supuesto, la Orquesta es magnífica. Y también el coro canta y actúa sin fallas, como siempre dirigido por el incansable Donald Palumbo. Gary Halvorson, como lo hace habitualmente, hizo una consumada dirección del HD en vivo. En suma, una muy grata tarde de ópera.

 

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