
Entrevistamos al director Mariano Llinás sobre el Concierto para la batalla de El Tala, una obra que cierra el Festival Nueva Ópera Buenos Aires el domingo 13 de octubre a las 20:30 en cheLA, Iguazú 451. Con música original de Gabriel Chwojnik y un montaje escénico de Alejo Moguillansky, la pieza explora la compleja relación entre dos personajes durante las guerras civiles que forjaron la identidad nacional.
Por Virginia Chacon Dorr
¿Qué puedo escuchar mientras leo este texto? MusicaClasicaBA recomienda:
En nuestra conversación, Llinás abordó la particularidad del cine y cómo se pueden establecer diálogos con otras artes, temas de los que habló durante la Escuela de Invierno. También discutimos su interés por la historia y cómo, a través de El Tala, esta resuena en el presente de nuestro país, con temas que trascienden el tiempo y se manifiestan en todas las épocas. Las entradas están disponibles gratis en atlanticx.org , el Festival Nueva Ópera Buenos Aires y la Escuela de Invierno son impulsados por Atlanticx y la Fundación Williams.
«El germen fue tratar de aprovechar un espacio musical para intentar formas narrativas nuevas de acercarse al tema de la guerra.» – Mariano Llinás
El Concierto para la batalla de El Tala cierra el Festival Nueva Ópera. Siempre se discute mucho sobre el lugar de la música en el cine. Me interesa que nos cuentes acerca de tu experiencia con el cine en relación con la música o, directamente, con la nueva ópera.
Tengo que decir que yo soy alguien ajeno tanto a la nueva como a la vieja ópera. Estuve la semana pasada en la Fundación Williams conversando con personas que formaban parte del festival, y fue interesante, porque me hicieron la misma pregunta en relación con el diálogo entre el cine y la ópera. En ese sentido, me parece que hay algo propio del cine que es complicado en comparación con otras disciplinas en general. Tengo la impresión de que actualmente se confunden cosas que antes no se confundían tanto, no diría que es la idea del cine, sino la del audiovisual en sí. Antes eso no ocurría, porque la manera de generar contenidos audiovisuales era justamente mediante el cine, con cámaras de cine, procedimientos cinematográficos, etcétera. Eso era lo predominante, y después había algunas formas alternativas. Lo que sucede hoy es lo contrario: el cine se ha vuelto minoritario, y la otra forma del audiovisual, es decir, cualquier cosa que se graba –las cosas que la gente filma con sus celulares, el material que aparece en YouTube–, ha generado toda una diáspora audiovisual, en la cual el cine, con sus reglas, su voluntad narrativa, su énfasis en la imagen y sus particularidades, ocupa un lugar minoritario.
Me parece que eso es algo en lo que hay que poner énfasis, en el sentido de que no podemos llamar cine a cualquier forma de lo audiovisual. A menudo, cuando se piensa en el cine en relación con otro tipo de actividades performáticas, se tiene en mente una versión muy reducida, que se refiere simplemente al hecho de que haya proyección de imágenes en una pantalla. Eso no es necesariamente cine; pueden intervenir algunos elementos cinematográficos, pero generalmente están al servicio de otra actividad. Mi idea es que el cine no se lleva bien con esa dinámica. Muchas veces se convoca a directores para hacer intervenciones audiovisuales, y eso no es una buena idea, porque un director de cine, si trabaja bien, busca hacer algo cinematográfico.
Siento que es necesario desmitificar un poco eso y entender que, cuando se convoca a alguien para hacer una intervención audiovisual en una obra de otro tipo, eso no es necesariamente lo que podemos llamar cine. Desde luego, no se trata de encapsular lo que es el cine y lo que no lo es, pero tampoco de negar que existe algo llamado cine, que no es exactamente lo mismo que todas las demás disciplinas audiovisuales.
«El texto es lo suficientemente fantasmagórico como para tener resonancias diferentes de acuerdo a cuál sea el gobierno» – Mariano Llinás
El Tala existe como película y concierto, ¿cómo funcionan los límites?
Hice una película de El Tala luego de que existiera como obra. La concibo como una película, aunque tenga un origen performático o musical. Tengo muy clara la diferencia entre lo que es hacer una película a partir de la obra y la obra en sí: no se trata simplemente de filmarla, sino de darle una estructura cinematográfica, una concentración narrativa. Para mí, el límite es evidente y está muy claro: qué es lo que se puede hacer para cine y lo que se debe hacer para una obra performática. El Tala película y El Tala obra son una manifestación muy nítida de esa distancia.
¿Qué recordás sobre el origen de esta obra?
Yo trabajé mucho con Gabriel Chwojnik, siempre fue el músico de todas las películas que hice y de la mayoría de las películas de El Pampero, el grupo al que pertenezco. Gabriel vino con una propuesta que le habían ofrecido, si no me equivoco, en el Centro Cultural General San Martín. Había poco presupuesto, suficiente solo para los músicos, entonces empezamos a pensar qué se podía hacer. A un amigo mío, Walter Jakob, se le ocurrió algo que me pareció brillante, hacer una obra en la que, en lugar de tener la escena, se proyecte un relato. Me pareció genial y fácil de realizar, y a Gabriel también le pareció una excelente idea.
Por otro lado, me interesa hacer obras en relación con las guerras civiles del siglo XIX. Me interesa el tema de la guerra en sí, y me pareció que podíamos trabajar sobre una batalla. Me acordé, como la historia es mi afición, del episodio del combate de El Tala entre Lamadrid y Quiroga, en donde Quiroga cree haber matado a Lamadrid y, sin embargo, vive. Hay algo de ese episodio que me interesaba; me pareció que hacer una batalla en escena con instrumentos y con texto era una buena manera de experimentar con ese género al cual yo estaba tratando de aproximarme. Después hice una película que tiene cosas parecidas y cosas que no lo son, pero, en principio, el germen fue tratar de aprovechar un espacio musical para intentar formas narrativas nuevas de acercarse al tema de la guerra.
¿Cómo creés que El Tala dialoga con la situación histórica actual?
Con respecto a la situación actual, hay algo muy interesante: la película y la obra, al menos en la versión inicial, empiezan con la proyección de un poema en silencio, donde se habla específicamente de la situación en que fue escrita la obra, durante el gobierno de Macri. Habla del presidente, pero fundamentalmente expresa algunas cosas sobre cómo se comportan en general los presidentes, que dicen cosas como “Nos hicieron creer…”. Cuando se hizo la película, ya no era Macri el presidente, era Alberto Fernández. Yo decidí mantener el texto igual porque me parecía que lo que decía era igualmente aplicable. Eso generó mucha suspicacia, un montón de gente dijo que era una posición macrista, siendo que inicialmente estaba escrito para Macri. Y ahora que está Milei, siento que también es valioso. Eso no quiere decir que todos los presidentes sean iguales, desde luego, pero sí quiere decir, o al menos que en ese aspecto que la película señala, los presidentes se parecen.
Más allá de eso, me parece que el texto es lo suficientemente fantasmagórico como para tener resonancias diferentes de acuerdo a cuál sea el gobierno. Es decir, evidentemente, una cosa en donde se habla de Rosas, se habla de guerra civil, se habla de Quiroga, todo eso va a tener una resonancia particular en la época de Milei, que básicamente es un presidente cuya manera de relacionarse con la ciudadanía es mediante la violencia, sobre todo una violencia verbal muy fuerte, pero también una violencia política que tal vez no ha llegado, todavía, al límite de la violencia física. Un presidente cuya manera de establecer contacto, con lo que podríamos llamar el pueblo, es performando actos violentos. Me parece que, en relación con la historia argentina del siglo XIX, genera una síntesis bastante perturbadora. En ese sentido, es interesante porque el hecho de hablar del siglo XIX implica misteriosamente una resonancia, y subrayo misteriosamente —no es que se pretenda decir nada en especial—. Por ejemplo, cuando uno hablaba de unitarios y federales en la década pasada, o incluso hasta hace poco, parecía que había una traslación directa en la cual los unitarios eran los macristas y los federales eran los peronistas. Yo siempre desconfíe de esa idea; siempre me pareció una idea falsa. Cuando uno ahonda un poco más, se da cuenta de que esa mezcla es completamente caprichosa y arbitraria. Más bien, ahora parecería que Milei se quiere parecer a los unitarios de la misma manera que en la época kirchnerista se pobló de imágenes rosistas. Me da la impresión de que es una especie de forma de evocar fantasmas del pasado que tiene una extraña resonancia en el presente y que la seguirá teniendo. Creo que, en ese sentido, la realidad del país es muy generosa.
Sobre la obra
Concierto para la batalla de El Tala
Mariano Llinás – Gabriel Chwojnik
Domingo 13/10 – 20:30h – cheLA Iguazú 451- Festival Nueva Ópera Buenos Aires
Concierto para la Batalla de El Tala es una obra con música original de Gabriel Chwojnik, escrita por Mariano Llinás, con montaje escénico de Alejo Moguillansky e interpretada por cuatro músicos. Una obra sobre la extraña relación entre dos personajes durante las guerras civiles que dieron origen a una nación. Una epopeya sobre las pasiones en (y fuera del) campo de batalla, la disputa por dos patrias posibles, la de los unitarios y federales, la de Lamadrid y Quiroga: la de dos que quieren ser héroes. Una épica caprichosa para un país que parece no haber aprendido nada. Es el año 1826, Bernardino Rivadavia encomienda a Gregorio Aráoz de Lamadrid deponer a los gobernadores que niegan su condición de presidente y le exige reclutar tropas para la Guerra del Brasil. Lamadrid se dirige al norte y, al llegar a su tierra natal, Tucumán, depone al gobernador y asume su cargo. Juan Facundo Quiroga, sale a la defensa de los federales y moviliza sus tropas para enfrentarse a las comandadas por Lamadrid.