
Daniela Tabernig es una de las sopranos argentinas con más actividad en la última década. No es para menos, con su capacidad técnica y de interpretación se erige como una de las representantes más brillantes de las últimas generaciones de cantantes, tan justamente reconocida por el gran crítico Federico Monjeau como “una fuerza de la naturaleza”. Con ella nos encontramos para charlar sobre su presente y futuro musical.
Por Virginia Chacon Dorr
¿Cómo fue empezar con la vida del escenario de nuevo?
Muy emocionante. Desde que comenzó la pandemia estuvo todo frenado, no sólo para el arte. La forma de expresarme artísticamente era a través de videos primero en casa y después tuve la oportunidad de grabar un concierto en un estudio apenas empezó un poquito todo a abrirse. Fue junto a la pianista Fernanda Morello con quien logramos hacer nuestro primer recital online.
Busqué la forma de seguir expresándome artísticamente hasta que finalmente llegó la oportunidad de empezar a transitar el escenario, en principio sin público. Realicé un concierto en el CCK, luego en el Argentino de La Plata y participé en la primera ópera que se hizo en el Teatro Colón después de casi dos años sin representaciones (N. del E.: Altri canti). Monteverdi fue para mi toda una sorpresa, porque no soy habitué de ese repertorio. Interpreté “El lamento de la ninfa”, un aria muy deseada por las sopranos. Me resultó totalmente fascinante, y fue un momento muy emocionante para todas las personas que participamos.
Tuvimos la oportunidad de hablar con el director Pablo Maritano sobre “Altri canti”. Nos contó cómo fue su experiencia de trabajar en pandemia y sin público. Contanos cómo fue tu experiencia en éstos términos.
Fue sumamente extraño trabajar sin público, la atmósfera se convierte en algo mucho más frío, menos emocionante sin ese feedback entre el artista y el público. El género de la lírica no está muy acostumbrado al material audiovisual. Los materiales audiovisuales que tenemos nosotros, generalmente, son resultado de grabaciones que se hacen en vivo en las óperas o en los conciertos, pero no son pensados como un medio único o específico. En la primera etapa de la cuarentena, cuando se empezaron a permitir los conciertos virtuales, nos encontramos con el desafío de grabar un concierto pensado especialmente para la virtualidad. Así que tuvimos que trabajar para ampliar nuestros recursos como intérpretes para estos medios.
A parte del streaming hubo otro cambio de escenario en tu carrera. Contame cómo fue la iniciativa de “Líricos a la gorra”.
Paralelo a esto que te estaba contando sobre la adaptación a otros medios, se fue dando esta otra realidad del parate total de las actividades artísticas. Un colega armó un grupo de WhatsApp y nos empezamos a comunicar entre nosotros para ver cómo seguía todo esto, porque no sabíamos cuál iba a ser nuestra realidad laboral frente a esta situación. Empezamos a darnos cuenta de que hacía ya mucho tiempo veníamos atravesando una serie de conflictos a nivel laboral, que hacían de nuestro trabajo algo bastante precario y difícil de sobrellevar, sobre todo para los artistas independientes. Nos fuimos enfrentando a distintas realidades con las cuales convivíamos y no estaban del todo asumidas: una cosa es el día a día, el trajín de tratar de detener la agenda completa; y otra cosa es este parate absoluto que nos hizo ver esa realidad con la cual estábamos conviviendo.
Entonces conformamos un grupo, que en su principio se llamó Cantantes Líricos Autoconvocados, como un intento de sobrellevar lo mejor que se pueda esta situación bastante compleja.
En un punto veíamos que todas las actividades abrían, pero no pasaba nada con los espacios culturales. Entonces nos encargamos de investigar y de hablar con distintas entidades… pero nada. Decidimos salir a la calle, consideramos que es un espacio donde podíamos expresarnos libremente sin la necesidad de pedir permiso a nadie. Empezamos pocos y con los recursos que teníamos.
¿Querés leer la entrevista completa? Leela en nuestra útima edición de