Ante un auditorio completo, bajo la batuta de María Laura Muñiz, la Orquesta Sinfónica Nacional interpretó un repertorio enteramente compuesto por obras de compositores argentinos.
Por Marine Zungri
Como en todos los ámbitos de circulación artística, existe un cúmulo de obras consagradas dentro del campo estético internacional que todo público, eventualmente, quiere contemplar. Nada tiene de malhadado cuando se quiere convocar a la audiencia. Sin embargo, y a pesar de que el corpus de música académica es lo suficientemente vasto, muchos organismos acaban proponiendo un repertorio que (entienden) va a satisfacer al público. No obstante, es habitual que la Orquesta Sinfónica Nacional destine parte de su programación semanal a obras de compositores argentinos. Así lo hizo el pasado viernes 26 de agosto que, ante un auditorio colmado, redobló la apuesta dedicando un programa entero a dicho repertorio.
La noche comenzó con la Elegía para orquesta de Manolo Juárez, su primer composición, sinfónica estrenada en 1969. El tema inicial, a cargo de cellos y contrabajos, construyó rápidamente en una atmosfera sombría de la que difícilmente se pudo huir hasta concluido el acorde final de la obra. Sobre la base de armonías disonantes, las cuerdas construyeron un discurso de complejo entramado heterofónico interrumpido -en diversas ocasiones- por pasajes donde los metales cobran especial protagonismo, potenciando el contraste sonoro con gran fuerza e intensidad. Un solo de violín marcó los minutos finales de la obra.
El concierto continuó con la entrada del Trío Luminar, formación de amplia trayectoria e integrado por destacadas solistas, Marcela Magin en viola; Patricia Da Dalt en flauta y Lucrecia Jancsa en arpa. Esta agrupación, de la que se destaca su amplio compromiso con la música contemporánea, fue convocada en ocasión del estreno de la obra Videbimus lumen del compositor Pablo Ortiz. Continuando con una estética disonante, la composición se estructura en tres movimientos, el segundo es un homenaje a Gerardo Gandini, el tercero se titula In lumine tuo. Un gran solo de flauta da inicio a la obra, de aquí en más, el trío se funde con la orquesta y asumirá mayor protagonismo a partir de disrupciones a la discursiva orquestal.
La segunda parte estuvo dedicada a la interpretación del Poema del Iguazú, op. 115 de Alberto Williams compuesto en 1943. Tanto la orquestación como los materiales melódico-armónicos son convencionales. El poema sinfónico consta de cuatro movimientos, cuyos títulos nos disponen a imaginar los paisajes que el compositor nos propone: I. Las selvas dialogan con las cataratas II. Barcarola del Iguazú III. La luna ilumina las cataratas IV. La Garganta del Diablo.
La presentación de la Orquesta Sinfónica fue distinguida, no solo al demostrar solvencia abarcando -con gran soltura y dinamismo- los distintos lenguajes sonoros, sino también al ampliar el repertorio en la esfera de la cultura musical, que pone en valor lo nuestro.
Orquesta Sinfónica Nacional- Dirección: María Laura Muñiz
Centro Cultural Kirchner (CCK) – Auditorio Nacional
Fecha: 26 de agosto, 20.00 hs.
Programa: Elegía para orquesta de Manolo Juárez/ Videbimus lumen de Pablo Ortiz (estreno) – solistas: Trío Luminar / Poema del Iguazú, op. 115 de Alberto Williams.