El «Día del Escritor» se celebra en la Argentina todos los 13 de junio, en honor al nacimiento de Leopoldo Lugones (1874-1938), un artista que a través de sus variadas obras lideró, sin quererlo, la vanguardia literaria del modernismo de finales del siglo XIX.
En este caso elegimos cinco canciones de López Buchardo que recuperan poemas lugonianos. Entre ellas, tres resultaron bastante difundidas, publicadas y premiadas incluso, mientras que las otras dos, hasta hoy, permanecen casi desconocidas.
En 1928 creó la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) y fue esta institución la que dictaminó que el Día del Escritor merecía basarse en Lugones. Por eso, hoy, como todos los 13 de junio, Argentina piensa en los escritores y las escritoras, en su oficio, en sus imaginerías, pero también en uno en particular.
Buscando información sobre música basada en textos de Leopoldo Lugones, nos hemos encontrado con la investigación: “Cinco canciones lugonianas de López Buchardo en la década de 1920”, que realizó Silvina Luz Mansilla para Instituto de Artes del Espectáculo, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
En la misma, luego de una presentación de la canción de cámara en López Buchardo y de una breve conexión con la obra poética de Lugones y el contexto cultural de entonces, se explica ese repertorio y se propone una aproximación a Desdichas de mi pasión. El final es abierto, dado el estado inicial de ese trabajo.
Aquí podrán ver un resumen y al final el link con el informe completo:
“Música y literatura se conjugaron en la cultura argentina en numerosas oportunidades y configuraron objetos que ofrecen distintas perspectivas posibles de estudio. Se encontró repertorio basado en poesías lugonianas escrito desde fines de la década de 1910 hasta mediados del siglo XX. Entre los compositores, hay producción que corresponde a figuras clave del llamado «nacionalismo musical argentino» (López Buchardo, De Rogatis, Julián Aguirre), a integrantes del Grupo Renovación (Honorio Siccardi y Gilardo Gilardi) y también, a otros compositores cuyas producciones tuvieron una menor circulación (Pascual Grisolía, Arturo Luzzatti, Abraham Jurafsky, Cesare Stiatessi, José André, Juan Bautista Massa, Víctor Pasqués, Ana Carrique y Elifio Rosáenz).
En esta comunicación, abordo un segmento de ese repertorio para canto y piano dado a conocer a lo largo de la década de 1920, que es el producido por el compositor argentino Carlos López Buchardo (1881- 1948).
La hipótesis de esta investigación propone que las condiciones de existencia de la música vocal argentina de cámara durante las primeras décadas del siglo XX, en especial aquella deudora de la canónica figura de la literatura que fue Leopoldo Lugones, constituyen un objeto de estudio de gran riqueza en el que conviven las connotaciones individuales propias de cada compositor, con cuestiones inherentes a procesos históricos sociales, culturales y políticos generales que confluyeron en los resultados artísticos finales.
Canciones lugonianas de López Buchardo
El catálogo del compositor Carlos López Buchardo totaliza sesenta y dos canciones de cámara, lo que constituye, como han señalado ya varios musicólogos, el repertorio más destacado de su aporte a la música argentina de conciertos (Weiss, 2005). Del corpus antes mencionado, cinco son las canciones que recuperan poemas lugonianos.
En contraste, resultó diferente el recorrido que tuvieron Vidalita, Los puñalitos y Desdichas de mi pasión,el hecho de ser premiadas colaboró en su mayor difusión e inclusión en el canon pedagógico y las legitimó como obras modélicas, representativas del movimiento que se dio en llamar «nacionalismo musical argentino».
Entre ellas, tres resultaron bastante difundidas, publicadas y premiadas incluso, mientras que las otras dos, hasta hoy, permanecen casi desconocidas. Las canciones son: Si para un fino amante, Nocturno, Vidalita, Los puñalitos y Desdichas de mi pasión. Estos cinco textos están entresacados de El libro fiel (Lugones, 1912: 45), obra poética dedicada por Lugones a su esposa y publicada en Francia.
Comenzando por las menos difundidas, está Si para un fino amante, que es de 1916. Obra inédita, habría sido estrenada por Hina Spani con el autor al piano en noviembre de 1916 (Weiss, 2005: 22). Por su parte, Nocturno es de 1917 y también permanece inédita y casi desconocida. Está dedicada a la cantante Brígida Frías quien se convertiría desde 1920 en Brígida Frías de López Buchardo (Jurafsky, 1966: 21). De texto amatorio como la anterior, Weiss menciona que la pareja la habría interpretado en 1924, en Buenos Aires.
En contraste, resultó diferente el recorrido que tuvieron Vidalita, Los puñalitos y Desdichas de mi pasión, canciones escritas entre 1921 y 1924 que obtuvieron, junto a otras tres, el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires en 1925. Conocidas como Seis canciones al estilo popular, el hecho de ser premiadas colaboró en su mayor difusión e inclusión en el canon pedagógico y las legitimó como obras modélicas, representativas del movimiento que se dio en llamar «nacionalismo musical argentino».
El idioma de las canciones
Un tema de importancia es el del idioma empleado en este repertorio. De la sistematización realizada por Weiss, se deduce que de sesenta y dos canciones de López Buchardo, cuarenta y cinco están en español, catorce en francés y tres en italiano.
La búsqueda de poesías locales que fueran en sintonía con la retórica de la argentinidad que se propugnaba desde el lenguaje musical encontró en Lugones, Belisario Roldán, Ricardo Rojas y otros, textos alusivos para las representaciones predilectas de la idea de «nación» que quería instalarse, asociada al gaucho, su guitarra, la soledad de la pampa y otros tópicos recurrentes en el primer nacionalismo musical.
Vidalita que es tonada
Desdichas de mi pasión, la tercera de las Seis canciones… que, aunque en El libro fiel figura como la segunda «vidalita», aquí López Buchardo la ha subtitulado «tonada». De la tonada cuyana toma, efectivamente, el patrón rítmico de acompañamiento que secunda al texto.
La poesía tiene una suerte de estribillo que se escucha tres veces: Marchitas flores / son mis amores/ y en la cadena / de tus rigores / llora cautivo mi [fiel] corazón. La introducción y el postludio a cargo del piano solo, de carácter brillante y enérgico, adhieren en cambio, en forma algo más ambigua, a un contexto hemiólico característico del folclore argentino. Se estructura en una idea de cuatro compases, que se repite textual.
Para terminar Las estrofas, primera segunda y tercera, tienen un contenido similar: el protagonista menciona sus penas de amor y su pasión que juzga más profunda, inabarcable e inmensa que el mar. La tonalidad elegida es Si Bemol mayor, que desarrolla incursiones a la dominante (Fa) al pasar al estribillo. Algunos cambios de tonalidad resultan sorpresivos y dan realce a las reiteraciones del estribillo, que no son textuales en el aspecto musical a causa de modulaciones por enarmonía. Notable resulta la manera de combinar texto-música, que no contradice en nada la acentuación y permite la comprensión del poema.
Hasta donde llega el momento actual de nuestro trabajo, ese contexto implicaría tanto un ámbito más bien acotado –el de la elite social porteña y sus rituales sociales– como otro, más amplio, que es el del nacionalismo y sus alianzas intelectuales, en respuesta al llamado casi imperativo a resguardar musicalmente una identidad considerada en peligro”.
Link al informe completo:
http://eventosacademicos.filo.uba.ar/index.php/JIIAE/IAE2017/paper/viewFile/2010/2292