Ante un público multigeneracional, el ex Pescado Rabioso y Seru Girán sacó a relucir uno de los repertorios más ricos del rock nacional.
Por Iván Gordin. PH: Florencia Cosin.
Contra todos los pronósticos, y en una escena signada por el abuso y la decadencia de sus estandartes, David Lebón todavía tiene lo que se necesita para conmover al público. Hace algunos pocos años, el destino de “El Ruso” estuvo a punto de sucumbir al mismo flagelo de muchos de sus colegas. El alcohol lo mantuvo alejado de los amplificadores y le hizo perder -injustamente- un terreno que nunca debió haber perdido. Por suerte, el que fuera el primer bajista de Pappo’s Blues se encuentra en gran forma y su concierto en el Konex es una muestra de ello.
El primer gesto del músico al salir al escenario fue hablar y agradecer la presencia de los atendientes. En su voz se pudo entrever un dejo de nostalgia, hace apenas dos semanas ese mismo lugar había abrigado el recuerdo de su amigo Luis Alberto Spinetta. Pero la figura del “Flaco” no reflotarìa hasta la segunda mitad del show; la primera parte se abocó especialmente a la veta más reciente del guitarrista. Entre Gibsons y Gretschs, y con el acompañamiento de una sólida banda que tiene en sus filas a Daniel Colombres y Dhani Ferrón, Lebón regaló sus yeites característicos anclados en el blues rock.
La mitad del concierto lo marcó la colaboración de Lisandro Aristimuño, quien cantó y tocó la guitarra acústica en una bella interpretación de Casas de arañas, uno de los puntos más altos de David Lebón (debut solista de 1973). Pescado Rabioso tuvo su espacio con Credulidad (cantada por Ferrón) y Mañana o pasado, ambas de la segunda formación de la banda. La ansías de algunos impacientes que demandaban Seru Giran debieron esperar a que pasen las obligatorias El tiempo es veloz y Mundo agradable (himno del Canal 9 de Romay) para disfrutar los hits de los “Beatles argentinos”. La seguidilla inició con San Francisco y el lobo, tuvo su punto alto con Cuánto tiempo más llevará y no se detuvo hasta escuchar los coros multitudinarios de Seminare
David Lebón mantiene muy dignamente esos elementos que lo hicieron una pieza clave en la edificación del rock argentino. Sus agudos y sus clásicos solos de guitarra tienen el mismo sentimiento desde hace cuatro décadas, algo más que envidiable en un tipo que, en sus propias palabras, agradece cada día de su vida poder cantar.