El libro Diálogo con Beethoven – Un Tributo más allá del Tiempo (editado por la Academia Internacional de Eufonía) y los tres álbumes con sonatas de Beethoven (publicados por Edelweiss Emission) son un tributo al genio de Bonn, del pianista y escritor Daniel Levy.
En este libro el pianista argentino realiza preguntas y el compositor responde. El autor no agrega nada suyo a las palabras de Beethoven, sino que genera un diálogo imaginario con la intención de adentrarse en el pensamiento de este gran artista del siglo XIX. Este coloquio se da a través de lo que el propio Ludwig dejó en sus escritos, cartas y citas de diálogos, evocados por las memorias de quienes lo conocieron.
Levy también nos cuenta acerca de la música y vida de Robert y Clara Schumann, y le preguntamos sobre sus inicios, presente y futuro como artista.
Daniel, nos gustaría comenzar con sus primeros recuerdos musicales e inicios, ¿qué nos puede contar?
Yo tenía un piano en mi casa, así que en realidad mi comienzo fue mucho antes de estudiar música. Me acerqué inmediatamente al instrumento y empecé a buscar “cosas”, incluso hasta a improvisar. Lo hacía para mi familia y lo repetía siempre exactamente igual. Luego, a los seis años, comencé a estudiar y esa improvisación empezó a desaparecer. Se sabe que cuando uno comienza a estudiar se pierde un poco “eso”, y, por lo menos en ese momento, no se incluía en el aprendizaje dejar libre la “cosa natural” que era el buscar por oír, por escuchar. Pero fue mi inicio y marcó mucho para mí. Fue fundamental esa libertad anterior. El hecho de la escucha me interesó desde que era muy pequeño y hacía ejemplos de oído absoluto, de ver qué nota o acorde se escuchaba desde antes de comenzar a estudiar.
El estudio formal comenzó luego con profesores de aquí muy importantes como Ana Gelber y Vicente Scaramuzza, y más allá de otros profesores que tuve posteriormente, ellos me han dado la formación prácticamente completa. Después solo desarrollé lo que ellos dejaron. No hubo nada nuevo con respecto a la formación en sí. Fue un continuar e ir profundizando, sin olvidar esos principios generales, universales, particulares, detallados que hasta el día de hoy me sirven y están presentes. Estoy profundamente agradecido a ellos.
¿Cómo surge la idea de escribir Diálogo con Beethoven?
Realmente, la idea fue madurando durante varios años hasta hacerse más concreta. Fue a medida que entraba en contacto con la integral de su música de cámara con el piano, sonatas y conciertos con orquesta, estudiándolos y presentándolos en conciertos. Además, por cierto, de una escucha constante de las obras sinfónicas, los cuartetos de cuerdas y “lieder” que se oyen raramente.
Se me presentó como una necesidad absoluta el indagar en profundidad su pensamiento e intuiciones espirituales en una forma directa, en sintonía con lo que la música comunica con su lenguaje. Muy pocas biografías me convencían, porque por lo general están más focalizadas en aspectos históricos o de análisis musicológico, y aportaban poco, a mi entender, acerca del núcleo de la persona creadora y de su inspiración sino en forma periférica.
¿Se trata de una ficción, una biografía o una combinación?
El libro no es ni una ficción ni pretende ser una biografía. Su característica fundamental es que, en ese diálogo imaginario que trasciende espacio y tiempo, todo lo que está escrito en las respuestas del coloquio, es en su totalidad, palabras textuales de Beethoven. Sus pensamientos, sus notas, sus angustias, sus vivencias, sus predilecciones, todo este universo es expresado por él mismo. Ni una palabra ha sido agregada o quitada.
En un momento especial de mi travesía, y de tantas manifestaciones claras e inspiradoras, nacieron las preguntas. Por ese motivo lo llamé “diálogo”, porque en el fondo es lo que siempre me ha ocupado en la música que es tratar de comprender al ser humano especial que estuvo detrás y dentro de su obra. El resto sirve para anécdotas de salón sin mayor importancia.
Creo que los músicos y los amantes de la música necesitan dejar de lado los comentarios o las críticas y beber directamente de las fuentes para tener una idea propia, sin intermediarios que condicionen.
¿Cómo fue el proceso de búsqueda y selección de los textos de Beethoven?
La selección y elección de los textos llevó mucho tiempo, y habría abundante material para varios momentos ulteriores de diálogo, todos maravillosamente interesantes e indicativos del genio beethoveniano. En esta ocasión mi interés se concentró en algunos de los aspectos más profundos de sus vivencias, sus fuentes, su amor por la naturaleza y otros. Todos ellos extraídos de sus cartas, sus notas, sus cuadernos de conversación, los libros que leía y fuentes cercanas, como por ejemplo, las memorias de sus discípulos.
Siempre y sin excepción provenientes estrictamente de su pluma o conversaciones. Junto a su música elevada, todo es coherente y cada palabra se revela como una melodía en prosa. Muchas veces una confesión, otras anhelos y sueños.
Debo decir que fue, y es aún, un viaje sorprendente, con paisajes grandiosos, que clarifican siempre más rotundamente el significado y el porqué de su vigencia, como un faro que ilumina sin pausa.
¿Cuál fue su objetivo con este libro?
Mi objetivo primario está dirigido a promover una reflexión sobre el cambio sustancial que es necesario en el mundo de la música y en la terriblemente mal llamada “industria musical”, que se sirve de un grupo de genios sin arrimarse a los ideales que ellos tuvieron. Las palabras de Beethoven, que en el libro son también acompañadas por las de Schumann, Liszt, Ries, Czerny, Berlioz, Grieg, Menuhin, Stokowski y Furtwaengler, hablan de algo muy distinto a lo que se ve, como el rol de la música y de los músicos en el mundo, lejano de lo que vemos consuetamente en los hábitos del hacer música en nuestro tiempo. Finalidades, salvo honrosas excepciones, distantes del sentir ético, estético y espiritual de estos genios del arte, inspirados e inspiradores. Recordar también que los músicos intérpretes, que rotan alrededor de un grupo de compositores, se hallan en el mundo con una desorientación enorme, en la creencia que la Música se encuentra solamente en las escenas de teatros y salas. Beethoven decía que su música serviría para forjar al hombre nuevo (al ser nuevo, mas allá del sexo, condición social, creencias y color de la piel), es decir a un humanismo integral.
En tiempos como el actual, de una gran deshumanización que avanza aceleradamente, Beethoven con su espíritu indomable nos indica cosas fundamentales para salir del laberinto. Por eso osó declarar que la música es más elevada que una filosofía conceptual, pensamiento que hemos dejado como una bella poesía impracticable.
El libro viene además acompañado de tres discos y tres videos de conciertos. En una entrevista comentó que son obras que “dicen todo acerca de la vida y del ser humano como tal” ¿Nos podría desarrollar un poco más esta idea?
Puedo decir que he sentido este efecto y visto que concuerdo con el sentir de muchos, en cuanto a la capacidad transformadora de su música. Quien la escucha con un mínimo de profundidad no queda igual. Es como si contuviese un fuego que estimula y que provoca cambio en las células y en las emociones que evoca y con las que se pone en contacto. Limpia las mentes de escorias que se acumulan por tanta información y ruido y hacen lugar a eso que llamamos alma, más discreta y silenciosa. Nada quedó idéntico después de Bach y Beethoven para el ser humano occidental y para el mundo. Y creo que, como decía Schubert: “Él sabe todo, pero no podemos todavía entender todo, y pasará aún mucha agua bajo los puentes del Danubio, antes que todo aquello que este hombre ha creado sea comprendido por el mundo”.
¿Qué significa Beethoven en estos días?
Un gran ejemplo ético, un forjador espiritual, un educador de conciencias. Nos ha permitido escuchar lo que él no oía en lo exterior y que escuchaba potentemente en su interior, paradójicamente. Hizo audible lo que no conocíamos. Fue y es un indicador y guía en el camino arduo de la vida. Alguien que evoca fuerzas de la naturaleza y potencialidades creativas en quienes escuchan y que no deja indiferentes.
El Himno a la Alegría es usado como melodía característica de la comunidad europea, y sería magnífico que en verdad y en forma concreta, el llamado a la fraternidad universal que es lanzado en la novena sinfonía fuese plasmado en nuestro mundo y tiempo actual. Dejar de lado los comentarios sobre quién interpreta mejor una obra y muchos otros aspectos que forman parte del cambio que se espera del mundo musical, para que esa energía inconmensurable sirva tangiblemente a la humanidad. Beethoven estaría algo más contento si algo de ello ocurriera.
¿Qué busca usted en sus interpretaciones de la obra de Beethoven?
Esta pregunta me hace venir a la memoria una declaración de un reconocido director de orquesta italiano, Gianandrea Gavazzeni, que escribió: “no tocar Beethoven”, refiriéndose a sus últimas sonatas. Su idea era que se trataba de obras de tal potencia que no eran aptas para los teatros sino para indagar en nosotros mismos. Algo parecido a lo que Brahms decía de sus últimas obras para piano: “Un oyente es demasiado”. Una intimidad total y experiencia individual abierta a todos, pero para cada uno.
¿Ha variado su forma de interpretar su música en todos estos años?
Mi experiencia es muy variada delante de sus obras. Es difícil explicarlo en palabras. El intérprete es un lector y traductor, y el pasaje de este plano al de recrear es cómo establecer un diálogo con el fin de aproximarse a las intenciones que generaron la creación de una obra. Es una conexión que para mí se ha convertido en objeto de búsqueda incesante. En ese sentido sí siento que ha variado mi forma de acercarme a Beethoven. Claudio Arrau decía que el respeto y la devoción, aparte de la destreza, son importantes, pero que la condición esencial es despojarse del “ego”.
Nuestros clichés más comunes nos llevan a escuchar el Beethoven de (poner aquí nombres de miles de intérpretes), más que de escuchar a Beethoven “por” o “en las manos de”. Los nombres asociados a este arte, por cuanto importantes, deben hacer que quien escucha se olvide de ellos para hacer sentir al creador. Y de allí a la Música.
Mi pensamiento es que la educación a la escucha debe orientarse hacia el centro. Y atenuar de varios grados el brillo de las candilejas de quienes transmiten, por más renombrados que sean. El público debiese salir de una experiencia, comprendiendo más a Beethoven y otros genios, que glorificando solo a un intermediario, al cual se le agradece, por mejor que sea. Esa es mi búsqueda permanente.
Algunos de sus últimos discos están dedicados a Robert Schumann, otro personaje sobre el que se ha escrito y se podría seguir escribiendo bastante, ¿qué nos puede contar acerca de este gran músico? más allá de los datos biográficos que son bien conocidos.
Schumann ha sido y es un gran inspirador y he compartido, y comparto en mi camino de experiencia de la vida y de la música, tanto con él. Prácticamente he tenido el privilegio de trabajar toda su obra para piano solo, su música de cámara, lieder y con orquesta. Inicialmente el repertorio elegido para mis grabaciones y conciertos fue sobre obras que poco o nada se escuchaban en concierto, en donde el hábito de hacer siempre lo más “conocido” había reducido a este compositor a una decena de obras como “caballito de batalla”.
Estoy plenamente de acuerdo que se puede seguir escribiendo mucho sobre Schumann. A mi parecer con el intento de reivindicarlo totalmente, por ser todavía un desconocido. Siempre el Carnaval, las Piezas de Fantasía y otras pocas obras, que los directores artísticos no permiten se expandan a su entera producción para ser tocadas en público. Richter se “atrevió” a indagar en ellas.
Se ha hecho también un penoso lugar común, como por ejemplo con la “sordera” de Beethoven, en este caso la “locura” de Schumann, con el que se pretende reconducir a causa de su creatividad, conformada por delirios y otros graciosos psicologismos. Nada más lejano de su fervor y potencia emocional, control y excelencia.
Otro capítulo por escribir aún es el de los dos misteriosos años pasados en la clínica de Endenich, donde fue internado, en una época en donde muy poco se sabía sobre la psique humana. Extraña y llamativamente el entero archivo (dossier) sobre el enfermo/paciente Schumann fue hecho desaparecer por el Dr. Richarz, su médico y director de la clínica. Lo que sucedió es un agujero negro de esta historia, solo interpretable por comentaristas, críticos y algunos musicólogos y médicos, a distancia y sin saber qué comporta sobre el cerebro y el organismo el fuego creativo al que se sometió incansablemente.
En la música de Schumann se manifiesta el amor, la batalla contra el filisteísmo, la exaltación y un sentido de la poesía únicos. Ese ímpetu me llevó a poder trabajar con Dietrich Fischer-Dieskau, que amaba a Schumann, compartiendo la misma dedicación a su obra inmortal.
También le dedicó un disco a su esposa Clara, ¿qué nos puede contar al respecto?
Clara poseía un don creativo singular y un lenguaje suyo que no derivó exclusivamente del contacto con Robert. Queda demostrado plenamente en sus Lieder, en el Trío y en las composiciones para piano. He podido tocar la mayor parte de su obra, en momentos en donde era tan olvidada como compositora. Solo un grupo de intérpretes femeninas la cultivaron en sus conciertos a partir de su centenario, negligentemente celebrado y olvidado totalmente. Increíblemente ningún pianista prestó atención antes a estas obras. Es una parte de la condición femenina que apenas ahora despierta para las directoras de orquesta después de 200 años. Una cantidad de compositoras desconocidas merecen nuestra atención. Fanny Mendelssohn es otra gran exponente de su misma época, envidiada por su hermano Félix.
Clara Schumann representa la inspiración y su lucha para lograr huir del uso que su padre hizo de ella como niña prodigio. Fue la más grande pianista del siglo XIX y maestra de muchos músicos. Depuso su vena compositiva para hacer conocer la obra de su esposo hasta su muerte. Otro aspecto del rol del músico, que en una nueva cultura debe reconocer las piedras preciosas y abandonar las obsoletas formas machistas presentes. Son de una belleza simple las transcripciones que realizó de una serie de “lieder” de su esposo, para piano solo, por supuesto jamás oídas en un recital de piano.
¿Cree que de a poco va teniendo el lugar que se merece en la historia de la música como compositora o todavía falta que se la reconozca más?
Falta por cierto y mucho. Tiene un lugar y un espacio, pero no a la altura de su vida musical creativa. Son relativamente pocas las obras que compuso, pero el prejuicio no ha permitido que el reconocimiento fuese superior al existente. Nuestro tiempo está hecho de olvidos y este es uno. El ruido abunda y la atención no es solo un tema de reivindicación de género, sino de la Memoria que hoy nos sirve para mejorar, en vez de responder solamente al ‘marketing’ furioso que entorpece toda nobleza delante de la imposición y el suceso a toda costa. La música no debe jamás rendirse a este degrado que ha aumentado notablemente. Y de los músicos depende no permitirlo.
Usted ha grabado una gran cantidad de discos ¿Que busca a la hora de grabar? ¿Dar a conocer un repertorio poco transitado, expresar sus propias ideas de obras conocidas, o simplemente sacarse las ganas de registrar obras que le gustan…?
Para mí grabar o hacer un concierto presencial es lo mismo. Siempre siento que me dirijo a algunos que escuchen. He tenido y tengo el privilegio, de grabar lo que siento que está clamando dentro por salir. No me importa si el repertorio es transitado o no.
Hacer escuchar lo que no se transita es una parte de la batalla. La mirada del mundo en los conciertos va a lo taquillero, al “sold out” en la sala, y en las grabaciones a hacer a veces lo que nunca será pedido por los agentes o por los directores artísticos. Esto último fue muy usado a fines del siglo pasado, desde los años ‘80 en particular, donde si un músico quería grabar, debía proponer un repertorio desconocido. Esto hizo bien por un poco de tiempo, pero no sirvió para valorizar realmente lo no escuchado, porque -salvo rarísimas ocasiones- este repertorio no llegaba nunca a los ciclos de concierto y permaneció como rareza, inclusive de compositores famosos.
Un ejemplo reciente de mis grabaciones es con Beethoven. Grabé las 6 Sonatas en do (mayor, menor y sostenido menor), pero también un grupo de composiciones casi nunca grabadas. Composiciones de cuando era un niño de 12 años, hasta otras de adolescente y joven, realmente hermosas, así como una “premiere” mundial de 4 danzas extraídas de su Cuaderno de Bosquejos. ¿Quién escuchó en concierto alguna vez los Cuartetos juveniles de Beethoven con el piano? ¿Y por qué no?
¿A qué reflexiones ha llegado acerca de este tiempo tan extraño que nos tocó vivir? Cómo músico, como ser pensante y como ser humano…
Muchas. Creo que nos aproximamos a un gran cambio en todos los órdenes de la existencia. Emerge por sobre todo la idea de la verdad y de la libertad que se está buscando, y así espero, hallando su cauce en un mundo complejo que no permite reflexionar y ser lo que somos como pensantes y humanos.
Me duele cuánto esta situación ha afectado en el planeta, lo poco que sabemos en realidad, pero que es posible sentir, saliendo de nuestros localismos y personalismos. La música nos ofrece la visión concreta del conjunto, del bien común, de lo orquestal. Nos enseña sobre la convivencia armónica si queremos sacar provecho de ella. Y por sobre todo nos recuerda sobre la condición esencial humana, que debe ser respetada, sin caer en involuciones peligrosas.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
En pocos meses será la presentación de un disco con obras para piano de Albéniz, Granados y Manuel de Falla.
2022 y auguralmente sucesivos, el proyecto más importante en el que estoy trabajando desde hace años, es el Proyecto Inspiración, con el que desarrollaré, solo y con otros músicos, artistas plásticos, escritores, filósofos, nuevas grabaciones, conciertos, master classes y publicaciones, destinadas a los jóvenes de edad y de espíritu.
Y también una serie de master classes dedicadas a la memoria vigente de las enseñanzas del maestro Vicente Scaramuzza.
Te invitamos a encontrar un regalo especial en la edición 30 de la revista Música Clásica 3.0
Encontrarás un CD y el libro para leer.