El bandoneonista y director Daniel Ruggiero presenta “Bandoneón de Concierto” en Buenos Aires.
Su Doble Concierto para Violín y Bandoneón será presentado junto a la Filarmónica de Buenos Aires el próximo 19 de septiembre en la Usina del Arte. En esta nota Música Clásica BA adelanta esta fecha, haciendo un recorrido por la trayectoria del hijo del recordado primer bandoneón de Pugliese, el enorme Osvaldo Ruggiero.
Por Natalia Cardillo.
Más de veinte años de carrera, Daniel. Para arrancar, ¿cómo resumirías estos años?
Creo que hice muchas cosas. A los diecisiete años empecé a tocar y viajé mucho con el grupo que tenía en ese momento que se llamaba “Vidurria”, y no paré. En 2004 grabé el disco con mis compañeros del Trío Quasimodo y hoy día seguimos haciendo música. En junio de este año grabé el Doble Concierto que voy a presentar ahora en la Usina del Arte junto a la Filarmónica de Buenos Aires.
¿Esto es una trilogía, no?
Si, son tres obras que estoy escribiendo para bandoneón, en un estilo mas inclinado hacia la música académica.
¿Por qué todos estos trabajos en plan de mezclar bandoneón con música de Cámara?
Responde a mis estudios de composición que en general están enfocados en ese tipo de música en cuanto a los procedimientos compositivos. También influyen mis estudios de dirección orquestal, que hice durante siete años marcando como compongo y dirijo.
Tocar el bandoneón, ¿es algo que fue heredado naturalmente de tu papá? ¿O fue algo que fuiste descubriendo solo, de a poco?
Fue literalmente una herencia. Cuando mi padre vivía yo tocaba la guitarra, estudiaba mucho. Y cuando murió mi papá vino el padrino de mi hermano, un divino, con su acordeón y el estudiaba con Cholo Mamone. Entonces me dijo “tocás la guitarra, ¿no querés tocar el bandoneón?”. Le dije que sí. Y hacíamos intercambio de clases. Venía a las seis, me enseñaba bandoneón, cortábamos, hacíamos una picada y yo le daba clases de orquestación y composición. Me acompañó durante años con eso, y todo por amor a mi papá. Mi contacto con el bandoneón arrancó luego de la muerte de mi padre y a través de este padrino. Luego seguí estudiando en la Escuela de Música de Avellaneda y también con profesores particulares.
Hablanos de Quasimodo Trío, que ya lleva quince años.
Este año vamos a terminar de grabar un disco que presentaremos ya el año próximo. Sería el cuarto disco del grupo. Mis compañeros participan de este Doble Concierto que presentaremos en Buenos Aires, pero rodeados de la Filarmónica.
Siempre en forma independiente. ¿Cómo se lleva esto de ser un músico independiente?
Viniendo todos los días a tocar al Hotel Faena –risas- . Esto del Tango independiente, en realidad es dependiente… de uno. Depende de que trabaje mucho. Está la posibilidad de este trabajo en el hotel, lo disfruto.
La idea original del trío ¿cómo surgió?
Esto fue en 2003. Yo tocaba con Sandra Luna. Con su pianista, Ezequiel Mantenga, grabamos el primer disco en 2005. Hubo un segundo disco con Pedro Onetto. Y luego quedó la formación actual, Adrián Mastrocola en piano y Cristian Basto en contrabajo, con quienes ya hace diez años que tocamos.
Eso no es fácil. Tanto tiempo mantenerse unidos.
No es fácil, pero se mantiene porque nos queremos. Somos amigos, disfrutamos de tocar, hacer laboratorio de música.
Imagino que se entienden con mirarse.
Nos entendemos. Tenemos un día semanal de ensayo. Nos juntamos y también charlamos. Es importante mantener todo eso. Cada uno tiene sus cosas pero así funciona.
¿Cómo ves el desarrollo del género Tango en este momento?
Mirá; siento que ahora, desde hace más o menos cinco a diez años hay un montón de grupos que hacen temas propios. Lo cual multiplica al género exponencialmente. Creo que en la última etapa aquella de los cuarenta y cincuenta, que fue la llamada “Edad de Oro del Tango”, pasaba exactamente lo mismo. Había muchísimos grupos que tenían temas propios, estilos propios, tangos propios, y eso explotó en la cantidad de temas que tocamos hasta hoy, digamos. Ahora creo que es un gran momento en ese sentido, de ebullición creativa de mucha gente, grupos nuevos, composiciones nuevas y canciones, milongas.
Es como que se renueva un ciclo.
Sí, y como que hay muchos que sienten que esa es su manera de expresarse. Genuina. Porque acá nadie está para otra cosa que hacer lo que uno tiene ganas. Y esto es muy promisorio. Estaría bueno que como en aquellas décadas, todo este movimiento pudiera darse desde otro lado. El lado por ejemplo del sostén de las orquestas y darle una continuidad mas profesionalizada a todo eso.
Quizá ese punto es lo que no lo hace tan visible como lo era en la década del cuarenta, justamente.
Eso no lo hace visible. Tampoco quienes deben hacerlo visible. Y aparte el hecho del evento cultural está menospreciado y no hay apoyos. Cosas que pasan creo que en todas las disciplinas.
Sí es muy bueno esto que nos recordás que hay mucha gente componiendo. Siempre está esa creencia dando vueltas de que en el Tango no hay nada nuevo.
Por eso mismo. milongas y tangos propios, eventos, conciertos, festivales. Como por ejemplo el FACAFF, del cual hemos participado varios años.
Y que ahora está en una nueva emisión por estos días. Afuera ¿cómo ves al género?
Afuera sigo viendo un gran interés. Incluso en lugares por ejemplo como Colombia, donde hay un festival de música Clásica y a principio de agosto hicimos un número con un cuarteto de cuerdas de Bogotá. Hicimos una obra de Piazzolla, hicimos algunos tangos, temas míos y eso en el marco de un festival de música Clásica. Lo que hice en Asunción es también con la Orquesta Sinfónica de Paraguay, en un ámbito de música académica. Eso lo veo excelente. Están sumando bandoneón a la orquesta sinfónica, optando por él como un instrumento…
¿Clásico, ya?
Sí… Como un instrumento sinfónico. No es nuevo esto, pero noto que ahora hay una fuerte presencia del bandoneón en los diferentes tipos de orquesta. En octubre pasado también hice el Doble Concierto en México y fue con una banda sinfónica de allí.
Anduviste mucho por Europa también.
Sí, mucho, en otras épocas, mucho. El Tango funciona muy bien afuera. Es una expresión siempre bienvenida, valorada.
En Washington también tocaste.
Sí, con la orquesta Panamericana que dirige un argentino Sergio Buslje y allí toqué como solista.
Siempre con el Tango. ¿Te gusta incursionar en otros estilos?
Sí, seguro. Toqué bastante con Javier Calamaro, Diego Torres. Hice otras músicas populares.
Hablando de tocar con otras figuras. Se puede decir que Rodolfo Mederos fue una gran influencia también.
Sí. Con el estudié en Avellaneda. Siempre admiro mucho a mi papá, transmite siempre su amor por él. Fue muy nutritivo estudiar con Rodolfo.
Tuviste también buenos cruces con Osvaldo Pugliese.
En mi infancia. Mi padre fue parte de la orquesta de Pugliese durante treinta años. Cuando yo nací ya no tocaba con él. Pero aún era frecuente que se encontraran. En Mar del Plata tenían el departamento cerca. Entonces pasábamos juntos las fiestas de fin de año, por ejemplo. Millones de anécdotas. Pero hay algo que recuerdo bien que es que cuando murió mi papá el se hizo como más cercano aún. En los veranos íbamos a su carpa en la costa. Ahí un día me contó como decidió que mi padre sería el primer bandoneón de su orquesta. Tenía uno bandoneonista que se fue. Año 1943. Mi papá ya tocaba ahí desde 1939. Los músicos dijeron “bueno, ahora hay que buscar otro primer bandoneón”, y él ahí nomás dijo “no, el primer bandoneón va a ser el pibe”. Ese pibe era mi padre que tenía diecinueve años. Y allí comenzaron a pasar horas y horas tocando piano y bandoneón, durante más de tres décadas.
Contanos en esta composición Doble para Violín y Bandoneón, que recursos utilizaste a la hora de componer.
Ambos instrumentos estaban encarados como solistas, y elegimos todo junto con Matías Grande que es quien me lo encargó. La idea es que sonaran desde una misma voz y se dividieran en momentos de destaque. Esto acompañado por un grupo típico de cuerdas, violines, violas, cellos y contrabajos. La idea era reflejar al violín y al bandoneón, ambos siendo dos instrumentos europeos con tradiciones opuestas. Uno con muchísimos años, una tradición y una escuela gigante. El otro prácticamente nuevo, aproximadamente cien años tiene; con una tradición porteña en la manera de tocarse, pero con corazón alemán. Fue imaginar que la mano izquierda tiene similitudes con los sonidos graves del violín y lograr esa familiarización.
Este Doble Concierto fue estrenado en 2013. Lo de la Usina este próximo 19 de septiembre sería una especie de reestreno.
Sí. Es algo organizado por primera vez para Buenos Aires. Antes fue en forma más independiente dentro de un festival de Tango. Acá es una convocatoria de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y es todo un agasajo para mí, tratándose de una de las orquestas más prestigiosas del país. Seguro estará buenísimo. Sonará muy bien. Sentiremos cosquillas en la panza al subir.
Eso es lo que jamás debe perderse.
A veces en el camino profesional, uno algo se sistematiza, eso se hace “cayo”, y no siempre lo siente, pero mientras suceda de tanto en tanto, significa que voy siempre en el camino correcto. Significa que es lo que busco.
Jueves 19 de Septiembre
20hs
en
USINA DEL ARTE – AUDITORIO
Caffarena 1, esquina Av. Pedro de Mendoza, La Boca, Buenos Aires.
Dentro del Ciclo «El Colón en la Usina»
Concierto Divertimentos y Pasiones
Con la dirección de Noam Zur.
SOLISTAS: Matías Grande (violín) y Daniel Ruggiero (bandoneón)
https://www.buenosaires.gob.ar/cultura/usina-del-arte/orquesta-filarmonica-de-buenos-aires-2
Entrada gratuita
Se retiran hasta 2 localidades por persona:
el Miércoles 18/09 de 9 a 20hs en la boletería del Teatro Colón y
el Jueves 19/09 en la boletería de la Usina del Arte desde las 18hs y hasta agotar la capacidad de la sala.