“Como la vida misma”. Entrevista a la clarinetista Amalia del Giudice

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En esta entrevista la solista de clarinete de la Orquesta Estable del Teatro Argentino de la Plata, nos habla sobre sus inicios en la música, su pasión por la enseñanza y,  la música de cámara y sobre qué fue lo que la atrajo de este hermoso y versátil instrumento.

 

 

¿cómo llegás a la música?

Mis padres se dieron cuenta que tenía una gran inclinación hacia la música porque me la pasaba cantando y haciendo música con lo que encontrara. Si veía un piano buscaba sacar de oído las melodías. Estaba siempre escuchando mucha música: tenía un tocadiscos Winco en mi habitación con música para niños, variada. Además en mi casa se oía música clásica, jazz; mis padres eran muy musicales, si bien no era su profesión, estaban muy vinculados a la música por actividades que habían hecho en otros momentos de su vida: mi madre hizo 15 años danzas clásicas, y mi padre había estudiado el violonchelo, después de grande volvió a retomar cuando yo ya estudiaba música.

Entonces, mi primer acercamiento a fue a los seis años con la guitarra, con un profesor, José Verdi que vivía la vuelta de casa, pero a estudiar música en serio, no como se decía antes “guitarra por tonos o por música” (risa), estudié guitarra por “música”. Luego empecé a estudiar las flautas dulces, y ya un poco más grandecita, a los 12, tocaba Laúd, leía tablaturas barrocas, tocaba la mandolina. Con mi profesor y su esposa se había armado un grupo de música antigua que se llamaba Res Facta y yo tocaba las flautas dulces renacentistas, mandolina, Laúd y viajamos bastante por distintos lugares del país.

 

¿Y puntualmente al clarinete?¿Qué te atrapó del instrumento?

A los 12 años también comencé a estudiar piano y asimismo, mis padres comenzaron a sacar los abonos de la Filarmónica en el Teatro Colón y ahí empecé a escuchar ese instrumento que me gustaba, que me llamaba la atención por el sonido.  Puntualmente lo que me atrapó del instrumento fue el sonido y el clarinetista del cual me enamoré de ese sonido era Martín Tow, solista de la filarmónica. Un día llego a casa y mis padres habían comprado uno de primera marca, hermoso, nuevo, de modelo profesional, y tenía pautada una clase con mi primer maestro. Así que a  los 14 empiezo a estudiar clarinete.

Después de dos años de estudiar con Eduardo Ihidoype, que fue mi primer maestro, ingresé en 1984 en el ciclo superior,quinto año del Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo, el que ahora se llama U.N.A. (Universidad Nacional de las Artes) a la cátedra de maestro Mariano Froshoni, uno de los grandes formadores de las generaciones nuestras de clarinetistas, él era solista de la Sinfónica Nacional y también uno de los fundadores y un gran maestro reconocido por todos. También viajaba a tomar clases con el maestro Luis Rossi, y después gané una beca de la Fundación Antorchas para estudiar en París con Guy Deplùs, uno de los íconos mundiales del clarinete. Y entre medio hice muchísimas cosas: tomé cuanta masterclass había con maestros extranjeros, nacionales, de música de cámara, toqué música contemporánea, tenía grupos de música de cámara, estuve en la orquesta juvenil de Radio Nacional, ingresé en la banda sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires en 1989. Tuve la suerte, en realidad me lo gané por mi esfuerzo, de ser contratada en la Orquesta Filarmónica de la Ciudad en el Teatro Colón a los 20 años, fui muy activa con la música y mi instrumento porque es algo que amo hacer y hoy soy solista de la orquesta estable del Teatro Argentino de La Plata.

 

Si tuvieras que describir el clarinete a alguien que nunca lo hubiera escuchado ¿cómo lo harías?

Lo primero que haría es tratar de ubicarlo en la forma del instrumento, todos de alguna manera vieron algún instrumento de una forma similar o el instrumento sin saber cómo se llama. Primero, le aclararía que el nombre de la palabra clarinete no tiene nada que ver con clarín que lo relacionan enseguida con trompeta. Primero les digo que es un instrumento de madera con llaves de metal, les aclaro que a eso a lo que llaman “teclitas” se llaman “llaves” y que es un instrumento con un sonido maravilloso que pertenece a la familia de las maderas que amalgama todas las sonoridades de la flauta, oboe, fagot. El clarinete amalgama las sonoridades de una familia con instrumentos tan dispares.

Les diría que es un instrumento con el que pueden tocar música clásica de todos los periodos, la música denominada clásica, puntualmente del clasicismo, hasta la música más actual: con el clarinete se puede tocar música popular, principalmente, jazz, que fue el estilo que más termina de desarrollar el instrumento.

Con él se pueden hacer todos los matices que quieran desde un máximo pianissimo hasta fortissimo muy sonoro. Es el instrumento que tiene la mayor cantidad de notas dentro de la familia de la madera con casi cuatro octavas. Les diría que prueben ya que es un instrumento hermosísimo, obviamente, como lo amo voy a decir eso. Cada uno dice que es hermosísimo lo suyo, pero así lo describo. Me tocó describirlo a niños, gente que me pregunta qué instrumento toco y hago referencia a ciertos músicos que por ahí conocen como Benny Goodman, entonces ellos tratan de ubicar cuál es.

 

¿Qué enseñanza te dejaron tus maestros?

Muchísimas enseñanzas, cada uno te deja algo. El primer maestro te enseña desde cómo armar el instrumento, porque al principio era como un misterio cuando lo vi en el estuche y no me animaba a tocarlo para no romperlo. Aprendía mucho de verlos tocar y luego, tocar con ellos. De mi primer maestro admiraba su virtuosismo y me encantaba su sonido, fue mi maestro Froshoni con quien estudié siete años y pude aprender muchísimas cosas como la paciencia que él tenía con sus alumnos. También uno aprende lo bueno y lo no tan bueno, tal vez algunas cosas que observaba que hubiera hecho diferentes si hubiera sido profesora en ese momento.

Aprendí que uno tiene que tener, además de la cultura del instrumento, una cultura general de la música porque hay que escuchar mucho, hay que ir a conciertos y yo siempre amé hacer eso, mis padres también tenían esa cultura. El músico tiene que estar en comunidad, uno no tiene que pensar que estudia para ser una estrella sino para compartir lo que hace, el amor por la orquesta, la música de cámara.

Cada uno me ha inculcado algo diferente, también aprendí que hay que tener mucha constancia, no ceder ante las dificultades, no competir con los demás sino con uno mismo para superarse. Muchas cosas que en general creo que son una constante que dejan los maestros y sobre todo el amor por el instrumento.

Además he tenido unos padres maravillosos, todavía tengo a mi madre, que han guiado y acompañado en todo mi aprendizaje y eran parte de mi carrera. Tengo que agradecer a mis maestros porque de todos he aprendido tanto lo bueno como cosas que a la distancia uno ve cómo “fallas”, o también a valorar que algunos se hicieron bastante solos, como, por ejemplo, Froshoni. Ya tendría 90 y pico de años, vino de Italia y no es lo mismo el aprendizaje nuestro ahora que hace 20, 50 o hace 80 años. Muchos han sido muy intuitivos, también aprendí que eso es muy importante. Bueno, no me quiero repetir, pero en general aprendí todo eso.

 

 

¿Cómo es la situación actual del Teatro Argentino y de la orquesta?

Es una pregunta un poquito compleja, pero por suerte puedo dar buenas noticias porque el 11 de octubre nos comunicaron que se firmó el expediente para la designación de todo el personal, algo que esperábamos hace años, así que a partir de ese día estamos designados en nuestros cargos: músicos de la orquesta, del coro, bailarines, maestros internos.

Estamos muy contentos por este avance, había gente que estaba hace nueve, diez años, esperando las designaciones en el cargo y si bien cobrábamos como estables en tiempo y forma, no llegaba nunca el acto administrativo de la designación que es lo principal para sentirse seguro en un cargo. Y el teatro ahora está en obras hace ya prácticamente dos años, o sea que la sala entera está cerrada, no se puede usar. El teatro está abierto en algunas secciones y está en la situación en que está un teatro en obras: complicado, pero tenemos la ilusión de que cuando se vuelva a abrir, que teóricamente sería en agosto del año próximo, va a estar impecable.

Tenemos toda la expectativa en ese punto, de todas maneras este año se ha trabajado bastante: se encontró un lugar alternativo dentro del teatro para ensayar, tal vez no era el más aconsejable o el mejor, pero el único que había que tenía el tamaño necesario con calefacción en el invierno ya que la sala de ensayo con todo el tema este de las obras estaba con el acondicionamiento de aire y en el invierno realmente hacía mucho frío en los subsuelos, así que hubo que ensayar en otro lugar y salvando las dificultades, que se fueron mejorando, las situaciones acústicas y demás logramos llegar al día de hoy ya para este programa que estamos preparando.

Se pudo volver a la sala de ensayo de la orquesta porque ya no hace tanto frío y más allá de las dificultades, un teatro en obras genera la voluntad de los cuerpos artísticos en seguir generando conciertos y espectáculos. No hemos parado, sinceramente, este año de tocar y lo que sí, los conciertos fueron para un público reducido en la sala Piazzolla que es la sala de música de cámara donde está una orquesta, digamos, en formato beethoveniano y sino tocar fuera del teatro ya sea en el Coliseo Podestá de La Plata y bastante en capital: La Usina del Arte, CCK y recientemente en el Teatro Coliseo. El mes que viene habrá otro programa en el mismo teatro y el último concierto en el CCK.

 

¿Qué nos podés contar sobre los conciertos que realizaron recientemente en el Teatro Coliseo de Buenos Aires?

Fueron cuatro fechas con un programa espectacular porque la música fue nada más y nada menos que La mer, ideada sobre músicas de Claude Debussy y la Suite nro. 2 de Daphnis et Chloé, de Maurice Ravel, y los ballets Cantares, inspirado en la “Rapsodia Española” del mismo compositor, y todo se hizo con el ballet estable del teatro Argentino con las versiones coreográficas de Oscar Araiz y, puntualmente, se estrenó la coreografía de Daphnis et Chloé, así que fue un programa de por más atractivo porque la orquesta tocó una música maravillosa, súper exigente. Tocamos obras que son de las más difíciles para orquesta, puntualmente, para clarinete Daphnis et Chloé es prácticamente de lo más difícil que hay y bueno, eso con ballet y la genialidad de Oscar Araiz, la calidad del ballet del teatro, hacen un espectáculo que recomiendo porque se conjugan varias cosas muy interesantes y como estamos con esta situación del teatro cerrado donde no podemos usar la sala, es la primera vez que pudimos hacer algo este año con el ballet.

El ballet estuvo trabajando durante el año presentándose con grabaciones y no había oportunidad de poder tocar con la orquesta porque no había lugares adecuados para nosotros, pero el Coliseo tiene un foso enorme y pudimos hacer entrar a la orquesta enorme que requieren estas obras, así que fue un espectáculo realmente importante.

 

¿Tenés relación con las nuevas creaciones para el instrumento?

Sí, siempre trato de estar actualizada con lo que pasa con las nuevas obras para el instrumento. Hubo una época donde estaba muy, muy involucrada con esto, de tocar en grupos de música contemporánea, he estado en el ensamble, que era residente, de música contemporánea del teatro Colón, estrené muchas obras de compositores argentinos y tocado con varios ensambles de música contemporánea. Ahora no estoy tan involucrada con eso porque me gustan más otras estéticas, pero sí estoy siempre actualizada y sobre todo lo que pasa en Latinoamérica, me interesa mucho poder difundir la música, en primer lugar argentina y latinoamericana porque es muy interesante cuando uno viaja a otro país llevar bastante música de nuestra cultura.

 

¿Qué es lo que más te gusta de enseñar?

Si tuviera que elegir una sola cosa que me gusta de enseñar,  es música de cámara porque es el ideal del quehacer musical donde cada músico pone mucho de sí al formar parte de un grupo y donde uno realmente tiene que tomar las decisiones de qué hacer y cómo interpretar la música que tiene entre sus manos.

En una orquesta, si bien uno pone todo de sí y al momento de tocar los solos hay mucho de cada uno, siempre hay un director que marca las directivas y lleva la interpretación hacia donde él quiere con su impronta. En la música de cámara realmente los integrantes del conjunto somos los responsables de eso, entonces hay que saber tomar decisiones, justificarlas y defenderlas más allá de las críticas, si realmente han sido pensadas y tienen criterio acorde a la época y a cosas que tienen que ver con la música que uno está tocando.

Me gusta muchísimo enseñar, justamente ahora voy a viajar a Mendoza el mes que viene a un festival de música de cámara donde además de dar clases de mi instrumento voy a trabajar con ensambles de cámara donde haya clarinete en todas las formaciones posibles y ahí es donde me siento como pez en el agua porque además de la música se pueden transmitir muchísimos valores del trabajo en equipo cuando uno está en un grupo de cámara, desde saber escuchar al otro, no solo cuando toca sino cuando habla, saber ceder, es como la vida misma. Relaciono siempre la música con la vida y tengo una visión bastante filosófica de muchas cosas en la música.

Después, me encanta dar clases de mi instrumento, de hecho una clase mía no dura una hora, sino casi dos horas porque trabajo muy intensamente, pero si tuviera que elegir un rubro, realmente, elijo la música de cámara.

Al enseñar el instrumento, digamos, es hermoso dar clases a alumnos que tocan mucho, es más descansado mentalmente para el maestro y uno puede desarrollar un montón de temáticas que tal vez con alumnos más intermedios o principiantes no, pero me gusta ese desafío del alumno que le cuesta, me gusta buscar las mil y una formas de lograr que cada uno logre superar las dificultades. Eso hace que uno tenga que desarrollar muchísimo la imaginación para enseñar porque cada alumno tiene problemas diferentes: está quien lo tiene en la embocadura, en el apoyo del aire, todos lugares donde uno no ve, la garganta, la lengua y uno tiene que imaginar y tratar de poner en imágenes cosas a veces abstractas y eso me encanta, ese desafío y la alegría de ver cuando el alumno entiende y logra superar o encontrar el camino que lo va a llevar a lanzarse. Eso no tiene nombre.

 

Vi que sos endorser de una marca de cañas…¿En qué consiste exactamente esa tarea?

Hace casi nueve años artista de la marca D'Addario Woodwinds, en ese momento la marca todavía se llamaba Rico, y llego a ese punto por estar en el momento y lugar correcto. A raíz de que había probada las nuevas líneas de cañas de esa marca había pedido a Estados Unidos unas cajas para probar y me habían gustado mucho. Al poco tiempo después se hace una presentación de los modelos aquí en Buenos Aires y voy. Jean-Francois Rico, que actualmente es el artist relations de la marca,  hacia la presentación de estos modelos, lo conocía hacía ya como nueve o diez años, pero nunca más lo había visto ya que él trabajaba en una marca de instrumentos que justamente compré cuando vino a una feria internacional a un festival acá en Buenos Aires allá por el año 2000. Fui a esa presentación movida por dos cosas: reencontrarme con esta persona, saludarlo y la curiosidad de ver la presentación del producto. Me reconoció luego de diez años que ni lo veía y le comenté que tocaba con ese material que pedíamos desde Estados Unidos, que me gustaba muchísimo y lo estaba usando hace como un año y medio y ahí sin mediar más que eso me propuso ser artista de la marca. Y dije que sí porque me encantaban esos productos, así fueron mis comienzos de mi relación con la marca.

Cada vez estaba más involucrada artísticamente con la marca. Viajaba a varios congresos internacionales como artista de esa marca y llegó un momento en que necesitaban tener especialistas en productos en Latinoamérica para mover más todavía a la marca y me lo proponen a mí porque veían mi compromiso con ellos desde hacía tanto tiempo así que desde este año además de ser artista, no ya argentina o latinoamericana, sino artista internacional. Ya desde D'Addario Woodwinds hoy soy la especialista en producto de esa para todo Latinoamérica, lo cual me hace tener que viajar un par de veces por mes ya sea a países de Latinoamérica como a ciudades de Argentina, haciendo capacitaciones en distribuidores, puntos de venta o capacitar a los vendedores para saber cómo presentarle el producto a los compradores, cómo asesorar a las personas que van buscando este tipo de materiales. Puntualmente, en mi caso, son cañas y boquillas de clarinete y también tengo que asesorar sobre esos productos pero en saxo así que mis tareas con D'Addario Woodwinds son seguir siendo artista de la marca viajando a festivales internacionales, como docente, como maestro invitada, tocar conciertos, trabajar con todos los alumnos y dirigir los ensambles que se generan en los festivales y todo lo que son las actividades de los congresos internacionales.

Así que tengo bastante trabajo con ellos y es muy interesante porque, aparte, esta actividad me permite viajar por todo América, conocer las realidades, a los músicos, enseñar, tocar y todo movido por D'Addario Woodwinds.      

 

Por Maxi Luna.

 


 

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