Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea – Edición XXIII. Entrevista a Diego Fischerman

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PH: Verónica Martínez

El Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín -Complejo Teatral de Buenos Aires- (CCMC) llegó a su edición XXIII con una novedad: fue la primera vez que sus actividades se dividieron en dos secciones. La primera parte de la programación se dio entre los meses de noviembre y diciembre de 2019, bajo su agenda tradicional; la segunda tendrà lugar en enero de 2020 dentro del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA).

Diego Fischerman, director artístico del Ciclo desde 2017, nos cuenta sobre la actualidad y el devenir del CCMC, una cita obligada para la música contemporánea en la Ciudad de Buenos Aires.

Por Virginia Chacon Dorr

¿Cómo fue el inicio de esta edición del CCMC?

El concierto de Severine fue muy interesante, es una instrumentista excelente. También lo fue la discusión que se generó a partir de la nota de opinión de Federico Monjeau, muy inteligente y crítica respecto a la manera de programar. En ella Federico reflexiona si las obras dedicadas han terminado de configurar un tipo de género, y se preguntaba si la exploración sobre el instrumento no ha tomado el lugar de las ideas musicales. La noción de que son dos cosas distintas es discutible, pero en el mejor sentido porque abre un debate. Hay una tendencia en la música actual, relacionada con la exploración del medio. En otras palabras: el medio es el discurso. Mi sueño es que este tipo de debates tengan lugar dentro del Ciclo. Creo que la discusión entre lo técnico y lo puramente estético está presente en el público de música contemporánea. Este es uno de los motivos por el que es imposible contentar a todo el mundo en una programación, ni siquiera intento contentarme a mí.

 

¿Qué te interesa incluir en los conciertos del CCMC como director artístico?

Quiero que el Ciclo sea representativo de distintas tendencias, aunque quizás haya gente que eso no le guste. Por ejemplo me interesa programar, en el concierto de la Sinfónica Nacional, Popol Vuh de Alberto Ginastera junto a una obra de Kaija Saariaho y otra de Benjamin George. La obra de Ginastera se escucha de una manera distinta en contigüidad con las otras. Puede que eso no funcione, y haya gente que diga “¿Por qué Popol Vuh? Es una obra que tiene cuarenta años”. Son elecciones, y yo elijo que haya un clásico argentino. Pienso en Ginastera como el que no asumió posiciones abiertamente modernistas, pero fue maestro de los modernistas más importantes del siglo. Modernista lo uso en un sentido amplio, no técnico. Como programador, considero que en el concierto hay un relato entre las tres obras.

 

¿Qué pensás sobre el término “música contemporánea”?

La categoría “música contemporánea” no debería existir, y para que ello suceda debería tener un lugar en la cultura como la literatura o el cine. Nadie dice hoy “cine contemporáneo”, primero porque todo el cine lo es. Pero dentro del cine están los clásicos y está el cine, que es el cine de hoy y punto. La definición de música contemporánea es ética, y más allá de haber tratado de expandir alguna frontera, el Ciclo sigue fiel a esta definición. Es más que una reflexión estilística, es una cuestión moral de oponerse a un sistema. No define una época ni una forma, define una actitud. Se puede pensar en la definición que existía en los 70’ del rock, de la música progresiva. Muchos que somos gustadores de la música contemporánea fuimos formados por la revista Pelo, con todo el lenguaje y contenido de la prensa militante, que fue evidentemente muy informativa y formativa para todas nuestras generaciones. 

 

¿Qué implica ese pensamiento militante en nuestra cultura?

Creo que ese tipo de pensamiento surge en Argentina porque es un país con una matriz de pensamiento binaria. Nosotros nos definimos “en oposición a”. La mayoría de los textos de Borges son para pelearse con alguien, la definición de su estética se da a partir de sus peleas con filósofos y escritores. Una especie de “Yo soy yo porque ridiculizo al otro, y si puedo humillarlo lo hago”. Los hooligans del fútbol son básicamente fans, pero cuando salen de la cancha eso se termina. En Argentina el fanatismo es el lunes, la cancha es un pretexto necesario para la discusión de la semana. Se trabaja todo el tiempo con la idea de la humillación, y el otro tiene que aceptarla porque sabe que en algún momento le tocará humillar. Me parece que la divulgación y las discusiones sobre música contemporánea están demasiado impregnadas de eso.

 

¿Qué parámetros pesan a la hora de decidir a quién encargar una obra para el CCMC?

Más allá de una idea de época lo que nosotros defendemos es la tradición de este Ciclo, en lo que “contemporáneo” significa un determinado pensamiento con respecto al lenguaje. En ese sentido realizamos los encargos a artistas con antecedentes probados y que están comprometidos con el modo de pensar el quehacer musical. Lo importante es no tomar un lenguaje dado, sino animarse a las zonas inseguras y asumir los riesgos que ello implica. 

 

Los encargos de esta edición del CCMC van a estar articulados dentro de los conciertos que se realizarán en el marco del FIBA ¿Cómo funciona esta reestructuración respecto a ediciones pasadas?

Es una apuesta que puede salir bien o mal. El verano no es la mejor época de Buenos Aires en un sentido, y en otro sí porque lo que sucede genera una expectativa distinta. El FIBA pone en escena una cierta curiosidad por la creación contemporánea, y en la edición de 2020 por primera vez incluye la música, no sólo aquella de tradición popular con un sentido varguandista, sino de tradición académica (por llamarla de alguna manera). La apuesta estará perdida si el Ciclo pierde su autonomía y termina formando parte del FIBA, y ganada si el Ciclo empieza a dialogar con otro público. Y por ahí el resultado no es tan dramático, no perdemos ni ganamos tanto sino que recogemos enseñanzas para pensar mejor en la siguiente edición.

 

Hay públicos que recorren ciertas formas de arte sin preocuparse por las fronteras, podemos pensar la relación entre el cine y el teatro ¿Cuál puede ser una vía de la música para dialogar con otros públicos?

Me parece valorable la propuesta de algunos programadores: llamar a gente que hace puestas exitosas en teatro para hacer óperas. Hay que establecer esos lazos, pero uno no puede hacer que alguien escuche lo que no le gusta. A la mayoría de la gente no le interesa la música contemporánea, en parte, porque no hay programas educativos que trabajen sobre la manera de atenderla. Hay una frase que se repite entre varios de mis alumnos frente a ciertas obras: “Eso no es música”. Entonces les propongo que escuchen la obra de otra manera, como una escultura hecha con sonidos, sin esperar a lo que va a suceder. Y aquel que rechazaba esa música, después puede decir “eso está buenísimo”. La palabra “música” está muy cargada de un pacto cultural que involucra ciertos códigos, cierta construcción temporal y narratividad. La música contemporánea intentar hacer un pacto distinto. 

Por otro lado, es importante mencionar el caso de las orquestas juveniles que, como proyecto educativo, da grandes resultados a la hora de generar un público atento a la música clásica.

 

El cuarteto suizo Makrokosmos era el último concierto de la primera etapa, pero hubo cambios a último momento ¿Cuál es la situación ahora?

Makrokosmos finalmente no vino. Sin el apoyo internacional es imposible lograr que vengan músicos de afuera, y si lo hacés tenés que estar consciente de que estás usando un dinero que significa equis cantidad de encargos o determinada programación de conciertos de locales. Suiza apoyaba el viaje del cuarteto a Sudamérica con la condición de que no sea por un sólo concierto. Los músicos tuvieron que cancelar sus fechas en Chile, por motivos obvios, y el concierto en el CCK no se cerró por temas administrativos. Con eso se perdió el apoyo internacional.

 

¿Cómo será este verano para el CCMC?

Entre el 23 y el 27 de enero se desarrollará la segunda parte del Ciclo de manera intensiva, como resultado directo de su inclusión dentro el FIBA. Los encargos de esta edición serán interpretados en estos conciertos: MEI flautas toca una obra encargada a Cecilia Villanueva, Tsunami toca dos obras encargadas a Cecilia Pereyra y a Gabriel Senanes, la Compañía Oblicua estrena dos comisiones a Jose Halac y a Martín Proscia, Bruno Lo Bianco toca una obra comisionada a Juan Carlos Tolosa, y finalmente encargamos una obra a Bustos+Galay que será interpretada por ellos mismos.

Link a la nota original en la Revista Música Clásica 3.0 #9:  https://www.yumpu.com/es/document/read/62962005/musica-clasica-30-n9/31

Programación:

Viernes 24 | 20.30 h | Teatro San Martín – Sala Cunill Cabanellas – Concierto IV – Bruno Lo Bianco (percusión)

Obras de Martín Matalón, Juan Carlos Tolosa, Alex Nante, Claudio Baroni y Santiago Santero

Bruno Lo Bianco: Percusionista argentino especializado en música contemporánea. Profesor de percusión, egresado del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla. Es fundador y director del ensamble de percusión Tambor Fantasma.

 


Sábado 25 | 17.30 h | Teatro San Martín – Hall Sala Cunill Cabanellas – Concierto V – Cuarteto Tsunami

Obras de Cecilia Pereyra, Marcos Franciosi, Gabriel Senanes, Natalia Solomonoff y Martín Liut.

Cuarteto Tsunami: Realiza actividades desde 2009 y fue originalmente creado para difundir y estrenar obras de autores argentinos e internacionales de música clásica y contemporánea. Llevan estrenadas más de 30 obras, y han participado de múltiples ciclos y festivales. Active since 2009, the quartet was originally created to promote and premiere the work of Argentine and international composers of classical and contemporary music. They have premiered more than 30 pieces and have participated in numerous concert series and festivals.


Sábado 25 | 20.30 h | Teatro San Martín – Sala Cunill Cabanellas – Concierto VI – Bustos+Galay: ÁNIMA

Ánima* es una performance sonoro-espacial site specific, que propone construir un dispositivo escénico compuesto por un laboratorio experimental de extracción de sonidos naturales. Manipulando en tiempo real estos mecanismos e instrumentos creados especialmente, el dúo desarrolla un diálogo entre la composición escrita, la improvisación y el arte sonoro. Estreno mundial.

Bustos+Galay
Dúo creado en 2016 por Javier Bustos y Julián Galay con el propósito de desarrollar procesos de composición en tiempo real. Trabajan con un set de instrumentos musicales y objetos sonoros creados especialmente.

*Comisión realizada por el CCMC.


Domingo 26 | 20.30 h | Teatro San Martín – Sala Cunill Cabanellas – Concierto VII – MEI Flautas

Obras de Diana Marcela Rodríguez, Juan Cerono, Agostino Di Scipio, Ángeles Rojas y María Cecilia Villanueva*.

MEI: Dúo argentino conformado por las flautistas Patricia García y Juliana Moreno. Referente en el campo de la música contemporánea argentina, MEI produce nueva música, resultado de un proceso de recopilación, difusión y estreno de obras.

*Comisión realizada por el CCMC.


Lunes 27 | 20.30 h | Teatro San Martín – Sala Cunill Cabanellas – Concierto VIII – Compañía Oblicua

Dirección: Marcelo Delgado. Los Pichiciegos de la Plaza de Mayo, de Martín Proscia (2019)* / Una y otra vez, de Marcelo Delgado (2019) / Caminos del espejo, de José Halac (2019)*

Compañía Oblicua: Creada en 2004 por su director, Marcelo Delgado, junto a un grupo de jóvenes y experimentados músicos, la Compañía Oblicua tiene el objetivo de divulgar el repertorio de creación actual.

*Comisiones realizadas por el CCM.

 

Agenda completa del Festival: https://www.buenosaires.gob.ar/fiba/

 

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